El pasado domingo se celebraron las elecciones en Colombia para Congreso y consultas interpartidistas. Estas últimas estuvieron marcadas por una alta votación. De acuerdo con los datos publicados por la Registraduría con el 100% de las mesas informadas, Iván Duque obtuvo 4.044.509 votos lo que representa un 67,76% de la “Gran Consulta por Colombia”; por su parte, Gustavo Petro en la “Consulta de Inclusión Social por la Paz” obtuvo 2.853.731 votos que representan el 84,70% de los votos. Apenas se conocieron estos resultados, el domingo en la noche ambos candidatos salieron a dar discursos triunfalistas. Petro, habló de estar disputando la presidencia de la república en contra de “las formaciones retardatarias del país” y que su único objetivo será ganar las elecciones del 27 de mayo. Duque, señaló que la coalición que entraría a liderar sería para toda Colombia; muchos seguidores, después de las ya tradicionales “vivas” a Uribe, vociferaban “primera vuelta” y se ufanaban de ser el partido de la “mano firme y el corazón grande”, el partido para “recuperar el rumbo”.
Sin embargo, las consultas tienen una trampa y el triunfalismo de ambos candidatos sólo es un asunto para engañar a los incautos. Ambas consultas están infladas en votos. Es decir, ni Duque ni Petro tienen de base tal cantidad de votos para arrancar la campaña por la presidencia, por eso considero que la del domingo no fue la primera vuelta presidencial como muchos dicen, de hecho, la principal conclusión de la jornada electoral es que se consolidaron unas maquinarias de votos fuertes que entrarán a beneficiar a otros candidatos. Mientras estos dos personajes salían eufóricos con tono de presidentes, los terceros involucrados se frotaban las manos o se preocupaban.
Desde la teoría de los partidos políticos siempre se ha señalado que los sufragios más importantes en cualquier elección son los de la cámara baja, en nuestro caso, la Cámara de Representantes. Estos representan el voto regional, aquel que implica un trabajo personal y de compromiso de los líderes barriales, comunales y veredales con los ciudadanos. Estos compromisos, son los que luego el líder entrega a los candidatos. Es un trabajo colosal en muchas partes del territorio, aunque a veces, como es bien sabido en nuestro país, están marcados por la corrupción, la compra y el engaño. En este sentido, considero que la verdadera base electoral de los candidatos a la presidencia está en estos votos y no en sus consultas. Los datos son bien interesantes.
Según el 99,03% de las mesas informadas, en la Cámara de Representantes los resultados fueron: partido Liberal (2.471.596), Centro Democrático (2.388.405), Cambio Radical (2.140.630), Partido de la U (1.840.481), Conservador (1.819.867), Alianza Verde (884.146), Polo (444.912), Opción Ciudadana (310.724), Coalición de la Decencia (262.282), MIRA (585.638). El resto de partidos y/o movimientos políticos obtuvieron un porcentaje inferior al 3 % del caudal electoral. Así las cosas, estos comicios serían la base más realista para iniciar la carrera por la presidencia. Duque entonces tendría un poco más de dos millones de votos mientras que Petro podría llegar a casi un millón, incluyendo los de los “decentes”, algunos del Polo (no robledistas) y unos cuantos de los verdes. Pero recordemos que en el punto de partida no están solos, hay otros candidatos fuertes: Germán Vargas Lleras que arranca con más de dos millones; Sergio Fajardo, que tendría su principal base en los verdes y una secundaria en el Polo que podría sumar un millón de votos; y Humberto de la Calle, que hoy se encuentra en un limbo dadas las posibles fragmentaciones de los casi dos millones y medio de votos del partido Liberal entre Vargas, Fajardo y una incierta cantidad para él.
Así pues, la carrera por la presidencia apenas comienza, si bien el escenario se está achicando, hoy todavía sigue siendo lo suficientemente amplio como para aventurarnos a hablar de triunfos en primera vuelta o, incluso, una segunda vuelta polarizada entre izquierda y derecha. Quedan los debates presidenciales que van a mover algunos votos de opinión y, claro, falta que se terminen de ajustar las alianzas y la dirección del caudal electoral de algunos liberales, la U y los conservadores. La invitación, es a que se siga informando. Lo bueno apenas comienza.
Pedro Piedrahita Bustamante
@piedrahitab