“Dos caminos se bifurcaban en un bosque y yo,
Yo tomé el menos transitado,
Y eso hizo toda la diferencia”.
Extracto del poema “El camino no elegido “, de Robert Frost.
La decisión del expresidente Uribe de encabezar una lista al Senado será leída de muchas formas, entre ellas la de sus enemigos de oficio, esos en los que un poco de sangre corre por su torrente bilioso y no duermen por no ver desaparecido a quien les demostró que sus delirios mamertos son solo elucubraciones de intelectualoides que no tienen ni la percepción suficiente para ver y entender lo que el país necesita, ni menos la capacidad ejecutiva para lograr los cambios requeridos.
Como es de duro cuando alguien capaz e inteligente hace visible a quienes no lo son.
Algunos de esos amargados que con la noticia de la semana pasada deben estar reabasteciéndose de pastillas para la gastritis existencial que ahora se les reaviva, van a decir que el expresidente Uribe es un viudo del poder que no resistía seguir viviendo lejos de Capitolio, y que su amor por el campo, por su familia y su nieto, que ahora no quiere bajarse de los caballos, era solo una patraña, porque él no puede vivir sin el frío capitalino y porque es mejor la vista de la cúpula del Congreso, que la del cielo azul rayado de verdes hojas de la finca donde vive.
Como es de fácil para los apocados confundir la tenacidad fundada en la responsabilidad con la obsesión.
El expresidente Uribe, lo ha dicho cientos de veces, es un combatiente, pero no como esos que en vez de propuestas recurren a las balas, a las minas antipersonales, a secuestrar personas por décadas, a asesinar a quienes no están de acuerdo con ellos, a asaltar campesinos que trabajan de sol a sol, a esclavizar niños y prostituir niñas, a envenenar con drogas a los jóvenes del planeta, a explotar bombas en sitios públicos y guarderías; esos a quienes la academia mamerta y parte del aparato judicial y del Estado ahora intentan disfrazar como rebeldes justificados por interpretaciones inmundas de la historia y de las leyes.
La historia futura del país, ojalá contada por otros distintos a los que están intentando escribirla ahora, porque algún día en este país tendrá que desaparecer el requisito que para ser historiador e intelectual hay que ser mamerto, reconocerá el valor de alguien que se entregó hasta el último de sus días por hacer de este país un lugar mejor para los que nos van a reemplazar en el futuro y para dignificar a quienes en el pasado derramaron su sangre para que otros pudieran vivir.
Escoger los caminos sabidos y transitados por otros es la opción segura y fácil de quien no tiene agallas para luchar por lo que cree. Engrosar la lista de expresidentes que se dedican a cocteliar y recibir adulaciones en eventos públicos, pudo haber sido la opción del expresidente Uribe. Pero para fortuna de los colombianos, tenemos a alguien, y a gente valiente y nueva que decidió acompañarlo, decididos a “hacer la diferencia”. Como decía Margaret Thatcher: “La batalla de las ideas ha de ser combatida nuevamente cada año, cada día”.

Máster en Administración, Universidad
EAFIT
Director del Centro de Pensamiento
Estratégico, Universidad EAFIT
Tomado de: El Colombiano
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