“Es común que los que están en el poder aprovechen su cuarto de hora para beneficiar a sus amigos, familiares y cercanos; pero que se siga haciendo en el gobierno del “cambio” es impresentable”.
La ministra de Minas Irene Vélez Torres ha sido de las más cuestionadas en el gobierno Petro, asimismo, es una de las funcionarias más protegidas por el presidente. Es de las que se podría decir, como en la época de los más fieles escuderos del expresidente Uribe, petrista pura sangre. Su papá Hildebrando Vélez es cercano asesor de la vicepresidente Francia Márquez y con su llegada al poder, lograron quedarse con el manejo del Ministerio de Minas y Energía, clave para desarrollar la política de transición energética y energías limpias de la que se ha abanderado este gobierno.
Vélez Torres ha estado en el ojo de huracán no por ser mujer ni por tener 40 años como lo dijo hace unos meses; sino por declaraciones que demuestran su falta de conocimiento del sector, algo comprensible entendiendo que la ministra de Minas es filósofa de profesión y nunca había trabajado en minería ni energía.
Esto no es grave si se rodea de gente que sepa y tenga experiencia en los aspectos centrales del ministerio, que es lo que trató de hacer al principio. En el viceministerio de Energía nombró a Belizza Ruiz, ingeniería electricista y docente de la Universidad Nacional sede Bogotá con amplia experiencia en la materia y en el viceministerio de Minas nombró a Giovanni Franco Sepúlveda, ingeniero de Minas y Metalurgia y docente de la Facultad de Minas de Medellín con probada experiencia y conocimiento del sector.
En menos de un año, ambos viceministros fueron retirados de sus cargos porque no lograron entenderse con Vélez Torres.
Su postura sobre decrecimiento económico también generó fuertes críticas porque si bien es cierto que el crecimiento económico no puede ser ilimitado porque los recursos naturales son limitados, en el caso de Colombia que es un país emergente, que buena parte de la población vive en la informalidad, que cerca del 40% de la población vive en pobreza monetaria y que sus emisiones de gases de efecto invernadero son menos del 1% de lo que genera el mundo, plantear que debemos dejar de producir petróleo y carbón cuando el impacto ambiental de estas industrias en Colombia son mínimos para el planeta y son estos sectores los que aportan más del 50% de las exportaciones e ingresos del Estado para financiar el gasto social, es descabellado.
Antes del remesón ministerial de este año y para calmar el mercado, el entonces ministro de Hacienda José Antonio Ocampo tuvo que salir varias veces a contradecir a Vélez Torres. Finalmente, como Gobierno publicaron en marzo lo que llamaron la política de “transición energética justa y sostenible” con la que dejaron claro que iban a continuar con la exploración y explotación de petróleo y gas y que favorecerían la exploración, producción e industrialización de minerales críticos como cobre, cobalto y litio (ver).
Desde entonces y hasta esta semana, las aguas en el Ministerio de Minas y Energía estuvieron relativamente tranquilas.
El origen de los nuevos cuestionamientos a Irene Vélez se debe a que su esposo, el ciudadano holandés Sjoerd Van Grootheest, fue contratado recientemente por el Fondo Colombia en Paz para liderar la estrategia de comunicación de sustitución de cultivos ilícitos en Colombia. Será un contrato anual de $128.770.000 pagaderos en 12 mensualidades de $10.730.000.
Desde lo legal no hay nada irregular. Van Grootheest trabajará en una dependencia distinta a la de Vélez Torres, no será su subordinado ni le tendrá que reportar. Pero desde lo ético, este nombramiento no está bien visto. Van Grootheest fue nombrado por encima de otros profesionales colombianos por nada más que ser el esposo de la ministra de Minas. La ministra sabía del tufillo antiético de este nombramiento porque en la declaración de conflictos de intereses que tiene que diligenciar por la relevancia de su cargo, en lugar de poner que era casada, como efectivamente lo es, puso que era soltera negando a su esposo. Después de que salió el hecho a la luz pública dijo que esto se debió a un error de digitación (ver).
Este tipo de nombramientos no son nuevos, por el contrario, es común que los que están en el poder aprovechen su cuarto de hora para beneficiar a sus amigos, familiares y cercanos; pero que se siga haciendo en el gobierno del “cambio” es impresentable. Lo de Van Grootheest no es el único caso de nepotismo en el gobierno Petro, otros casos conocidos son el de Julián Caicedo, novio de Ricardo Roa presidente de Ecopetrol, quien tiene contratos con el Invías; también el del novio de la congresista Susana Boreal y el del esposo de Francia Márquez.
El “cambio” político en Colombia, después de casi un año de gobierno, es más difícil de lo que parece. Haciendo lo mismo de siempre será imposible lograrlo, parafraseando la mítica frase que erróneamente se le atribuye a Einstein.
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