Los representantes espurios

“No atribuyáis mis palabras a propósito deliberado de ofender. Lo que sucede no es sino resultado del espíritu del tiempo, y pocos son los que en ello les cabe responsabilidad personal. Solo los que estamos fuera de la viciada atmósfera en que se mueven los elementos oficiales, podemos distinguir lo que se oculta a quienes de continuo la respiran y a quienes la densidad de ella acorta la vista. Mas como la mentira prolongada produce el efecto de hacer creer en ella a sus mismos inventores, no quiero dar a mis observaciones más alcance que el de advertir a la mayor parte de mis honorables colegas que, al mandar escribir sus biografías, no se hagan llamar “Representantes del pueblo en 1896”, sino solamente lo que son, lo que han querido ser, lo que están y seguirán siendo: “Delegados del Ejecutivo”.

“Si la representación es imagen reducida de la patria, de que los partidos de oposición forman la gran mayoría, o por lo menos la mitad, y si esta Cámara aspira a llamarse legítima, pregunto, en segundo lugar: ¿no es patente que en estos bancos deberían estar siquiera promediados los secuaces del gobierno y los defensores de la oposición? Y, sin embargo, vuelvo los ojos en busca de los que debieran ser compañeros, y me hallo solo y azorado, en medio de adversarios y teniendo perspectiva la lucha imposible, en votos y en discursos, de uno contra sesenta. Ante ese hecho brutal ¿quién podrá llamar correcta la lucha electoral pasada, ni cómo esta Cámara, resultado de ella, puede aspirar al título de legítima?

Pero lo que más le arrebata ese carácter es la presencia en su seno de evidentemente espurios usurpadores de puestos que en modo alguno les corresponden.”

 Terminada la guerra civil de 1895, guerra iniciada por el Partido Liberal ante el gobierno autoritario de Miguel Antonio Caro, quien gobernaba porque Rafael Núñez, Presidente elegido, no se posesionó y falleció en septiembre de 1894, al liberalismo no le reconocieron curules en la Cámara de Representantes.

Sólo una curul, la de Rafael Uribe Uribe, fue autorizada; Fue la única voz del Partido Liberal en el Congreso de 1896. Uribe Uribe pidió la palabra y apostrofó duramente al Gobierno de Caro y a la Cámara de Representantes en pleno. Ese fue el famoso discurso que la historia conoce como el de Los Representantes Espurios. Me permití copiar sólo una pequeña parte del profundo, serio e imponente discurso.

Traigo este discurso de Rafael Uribe Uribe a cuento, porque en el Concejo de Medellín está pasando lo mismo. Un partido conservador que sale a proteger al cuestionado alcalde Quintero; un partido liberal, más cauto, mejor dirigido, pero que alcahuetea al gobierno de Quintero Calle. Unos bancos, no bancadas, como los del Mira y la U, que hacen parte de la tenaza del alcalde; unas Tarpeyas que insultaron a su partido dejándolo sin la fuerza de la mayor bancada que disponía de 8 votos de 21; otro banco, no bancada, que dice defender a la mujer pero vota en su contra privilegiando a los Trans y a las abortistas sobre lo derechos del no nacido.

La mayoría gobiernista del Concejo de Medellín no tuvo la agudeza, la visión, el interés por la ciudad, para alejarse de este advenedizo alcalde y prefirió dejarse engolosinar por las mieles transitorias de los contratos y las prebendas.

La ciudad de Medellín tiene el deber de revisar con detalle quiénes son esos concejales a los que no debe permitírseles que conserven sus curules en el Concejo, y menos que pretendan ser alcaldes de la ciudad.

Debe revisar la ciudad quiénes son los que contestan a lista para recibir sus honorarios y luego se pierden entre las intrigas, acuerdos e intereses personales dejando a la ciudad sin voz y sin oídos durante los debates.

He decidido traer este aparte de este grandilocuente discurso de Uribe Uribe, pronunciado ante la Cámara de Representantes en 1896, preludio de la horrorosa guerra civil de los Mil Días, para pedirle a los votantes de Medellín una seria reflexión sobre el fundamental papel del elector en la democracia, para instarle a preocuparse, para rogarle salir a votar después de una profunda meditación. La Patria lo exige.


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Julio González Villa

Doctor en Derecho U. Externado de Colombia; Abogado UPB; Magíster Administración de EAFIT; Especialista Derecho Ambiental U. Externado y Derecho Administrativo y Comercial.

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