Profesor Roll, cuéntenos sobre su trayectoria…
Yo nací en Medellín. Estudié en el Colegio Benedictino de Santa María. En esa época uno tenía cuatro opciones para estudiar (no como ahora): Medicina, Ingeniería, Administración o Derecho. A mí me tocó estudiar Derecho porque no había otra opción, realmente yo no tenía planificado ser abogado. Pero cuando entré a la Facultad de Derecho de la Universidad Pontificia Bolivariana me di cuenta que esa era mi carrera. Eso podía compendiar mis estudios en lo práctico y lo teórico. Me “encarreté” mucho en la UPB con lo que era el Derecho Constitucional y la Ciencia Política.
Después de un año, yo ya estaba dedicado a investigar sobre la obediencia política y me puse a dar clases en tercer año sobre Freud y el orden político. Mi tesis de grado fue sobre ese tema, el por qué la gente obedece, sobre todo desde el punto de vista de Freud, Fromm y Marcuse. Mis profesores fueron Luis Fernando Álvarez, Javier Tamayo, Beatriz Londoño y otros que habían tenido estudios afuera y me incitaron a que me fuera a estudiar. Yo escogí el Centro de Estudios Constitucionales de Madrid, que era uno de los más importantes del mundo de habla hispana en ese tema, porque eran expertos en la transición política española, portuguesa, griega y latinoamericana. Ahí empezó mi mundo en forma con el Derecho Constitucional.
Curiosamente no hice el doctorado en Derecho Constitucional, porque me atrajo el doctorado en la Universidad Complutense sobre los cambios y las transiciones democráticas. El Doctorado se llama así: Procesos de Cambio y Transición Política en el Estado Contemporáneo, y era como el complemento que necesitaba para entender ese Derecho Constitucional. De hecho, mi tesis se llama “Inestabilidad y continuismo en la dinámica del cambio político en Colombia”, la hice sobre las reformas constitucionales en el siglo pasado y fue una tesis laureada España y premiada en Colombia.
El posdoctorado fue mucho tiempo después, pero también fue sobre estos temas constitucionales, sobre todo en el asunto parlamentario. Mi formación ha sido esa, trabajar en las facultades de Derecho y Ciencia Política para enseñar y publicar sobre esos temas.
Además de esa labor académica y de docencia, también hemos vistos que ha incursionado en el mundo de YouTube. En su canal no solo vemos vídeos de viajes, también se puede ver vídeos de Ciencia Política y de temas constitucionales. ¿Cómo le ha ido en esa nueva faceta?
La pasión por los cambios políticos hizo que yo me volviera un viajero, que hiciera más de 300 viajes a 140 países. Esos viajes eran de investigación, pero también de conocimiento personal. Esas experiencias están plasmadas en varios libros que he publicado en varias universidades, como por ejemplo EAFIT.
Justamente por escribir artículos de viajes en revistas, y escribir reflexiones políticas con alguna frecuencia en El Tiempo, Semana o Credencial, me di cuenta que la gente no estaba accediendo a la información que yo había podido recuperar, por muy pedagógico que yo fuera en esos escritos. La gente necesita un mayor resumen y una mayor simplicidad, en ese sentido me propuse escribir columnas con síntesis de cosas complejas. Pero me fui dando cuenta que el mundo se había vuelto más visual, entonces yo debía contar eso mismo, pero a través de vídeos. Fue así que fundé el canal que se llama Política y Derecho Constitucional para extraterrestres y cómo viajar por 140 países.
En días de semana, hago un vídeo diario sobre la Ciencia Política o el Derecho Constitucional de entre 5 y 15 minutos, con toda sencillez, quisiera que fuera entendido hasta por un extraterrestre. Y lo complemento con temas de viajes en fines de semana, porque la gente ha estado muy estresada por el confinamiento y porque mis alumnos de relaciones internacionales me dijeron que debía hacer vídeos en los que contara cómo fueron las experiencias en los países que visité.
