“El resultado de la aplicación de la justicia social es la pobreza universal, una sociedad no crece si el Estado les quita a algunas personas para darle a otras porque eso genera desincentivo al trabajo y crea profundos problemas sociales”
El gobierno nacional ya presentó la reforma tributaria que busca, según él, la igualdad y la justicia social en Colombia. La presentación del proyecto de ley se hizo ante el Congreso como si fuese la única reforma en el mundo que acabará con el hambre y la pobreza. Todo un circo para engañar al pueblo colombiano.
La reforma inicia con un titulo que hace creer que los males de Colombia se van a solucionar y la receta es precisamente esa reforma, lo cual desde mi punto de vista lo único que traerá consigo es pobreza, hambre y más desigualdad monetaria y social.
El primer párrafo de la reforma dice: “El Estado colombiano tiene una deuda social histórica. Los niveles de pobreza y desigualdad han sido altos y persistentes. El hambre se ha convertido en un aspecto que resalta en medio de la tragedia social que viven millones de colombianos. No hay justicia social cuando esto ocurre, y menos cuando simultáneamente existen privilegios, gabelas tributarias injustificadas y mecanismos que facilitan la evasión y la elusión de las obligaciones fiscales”.
Ese párrafo contiene toda clase de adjetivos que hace suponer que Colombia necesita indiscutiblemente todo lo que se propone en la reforma sin ningún cambio, modificación o supresión del articulado lo cual es peligroso toda vez que quien ose decir que no la apoyará le caerán improperios y lo condenarán al patíbulo por ser “enemigo de la clase vulnerable”.
La frase más importante de la reforma tributaria sin lugar a duda es la “justicia social”, frase que utilizan todos los pensadores y políticos de izquierda para sostener que su lucha es por los pobres, los menos favorecidos y en contra de quienes tienen más y gozan de privilegios en la sociedad.
De entrada, hablar de justicia social no es otra cosa que hacer una apología a la envidia, el resentimiento, el robo, el odio y el trato desigual frente a la ley porque justifican que la justicia social es que el rico le de algo al pobre porque este último no tiene lo mismo que el primero. Lo peor de todo esto es que también adicionan a ese concepto el de la “solidaridad”, esto es, el rico debe ser solidario con el pobre.
Los gobiernos que se basan en la justicia social se basan en el valor de la solidaridad entonces hacen creer en el imaginario social que el que tiene más debe contribuir más para solventar las necesidades del que no tiene o tiene poco, lo cual moralmente es una aberración.
La solidaridad como valor es INDIVIDUAL nunca colectivo, cuando esto lo hacen ver colectivo pierde la esencia y se convierte en una imposición, sí, como las contribuciones tributarias. Luego la solidaridad cuando se trata de justicia social o redistribución del ingreso no es otra cosa que el robo a mano armada.
Supongamos que hay dos individuos, el primero tiene mucho dinero y el segundo tiene muy poco. En ese sentido llega un tercero diciendo que es quien volverá la situación más igualitaria mediante la justicia social y la redistribución del ingreso. Entonces le saca al individuo que tiene más una parte de su dinero por la FUERZA para darle al que menos tiene.
Esta situación para muchos les parece justa y equitativa porque ahora los dos individuos tienen dinero, pero lo que no ven es que el que tenía más lo OBLIGARON por la fuerza a ser solidario con otra persona, luego eso constituye una tipología de violencia toda vez que le fue impuesta una orden a expensas de recibir un castigo severo si no le daba su dinero a la otra persona.
Se creó no una sociedad más justa e igual sino una en donde la violencia fungió como “garante” de una cortina de humo llamada justicia social que en realidad se convirtió en una injusticia social.
Cuando muchos políticos hablan de la justicia social en nombre de la equidad por ejemplo están queriendo reemplazar a Dios por decreto, es decir, con la redistribución del ingreso (justicia social) quieren darle a cada uno de los ciudadanos lo que merece, esto es, el gobierno se cree omnipotente, omnisciente y omnipresente. Una locura del tamaño de una casa.
El resultado de la aplicación de la justicia social es la pobreza universal, una sociedad no crece si el Estado les quita a algunas personas para darle a otras porque eso genera desincentivo al trabajo y crea profundos problemas sociales.
Tan atinada la frase de un eminente economista estadounidense como Murray Rothbard cuando habló de la distribución estatista, esto dijo, “en el mercado libre, cada cual gana según su valor productivo en satisfacer a los consumidores. Bajo la distribución estatista, cada uno gana en proporción a la cantidad que pueda saquear a los productores”.
Desde esta tribuna de opinión como ciudadano anuncio mi férrea oposición a la reforma tributaria de Petro-Ocampo toda vez que castiga a toda la población a través de impuestos que no es otra cosa que el robo legalizado.
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