Mega granjas de cerdos para China

Imagen: Eduardo Lopez @ElSute

La estrategia de China es relocalizar los riesgos debido a la experiencia reciente que sufrió en su territorio por la gran mortandad de animales, causadas por enfermedades zoonóticas.


Luego de sacrificar la producción de 1,2 millones de cerdos en agosto del año pasado por la propagación de la peste porcina africana, China empezó a relocalizar su producción.

El sudeste asiático en tan sólo dos años tuvo que sacrificar más de 200 millones de cerdos, el llamado “ébola de los cerdos” provoca hemorragias internas que terminan por matar al animal y la única manera de contener el contagio es matando a los animales enfermos, dado que hasta el momento no hay vacuna para esta peste.

Es interesante analizar cómo el crecimiento económico de dos décadas, aumentó la ingesta de carne porcina en China, el promedio de consumo per cápita en 1990 era de 20 kg anual, en 2009 esa cifra subió a 41,3 kg.

También hay que destacar que los precios internacionales de la soja dieron un salto descomunal en la última década debido a la demanda de China para usarlo como forraje animal, abarcando el 70% de la soja exportada en el mundo.

En este contexto Argentina, Brasil, Ecuador y Venezuela supieron aprovechar la bonanza económica, sobre todo a comienzos del siglo XXI, por el incremento de sus exportaciones de materia prima, los altos precios internacionales del petróleo y la soja por la creciente demanda asiática, que ayudó al progreso de la región y al fortalecimiento de diversos bloques económicos.

El panorama cambió en los últimos años, se reconfiguró el mapa social y político de Latinoamérica, el boom de los commodities se empezó a disipar a mediados del 2013 y los países que habían abultado sus arcas fiscales no encendieron las alarmas para contener sus balanzas comerciales.

Los países que anteriormente fueron protagonistas en presentar un Estado de Bienestar en la región, dieron un viraje a la política tradicional y conservadora vía golpes institucionales como en Paraguay, Brasil y Bolivia; vía democrática como Argentina, Chile, Uruguay, entre otros.

Si bien, esto conlleva a otros aspectos sociales y políticos los cuales analizaré más adelante, en materia económica la región nuevamente quedó rezagada en el mapa global, el Mercosur desgastado y la Alianza del Pacífico en estado raquítico; dos bloques económicos marginados.

China aprovechando esta coyuntura, avanza con la implementación de granjas de cerdos en México, Brasil y Chile; actualmente se encuentra negociando acuerdos con Argentina y Paraguay, prometiendo la entrada de millones de dólares y miles de puestos de trabajo que para ambos países resultan necesarios en tiempos de crisis económica y pos pandemia.

El impacto ambiental que acarrea las mega granjas es significativo, no está claro cómo es el manejo de desechos, el bienestar de los animales y el uso de antibióticos.

Sin embargo, las complicaciones persisten. Al incrementarse la importación de cerdos, genera un costo sobre los pequeños y medianos criadores “potencialmente más amigables con el clima”, impidiendo que puedan tener las condiciones necesarias de seguridad para contener una posible propagación de una enfermedad.

La estrategia de China es relocalizar los riesgos debido a la experiencia reciente que sufrió en su territorio por la gran mortandad de animales, causadas por enfermedades zoonóticas. La astucia del gigante asiático es resolver también un costo de fletes de soja y maíz, las consecuencias con el medio ambiente serán irreversibles, desmontar bosques enteros para sembrar soja, expulsar pueblos originarios y campesinos de sus tierras y el incremento de inundaciones, son los efectos a corto y mediano plazo.

La responsabilidad que tienen los gobiernos latinoamericanos es grande, por un lado, la protección y el uso de los suelos, garantizar los protocolos estrictos de control sanitario y el manejo de los recursos que resulten de estos acuerdos comerciales.

El camino está en priorizar la inversión en ciencia, infraestructura e investigación para garantizar un desarrollo sostenido; la tecnología será un aliado para mejorar la industria local, estos son los desafíos que la región tiene que poner en marcha. No podemos seguir siendo el establo de los países desarrollados asumiendo los costos ambientales y quedar rezagados por más décadas al subdesarrollo.

Sebastián Torres Murillo

Economista de la Universidad de Buenos Aires, miembro del grupo de investigación de políticas públicas latinoamericanas y el caribe (UBA). Defensor de la paz y la integración regional

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