Me ha ido muy bien. En tres meses ya tengo más de 500 suscriptores. Hay muchas visitas y felicitaciones. Ha sido muy bueno comprobar que lo que yo sé se lo puedo trasmitir a más gente. Me di cuenta que mis libros, mis artículos y mis mensajes, llegaban a un número limitado de personas porque los tiempos habían cambiado, por eso decidí contar todo generosamente y gratis en YouTube. Por supuesto lo que yo digo en unos minutos no resume una clase y menos un curso, es un aperitivo para que más adelante la gente lea mis libros, asista a mis clases y vea mis conferencias.
He hecho concursos entre los suscriptores y los han ganado personas que, curiosamente, no tienen formación en estos temas. Eso me ha entusiasmado, porque es un público que no tenía acceso de temas del Derecho Constitucional y de Ciencia Política.
Vemos que entonces pasa de ser profesor a ser youtuber, y hoy en día está aspirando a ser magistrado de la Corte Constitucional. ¿Por qué intentar eso?
A mí me han preguntado mucho, que si ese era el sueño de mi vida. Y yo les digo que sin pudor puedo decir que me he preparado toda la vida para este cargo, pero sin tener idea que lo estaba haciendo. Yo a los 14 años me leí los 12 tomos de historia de Salvat, después me obsesioné con la filosofía política y me puse a leer desde Platón hasta a Freud, a los 18 años me puse a estudiar el Derecho Constitucional como tal, incluso no quise ser el abogado que todos esperaban cuando tuve esas buenas notas, sino que me fui a hacer esos posgrados. Ni siquiera pensé que yo iba a ser magistrado cuando me iba a hacer el Doctorado en cambios políticos y me puse a recorrer todos esos países. Cuando yo estaba en España ya era miembro del Colegio de Abogados de Madrid, abogado y profesor honorifico de la Complutense.
Yo decidí volver porque me había perdido la Constitución del 91, pero yo tenía en mente ser magistrado, lo que pasa es que sin darme cuenta me estaba preparando para ese cargo. Yo rechacé ofertas de empresas privadas y me dediqué fue a fundar carreras de Ciencia Política y a dar clases en casi todos los posgrados importantes de Derecho constitucional en el país. Después me empezaron a contratar el presidente, el ministro del interior, el defensor del pueblo, el procurador, el auditor general y los directores de partidos políticos, para cosas que tienen que ver con estos asuntos de reforma constitucional.
Básicamente lo que quiero decir es que yo me preparé toda la vida para ser magistrado de la Corte Constitucional, pero sin darme cuenta. Para mí el Derecho Constitucional y la Ciencia Política son dos caras de la misma moneda. Y claro, tengo un conocimiento del que a veces un politólogo carece por no ser abogado (la capacidad kantiana de organizar las ideas y las normas), pero también tengo una capacidad que no es tan propia de los abogados que es entender la estructura social y política. El pertenecer a ese mundo politológico y jurídico y llevarlos al tope, hizo que yo pudiera tener una ventaja sobre otros candidatos. Puede que haya mucha gente que sepa de Derecho Constitucional y Ciencia Política y que no sean abogados, pero yo en cambio siendo abogado soy de los que más sabe de cambio constitucional, no por ser genio, sino porque son 40 años dedicado a eso. También por un grupo de investigación que he dirigido durante 22 años, y por haber estado un cuarto de siglo dictándole clase a más de 5000 estudiantes en ese tema y asesorando sobre el mismo a la instituciones públicas. Cuando asesoro a un alto cargo de los organismos de control o a un jefe de partido político no solamente me quedo en el mundo académico, sino que también voy a la arena. No soy un iluminado como le dicen a los profesores hoy en día, sino que conozco la realidad y la teoría. Esa combinación hace que yo me pueda presentar a este cargo.
Yo esto no solo lo hago como si pensara que me lo mereciera, porque no creo en los premios, creo en los deberes. Considero que si la sociedad me dio todo esas posibilidades de estudio y de trabajo en una área especifica, yo creo que uno tiene un deber, y ese deber es decirles a los magistrados del Consejo de Estado, y después a los congresistas si quedo en la terna, que yo me he dedicado a esto toda la vida y me parece que le puedo servir al Estado en la rama judicial. Ya he servido en la modernización política, ya he servido en la educación, he apoyado en el estado del arte y entonces me parece que estoy preparado. También sin duda les diría que las 20 personas que hacen parte de la lista son muy buenos todos, y yo entendería si creen que haya mejores opciones, y que se necesite un perfil, por ejemplo, mucho más jurisprudencial que politológico, o si creen que es mejor una persona que haya estado en la rama o en el litigio.
