Los prejuicios de La Silla Vacía

En estas elecciones asistimos a una disputa por construir la realidad social entre tres visiones diferentes: la visión retrógrada, la visión progresista y la visión “antipolarización”. A través de los medios de comunicación y de las redes sociales vimos con absoluta claridad cómo la disputa electoral se configuró alrededor de estas tres representaciones y como éstas no tuvieron la misma legitimidad.

La posición antipolarización logró hábilmente equiparar lo que para ella eran los dos extremos: Uribe y Petro, populismo de derecha vs. populismo de izquierda. Si bien no son nada equiparables por muchas razones, lo cierto es que la agenda mediática estuvo dominada por la crisis venezolana y la polarización entre el uribismo y el petrismo.

El sesgo mediático no ha sido un secreto. Sin embargo, la sorpresa fue ver la manera como se manifestó durante esta campaña en medios, si no siempre objetivos, sí independientes. Quisiera tomar como ejemplo la respuesta que Juanita León, directora de La Silla Vacía, escribió para hacer frente a las múltiples críticas suscitadas por el detector de mentiras de La Silla Vacía, la entrevista a Gustavo Petro en Hora 20, y la entrevista a la profesora Luciana Cadahia.

La respuesta se titula: “Lo que entiende La Silla Vacía por una entrevista”. Allí, Juanita León reflexiona sobre el género periodístico de la entrevista. Para este medio, una entrevista es la oportunidad de esclarecer las dudas que existen alrededor de un tema o del mismo entrevistado y la principal técnica para lograr eso es “recogiendo los prejuicios (o posiciones previas) que existen en la audiencia sobre el tema o el personaje y planteándoselos al entrevistado, de tal forma que tenga la oportunidad de contestarlos”. Según Juanita León, en el caso específico de la entrevista a la profesora Cadahia, las preguntas que se le formularon no buscaban estigmatizar a Petro, sino hacerle los interrogantes que muchos de los lectores de La Silla Vacía se estaban haciendo: “la idea de una entrevista es anticipar las preguntas que se hace el que la lee para que le queden resueltas”.

Quisiera señalar algunos aspectos en relación a esta manera de concebir la entrevista que, a mi juicio, contiene serias fallas. Que la directora de este medio reconozca que la principal técnica de la entrevista es basarse en los prejuicios que hay en la sociedad sobre un determinado tema implica creer que un medio está en capacidad de abarcar todos los prejuicios que existen sobre ese tema cuando lo que el medio hace es básicamente un trabajo de selección. Pero además olvida que esos mismos prejuicios han sido divulgados principalmente por los medios de comunicación, entre ellos la misma Silla Vacía. Esto se vio claramente reflejado en esta campaña, pues La Silla Vacía tomó partido a favor de la candidatura de Fajardo y contribuyó a estigmatizar la candidatura de Petro.

Al comienzo de la entrevista a la profesora Cadahia, ésta le dice a la entrevistadora que hay un uso mediático del populismo y sugiere dejar de emplearlo en ese sentido y priorizar su uso teórico. El mismo uso mediático que la entrevistadora no parará de reproducir a lo largo de la entrevista.

Más adelante, la entrevistadora introduce la idea de que el populismo promueve el “odio de clases”. Este es quizás el equivalente fajardista del “castrochavismo” uribista. Esta idea hace parte de la visión “antipolarización” que considera posible vivir en una sociedad armónica, sin diferenciaciones sociales, con el sólo hecho de que un grupo de personas así lo desee. Esta idea fue repetida en numerosas ocasiones por los seguidores de la Coalición Colombia.

En seguida, al hablar de liderazgo populista, la entrevistadora compara a Uribe con Petro cuando ya la entrevistada había dicho que no era riguroso compararlos, es decir, reintroduce el prejuicio. La entrevistada lo nota, por eso afirma: “no me gusta poner a Uribe y Petro juntos porque creo que despiertan cosas distintas”.

Pero lo que causó mayor indignación fue la pregunta: “¿El populismo de Petro no puede llevar al odio de clases?”. Como si las explicaciones de la entrevistada no hubieran sido lo suficientemente claras y como si la intención de La Silla Vacía fuera sólo la de reproducir prejuicios a diestra y siniestra sin importar lo que ya había sido dicho. Una auténtica falta de respeto con la entrevistada y con la audiencia que sí sabe que esos prejuicios son exclusivos de un sector de la población del cual hace parte La Silla Vacía.

Después, la entrevistadora insiste en preguntar si el populismo de Petro puede derivar en autoritarismo. A este punto el lector ya entiende que el objeto a investigar no es el populismo como fenómeno político, sino el “populismo de Petro”. La entrevistada no puede ocultar la insistencia de La Silla Vacía en querer hablar sobre Petro y así lo reconoce.

Y, al final, La Silla Vacía cierra con broche de oro: vuelve y habla sobre Venezuela. De esta manera, terminaron haciendo lo que, en su respuesta, Juanita León dijo que no harían: “forzar al entrevistado a una posición”.

Al no asumir una postura reflexiva sobre su propio trabajo, La Silla Vacía acabó imponiendo y legitimando un punto de vista y unos prejuicios que no representan al conjunto de la sociedad, sino que son exclusivos de un determinado grupo social.

 

Vía: https://saratufano.wordpress.com

Sara Tufano

Italocolombiana. Socióloga de la Universidad de París 7, con una Maestría en Sociología de la Universidad de São Paulo. Se ha especializado en el estudio del conflicto armado colombiano y de los procesos de paz desde una perspectiva histórica.

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