La sostenibilidad de la tacita de plata

Medellín ha sido conocida históricamente como «la tacita de plata». Si bien ese término hace rato no es usado por los medios y por la gente para referirse a la ciudad, sería bueno volverlo a utilizar como una forma de resumir el compromiso de la ciudad con el desarrollo sostenible, porque es esa forma de tacita que tiene el Valle de Aburrá la que nos obliga a todos a cambiar el chip del desarrollo de la ciudad.

Aunque las administraciones pasadas y la administración venidera han estado comprometidos con el desarrollo sostenible de la ciudad todavía en diferentes sectores sociales existe mucha resistencia e indiferencia a esta nueva filosofía, por lo que tenemos que generar un diálogo permanente entre todos los habitantes de la ciudad para generar consenso sobre un hecho incontrovertible: Medellín es una ciudad que tiene una situación geográfica y una distribución física muy particular, y son estas características las que condicionan su desarrollo y nos obligan a orientar los planes en un sentido muy diferente al que históricamente hemos tenido.

En concreto ¿Cuáles son los aspectos donde la sociedad de Medellín debe cambiar?

 

  • Cultura del rey carro: desde el siglo pasado en la cultura social de la ciudad se ha visto al carro como un objetivo económico de alcance obligatorio para los habitantes de la ciudad, siempre ha sido el primer gran gasto (no inversión) que hace una persona joven o adulta en su vida.
  • Cultura de la unidad residencial: la familia típica de la ciudad ha adoptado como costumbre vivir en islas dentro de la ciudad, la unidad residencial se ve como una garantía de seguridad pero también como una forma de exclusión social para sólo convivir con los mismos pares.
  • Cultura del centro comercial: una de las no muy buenas costumbres que los paisas han adquirido de los Estados Unidos es la costumbre de socializar en un centro comercial, en parte por la arraigada cultura de negociantes, la ciudad se ha ido desarrollando alrededor de los centros comerciales y han reemplazado la calle como lugar de interacción social.

El gran problema que tenemos actualmente es que estas tres culturas no pueden continuar siendo las que determinen la vida en la ciudad, porque cada una de ellas ha estado generando unos círculos viciosos que van en detrimento de la calidad de vida de los ciudadanos en diferentes aspectos. No quiero decir con esto que deban desaparecer, solo que deben dejar de ser las culturas predominantes de la gente de Medellín.

En una ciudad con gran desigualdad la mayoría de las personas invierten casi todo su capital disponible en la compra y el sostenimiento de un automóvil, con el crecimiento económico de los últimos años más personas han podido acceder a un carro, pero aunque estadísticamente todavía hay muy pocos carros por habitante ya la ciudad físicamente no puede con la carga de tráfico, porque por su forma de taza no puede construir avenidas circunvalares, además que por la topografía escarpada físicamente no pueden hacerse las avenidas que se hacen en otras ciudades con dimensiones similares en su periferia.

Al acabarse el espacio disponible para construcción dentro de la ciudad las unidades residenciales se están haciendo en las laderas de la periferia, siendo imposible construir las vías que se hacen necesarias en lugares con esa alta densidad de ocupación y de utilización del carro. Además, al dispersar a sus habitantes lejos de los centros de servicios y de actividades de la ciudad causan que la gente tenga que usar el carro permanentemente incluso en horas de poco tráfico, por eso es que las congestiones en la ciudad se viven a toda hora.

La unidad residencial y el centro comercial prácticamente obligan al ciudadano a desplazarse a esos lugares en carro, lo cual además de la incomodidad genera mucha división social, ya que aisla a la gente de acuerdo al poder adquisitivo que requiere cada centro comercial o cada unidad residencial y reducen el espacio público disponible, que ya de por sí por la distribución física de la ciudad es muy limitado.

Y a todo lo anterior le debemos agregar que el Área Metropolitana es una bomba de tiempo en materia de contaminación del aire con sus 3.5 millones de habitantes viviendo en un valle casi completamente cerrado por los cuatro puntos cardinales, cada año escalamos en la lista de las ciudades más contaminadas de Latinoamérica, ya que al tener un parque automotor circulando casi siempre con alto tráfico y por ende bajas velocidades en un valle tan pequeño rodeado de montañas de mil metros inevitablemente se han incrementado los efectos nocivos en la salud de sus habitantes .

Vivimos un punto de inflexión en la historia del desarrollo de Medellín, en los que como sociedad debemos tomar conciencia de las razones por las cuales debemos transformar en conjunto nuestras costumbres y nuestras prioridades de desarrollo, ojalá que la ciudad acuda al gran activo que tiene en la cohesión social, esa cohesión que sacó adelante a la ciudad en medio de sus épocas más oscuras, esa cohesión que hace que Medellín sea una ciudad donde todos hablamos abiertamente con todos y donde todas las comunas de esta tacita de plata podemos ver a nuestros vecinos alrededor del valle con solo abrir la ventana, llegó el momento de transformar nuestras costumbres para que evitemos que esta hermosa ciudad se vuelva desagradable para vivir.

Manuel Castro López

Emprendedor digital, abanderado del desarrollo sostenible y activista político, aquí encontrarán mi visión sobre todos estos temas.

1 Comment

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  • Mane, es una fiel radiografía del devenir de la ciudad la que dibujas con tu análisis. Precisamente, la bomba de tiempo contaminante de la que hablas se ha visto acelerada en los últimos años con la llegada de un nuevo jugador a las calles: las motocicletas, mismas que ya superan en número a los carros.

    Esto hay que seguir pregonándolo a los cuatro vientos, aunque las montañas que nos rodean se lo traguen.