Logoi – Vorágine

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.

Mauricio Montoya y Fernando Montoya

“¡El sol no sale para los tristes!”

La Vorágine – José Eustasio Rivera.

La palabra vorágine, de la que hablaremos hoy en esta columna, tiene sus raíces en el vocablo latino “Vorago”, que puede traducirse al español como “remolino” o “abismo”. Este término adquirió su fama gracias a la literatura, en especial por la novela del escritor colombiano José Eustasio Rivera, titulada “La Vorágine”, escrita en 1924 y en la que se narra la vorágine amorosa de Arturo Cova y Alicia, quienes huyen de Bogotá, anhelantes de vivir un idilio, hacia el sur de Colombia (Casanare, Amazonas y otros lugares) para terminar enfrentándose a las vorágines del secuestro, la tortura, la esclavitud y la muerte, estas tres últimas, manifiestas en los abusos cometidos por la casa Arana contra los nativos de esas tierras, en una época en la que el caucho se convirtió para muchos en una maldición.

Vorágine es también una palabra que hace referencia a una aglomeración confusa de sucesos, de personas o cosas en movimiento. Podría decirse que muchos países del mundo viven actualmente una continua vorágine, ya sea por culpa propia o de otros. Casos como los de Siria o Ucrania, donde la guerra se ha convertido en un verdadero torbellino que avanza sin parar; realidades como las de Argentina o Colombia, donde los asuntos políticos y económicos parecen no tener calma; o escenarios como los del continente africano, donde la migración es una verdadera tolvanera.

Por otra parte, resulta bastante curioso que una persona lleve por apellido Vorágine. Este es el caso de un beato italiano, Santiago de la Vorágine, que vivió en el siglo XIII y que se le reconoce como el escritor de un texto hagiográfico, “la leyenda dorada”, que cuenta la vida de más de 180 santos, varios de ellos mártires, que tuvieron que sortear las vorágines de la persecución y la muerte, todo por defender su fe. Historias que, sin temor a equivocarnos, son similares a las que viven en el mundo de hoy los exiliados, los perseguidos políticos, los defensores de los derechos humanos, entre otros.

En otros ámbitos, entre ellos el del periodismo, el concepto de vorágine ha sido tomado para nombrar un medio informativo digital, el cual se autodefine como un “periodismo contracorriente” que nació en el mes de junio del año 2020 y cuya esencia es la investigación periodística. Una apuesta por una prensa objetiva, rigurosa y veraz en un país como Colombia que es todo un remolino.

Pero volvamos sobre el epígrafe de esta columna y traigamos a colación a Clemente Silva, que es conocido en la novela como “el rumbero”, un apodo que, como lo define Rivera en el vocabulario de su obra, se refiere a la persona que sabe orientarse o es guía en un terreno. Este personaje representa al hombre enfermo y esclavizado por la fiebre del Caucho, al que sólo le quedan los huesos de su hijo, los cuales lleva a cuestas, y en quien ponen sus esperanzas los otros personajes para poder sortear la vorágine de la selva, esa selva tupida que, como dice el narrador, oculta el sol, pues este no sale para los tristes.

Muchas han sido las vorágines por las que hemos atravesado como humanidad: guerras, pandemias, catástrofes, genocidios, entre otras, que han diezmado a millones de personas, especialmente a las más vulnerables, y han dejado un mensaje que todavía nos cuesta descifrar. Razón tenía el escritor italiano Alessandro Baricco, quien al hablar de la pandemia del Covid 19, la definió como una criatura mítica. “Mucho más compleja que una simple emergencia sanitaria, parece ser más bien una construcción colectiva en la que diversos saberes e ignorancias han trabajado en un propósito aparentemente compartido”. En otras palabras, una vorágine de la que nosotros mismos fuimos responsables.

Logoi

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

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  • Fabuloso, los que nos siguen en nuestras costumbres, pueden seguir estos ejemplos la extensión del idioma.