Sin duda en estos momentos Colombia está pidiendo que ingresemos a estos cargos gente nueva, procedente de la academia, con visiones más omnicomprensivas. Yo estoy muy honrado que me hayan seleccionado en esta primera tanda porque entramos un poco más de 100 y ahora somos 20.
«Yo lo que quiero aportar es una visión humanista, en el viejo sentido de la palabra»
¿Cuáles son las ideas que usted quiere llevar a la Corte? ¿Qué quiere llegar a hacer allá?
Básicamente en lo que yo insisto es que la democracia es algo muy nuevo. La democracia parece que es algo que se haya inventado antes de Cristo y que hace 300 años se puso en práctica en Francia, Estados Unidos e Inglaterra, pero no es cierto. Cuando yo nací no había casi democracias estables, pero en este siglo tenemos toda América y toda Europa siendo democráticas, entonces el papel no es tanto sacar a las personas de la autocracia, sino construir democracias funcionales. En esa labor se necesitan personas que tengan una visión de la complejidad. Que tengan un estudio de lo que pasa desde distintas ópticas, no solamente jurídicas, sino politológicas y de las Ciencias Humanas en general. Yo lo que quiero aportar es una visión humanista, en el viejo sentido de la palabra.
Por ejmplejo, cuando se toma una decisión de control constitucional o cuando se resuelve una tutela, esa mirada microscópica a la norma y al hecho es insuficiente si uno no tiene una visión en la que uno entienda los derechos, pero también las instituciones y al mismo tiempo la práctica.
Mis libros han sido sobre el cambio político en Colombia. Han sido sobre un tema muy constitucional, que es la participación política y la democratización. Yo creo que sí puedo ser un factor de cambio. Si usted mira los magistrados que hay, que son de excelentes capacidades, el perfil mío digamos que todavía no está, sería muy complementario de lo magníficos que son ellos.
Por último, ¿cuál es la importancia de esta elección para nosotros los colombianos?
Pues mire, primero que todo, yo no creo que las democracias estén fatigadas (como últimamente han dicho mis antiguos profesores). Yo creo que los que estamos fatigados, o están fatigados, son los estudiosos que han estado tanto tiempo dedicados a eso, y la realidad es tan compleja que llega un momento en que hay cierta fatiga. Si ustedes ven mi observatorio de partidos, con muchachos menores de 25 años todos, se darán cuenta que están con un ánimo y con una capacidad de entender cuáles son las dinámicas de los partidos y la democracia.
Lo importante de la Corte Constitucional es que las democracias se están volviendo funcionales, a pesar de la globalización y de los estallidos sociales. No hay otra opción. No es el fin de la historia, pero sí es una pausa importante. Decidimos que hay democracias constitucionales, creemos en la legitimidad de los sistemas electorales y apoyamos la división de poderes. Por eso, aaunque haya una decepción generalizada, por las redes sociales, por la falta de educación, por lo que uno quiera, tiene que haber unos defensores, unos “guardianes de la corona”. Esos somos los que creemos en las normas, creemos en la Constitución y en el orden jurídico y creemos que tiene que expandirse la constitución para lograr un Estado social de derecho más integral, pero siempre desde el punto de vista de la institucionalidad.
La Corte Constitucional es clave en ese momento, porque allá llegan todas las decisiones sobre si una norma debe de ser exequible o no, además del tema de las tutelas. Es un trabajo en equipo con las otras cortes. Yo creo en lo que se llama la jurisprudencia dialogante, en un equilibrio con los otros poderes. En particular espero contribuir a que se vuelvan a respetar los requisitos que se habían pactado anteriormente para fallar tutelas contra providencias. Además, quiero ayudar a definir con más rigurosidad en qué casos hay o no sustitución constitucional.
Digamos que la Corte Constitucional es la llamada a conservar todas las conquistas democráticas y sociales que se han logrado, pero también a permitir una expansión del Estado Social de derecho dentro de las instituciones.
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