Una de las bondades que brinda la democracia, es ser el ecosistema donde confluyen diversas cosmovisiones, permitiendo así una diversidad ideológica que nutre el ambiente político y social.
José Félix Lafaurie y Gustavo Petro son figuras opuestas en el espectro político, por consiguiente encontrar un punto de cohesión ó simetría en el proceder es muy difícil, pero esto se logró en el pasado congreso ganadero, donde el presidente Petro le pidió al dirigente gremial que fuera parte del equipo negociador por parte del gobierno en los diálogos con el ELN.
Esta invitación de Petro y la respuesta positiva de Lafaurie en inmediatez género un mar de posiciones encontradas, entre ellas la mía, pues que José Félix se sumará a esta iniciativa me resultaba mostrar una imagen endeble de la derecha y que sucumbió a los caprichos del Jefe de Estado.
El presidente de Fedegan ha gestado una lucha constante, armado con verdad y coherencia, en defensa del sector ganadero, propiedad privada y los ideales de derecha, por tanto para muchos ver este punto de interceptación entre los líderes resultaba una imagen de desfallecimiento.
A la final comprendí que esto, es el resultado de la lucha que abandera Lafaurie, que su voz fue escuchada y los ganaderos tendrán participación en un tema que les compete, pues el gremio ha sido víctima del conflicto armado en Colombia. Un error del acuerdo anterior, fue no haberlos tenido en cuenta y firmar una «paz» que no reconoce al ganadero como actor que sufrió la guerra en carne propia.
Hoy los ganaderos tendrán voz y voto en un proceso de paz que promete incluir a todos los entes que hicieron parte del conflicto, procurando así llegar a un acuerdo estable y duradero.
Termino diciendo que la democracia al igual que un río necesita de dos orillas, para que entre medio de estas fluya el diálogo y el respeto,luego estas aguas reciban el direccionamiento de ambos costados y logren desembocar en mares de prosperidad.
Ojalá Colombia continúe por esta senda.
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