Los políticos en la práctica

“Por tanto, los políticos son: o bien perfectos buscadores de problemas o en mucho menor medida solucionadores de problemas.”


Es común en las democracias que las personas elijan a sus representantes en virtud de sus ideas, sus propuestas y sus acciones o al menos eso es lo que se espera; ya que todo cambio en la política se constituye mediante una lucha: una lucha de ideas, de propuestas y de acciones. Por tanto, si alguien quiere aplicar a un cargo político debe seguir esta regla general según la cual las inconformidades de la sociedad, las promesas incumplidas y las injusticias observadas crean el espacio oportuno para una necesidad, necesidad que en principio es conquistada por ideas sobre cómo podrían mejorarse dichos problemas, lo que a su vez termina llevando a la conformación de propuestas y planes de gobierno los cuales se espera puedan verse reflejados en acciones concretas. Por tanto, los políticos son: o bien perfectos buscadores de problemas o en mucho menor medida solucionadores de problemas.

Es raro un político que esté conforme con el orden actual de las cosas ¿pero de qué otra forma su discurso tendría relevancia para las personas? ¿cómo se haría notar sino es creando un conjunto de problemas para los cuales él es la solución?  De aquí entonces saco una regla muy evidente: si quieres ser político lo primero que debes buscar son las inconformidades de la sociedad y los problemas que no han podido superar en tiempos anteriores. Luego, si el lenguaje en un tanto construye y en otro tanto modela la realidad, construyes un discurso que de forma a esa realidad y vida al movimiento de personas que a él se vinculen.

Donde la legitimación de esa multitud de voluntades confluyendo en una persona es la que otorga el poder a esa persona. En este orden de ideas, de ahí que sea necesario para los políticos disuadir desde la plaza pública o reuniones callejeras a la multitud en relación con ese discurso que han elaborado. De antaño sabemos que los políticos coquetean con la mentira, pero en estos tiempos no es de extrañar que atenten contra la verdad; por tanto, su discurso y persuasión no necesariamente obedece a las necesidades de las personas y buscar la solución más adecuada. Si no más bien, soluciones con base a una preferencia a priori de ideas, propuestas derivadas de estas ideas y acciones motivadas por estas ideas que mucho o poco tienen que ver con la realidad.

Así las cosas, es importante entender, que los políticos representan partes e intereses de grupos propios de la sociedad: difícilmente un progresista buscará el mismo bienestar para un conservador y viceversa. Sea cual sea el político y sus buenas intenciones, es claro que obedecen a intereses que representan parte de la sociedad, pero nunca a la sociedad en sí, porque lo que llaman pueblo es muy grande tanto en número como en diversidad de pensamientos y siempre está cambiando; pues las personas hacen cálculos políticos en base a intereses propios y no simplemente a intereses generales.

Por último, si una sociedad fija sus esperanzas de cambio y desarrollo en los políticos de turno, el sentido de responsabilidad de cada uno de sus miembros en relación con el bienestar y su desarrollo propio queda abolido y pasan a ser súbditos de estos últimos. Para quienes el juego de la política no viene hacer más que un cálculo donde las personas son las partes de esa suma que pueden mover según quieran o restar según lo necesiten, a fin de lograr sus objetivos. Entonces, para no ser súbditos o mendigos de los políticos cada ciudadano debe retener parte del poder que tiene para sí, ser observador de los pactos establecidos siempre que los medios y las condiciones lo permitan y guardar una desconfianza prudente, entendiendo que no son infalibles.

Para terminar, hay una cosa en América Latina que uno puede observar en los políticos cuando hacen campaña: llevan a la abuelita al doctor, cruzan el arroyo, visitan las iglesias, hacen comidas para personas necesitadas, apoyan a las juventudes y otras tantas cosas como su ingenio y astucia se los permita. Las personas, por su parte: pintan sus casas, colocan pendones en las ventanas y otras tantas cosas como su necesidad se lo indique. Todo esto no es más  que lo que algunos llaman “hacer campaña” y no digo que toda esta parafernalia sea indecente o vergonzosa pues hay personas nobles y bien intencionadas, sin embargo,  las gentes no deberían pintar sus casas con sus rostros o logos de partido, ni permitir pendones en sus ventanas, sino todo lo contrario, son los políticos quienes deberían llevar los rostros de cada persona colgadas en cada una de sus puertas y ventanas porque al fin y al cabo son ellos los que les han conferido parte del poder que tienen y la posición que actualmente ocupan.

 


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Zuriel Fitzgerald Peña Ubarne

Soy licenciado en matemáticas y poseo un master en estadística aplicada. Durante mi formación en la universidad tomé cátedras en pensamiento político y opinión sobre la situación del país y sus representantes. En ese orden de ideas me gusta dar mi opinión de algunas cosas que observo en la realidad colombiana.

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