“El estado de las vías no hacía atractivo estos pueblos para los turistas, así que era necesario emprender una modernización vial que le diera más competitividad al territorio”.
Hace más de 25 años ir del Suroeste lejano de Antioquia a la capital del departamento era una aventura; desde municipios como Jericó, Jardín, Andes hacia Medellín se podría tardar más de cuatro horas. Las curvas, la estrechez de las vías y los malos tramos que en general duraban casi todo el recorrido era lo corriente, para ponerlo en perspectiva, la ruta principal para viajar desde Jericó hasta Medellín era La Cabaña, todo un reto para los conductores, quienes tenían que maniobrar con tal pericia para no caer en el Río Piedras que siempre aparecía amenazante al fondo del precipicio. La vía era -o es porque todavía existe, aunque su uso no es el mismo- destapada y con un nivel de curvas tan complejo que los buses siempre tenían que reversar en una de las curvas más pronunciadas para poder enrutar bien el vehículo y continuar el trayecto.
La gente que viajaba del suroeste a la ciudad era porque tenía que ser realmente necesario y lo mismo les pasaba a los que vivían en la capital y debían ir a la subregión, el estado de las vías no hacía atractivo estos pueblos para los turistas, así que era necesario emprender una modernización vial que le diera más competitividad al territorio, que nos acercara con la capital y con el sur del país. La compleja geografía era un reto para los ingenieros, pero no un imposible, las primeras de esas grandes obras fue la Ancón Sur que permitiría ingresar y salir de Medellín mucho más rápido con la construcción de la doble calzada; en el caso de Jericó, Pueblorrico y Tarso, se construyó la vía de La Cascada, una vía pavimentada, más segura y ancha con respecto a La Cabaña. Esas obras abrieron más posibilidades a la subregión que aún no había explotado: el turismo, que aún sigue en consolidación, también se valorizó más la tierra, por el hecho de que personas de la capital antioqueña veían más cerca el Suroeste antioqueño y una oportunidad de tener una casa de campo o una posibilidad de inversión a largo plazo, viendo lo que se prospectaba a futuro.
La modernización vial está siendo un hecho pero también ha sido demorada, lo que da cuenta de lo difícil que es ejecutar proyectos de gran impacto en el país; inició en el gobierno del expresidente Uribe 2002 – 2010, con Autopistas de la Montaña, luego en los dos gobiernos de Santos pasaron a llamarse Autopistas de la Prosperidad, y posteriormente Autopistas 4G o de Cuarta Generación, van cerca de 20 años del inicio de estas obras y aún falta por concluir, pero siento que estamos cerca de tener en el suroeste y en el país, unas autopistas de primer nivel que aumenten la competitividad.
La obra de los Puentes Cauca que terminó esta semana la Conexión Pacífico II es motivo de orgullo, según una entrevista que tuvo Conexión Sur con el gerente de esta Concesión (ver), la altura del puente es de 112.5 metros que además conecta con un túnel y luego con otro puente; con todas estas obras terminadas, el Suroeste antioqueño, en palabras de Gustavo Bernal, gerente de la Concesión La Pintada, estará a 40 minutos de Medellín y a la misma distancia o una hora del Eje Cafetero.
Se vienen grandes oportunidades, pero a la vez grandes retos con los que debemos estar preparados: agroindustria, conectividad con los puertos de Antioquia y Buenaventura, valorización de la tierra, turismo, proyectos inmobiliarios y minería; hay que estar a la altura para seguir haciendo de esta, una tierra pujante, pueblerina, culta y de cara al desarrollo para el beneficio de esta y las generaciones venideras, y por supuesto, en armonía con el medioambiente.
Comentar