Medellín en las peores manos

Muchos me dicen que soy un eterno inconforme, que pertenezco al grupo de los del vaso medio vacío, esto lo digo, para saber que no me he alineado con esa versión que llama el proceso de la ciudad como “el medio milagro de Medellín” o “Modelo Medellín». Me parece que este ha privilegiado la venta de la ciudad en beneficio de intereses privados y ha dejado de lado la reducción de las enormes brechas de desigualdad que siguen existiendo, es decir, que para mí, no se ha invertido lo suficiente en lo social.

El punto es que Medellín se convirtió en un referente mundial por su proceso que le permitió pasar de los años sin futuro, de los carteles de la mafia, de guerras urbanas que asesinaron miles de jóvenes a una ciudad que fue capaz de sintonizar un rumbo en el que se sintió cobijada la mayoría de su población.

Llevo 50 años viviendo en Medellín, buena parte de ellos la he pasado conociendo muy de cerca la vida de su periferia, sus miedos, sus sueños, su persistencia.

Lo digo porque nadie podrá decir que hoy en nuestra ciudad no hay más oportunidades para todos, los niños y niñas están mejor nutridos, más sanos, con mejor oferta para su atención; aún asesinan jóvenes, los desaparecen, las esquinas son su mundo de miedo, pero muchos más jóvenes tienen mejores oportunidades para enfrentar su destino.

En fin quiero decir que no vivimos en el mejor de los cielos pero tampoco estamos en la más caliente de las pailas mochas. Siento que falta mucho para tener una ciudad compasiva con los más pobres, me duele cómo en los últimos años se ha destruido el tejido social en las comunidades, y cómo el modelo de «vender» la ciudad al mundo ha impedido que nos miremos con más realismo en nuestras dificultades.

Pero no sospechaba que lo peor estaba por ocurrir, confieso que cuando vi a muchos amigos animados con la candidatura de Daniel Quintero les dije de mi desconfianza con él. Sabía que era un hombre sin escrúpulos y que tenía miedo lo que podría pasar en Medellín si él era elegido alcalde.

Pero debo confesar que él sobrepasó todos mis cálculos, uno más que ganó la alcaldía llamándose independiente, pero este decidió repartir un hermoso botín llamado Medellín, entre un grupo económico – político – contratista y mafioso para raponear y destruir, lo que a los ojos de muchos no era perfecto, pero sí nos indicaba un camino.

Federico Gutiérrez había iniciado este trabajo y Daniel Quintero lo perfeccionó.

Repartió los puestos claves entre los diferentes clanes, entregó contratos de los programas sociales a empresas ligadas a las mafias y politiqueros, llenó las secretarías y entidades públicas de ahijados políticos incompetentes, desde la campaña ofreció prebendas a líderes comunitarios ansiosos de poder y contratos, hizo alianza con pillos para aplicar otra vez en la ciudad el «hagámonos pasito».

El resultado es catastrófico. Programas como Buen Comienzo, las políticas de inclusión y participación en la ciudad convertidas en modo desastre total, entidades como el EPM, el Inder, Ruta N repartidas al peor postor.

La vida no me da para alabar sin crítica al empresariado, creo que en muchas cosas que no han funcionado bien en la ciudad ellos tienen buena responsabilidad, pero también creo que le han dado una mano en momentos críticos.

En un momento de nuestra historia en el que buscamos la verdad, es necesario que los grandes grupos económicos también nos la cuenten, no solo el Gea, también los Sarmiento Ángulo, los Augura, los Gilinski, etc.

Pero no dudo que lo peor que nos está pasando es que hoy el mundo en Medellín se divida entre uribistas y no uribistas, progea y antigea, petristas y anti petristas. Una ciudad que construyó argumentos para crear un mejor destino, hoy todo lo resuelve entre epítetos y gritos de guerra total

Alguien se beneficia de esto y no somos la ciudadanía, Quintero nos llevó al peor de los mundos, al de la mentira, el robo, la entrega total de la ciudad a los únicos que no les importa ese destino común que quisimos construir.

Vienen dos meses dolorosos, en los que no veremos debates con argumentos.

¿Habrá ciudadanía para recomponer el desastre que quedará?

Publicado originalmente en: El cubo que rueda. 

Gerardo Pérez H.

Y al final me dí cuenta que vivir con amor, con pasión y lleno de causas perdidas, valía la pena

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