La sin neutralidad en la red colombiana

Hace cuatro años vimos en las redes sociales una campaña contra un acto legislativo en el senado de los Estado Unidos. Bajo el acrónimo de SOPA (Stop Online Piracy Act), que buscaba luchar contra la piratería en internet, el mundo se movilizó a través de las redes sociales al considerarse a este acto legislativo perjudicial para la libertad en la red.

Ante las protestas cesaron dichas pretensiones, o más bien, se camuflaron y pasaron bajo otros acuerdos comerciales como el ACTA (Anti-Counterfeiting Trade Agreement). Durante los últimos años la neutralidad en la red, que se basa en los principios de “no restricciones en las clases de equipamiento que pueden ser usadas, los modos de comunicación permitidos, la no restricción a información, contenidos, sitios y plataformas, o cantidad de datos descargados” ha sido amenazada por operadores telefónicos que exigen una mayor torta de las multimillonarias ganancias generadas por internet.

Este panorama no es ajeno a Colombia, un país donde hay poco conocimiento en lo que respecta a una legislación que conserve la neutralidad en la red. Vimos un esfuerzo por parte del ex ministro Diego Molano para fomentar una industria de la internet competitiva, cuando fue aprobada por la Comisión de Regulación de Comunicaciones la resolución 3502 de 2011, que buscaba regular el artículo 56 de la ley 1450 de 2011. Por la cual se expide el Plan Nacional de Desarrollo, 2010-2014 por congreso de la república. Aquí comienza el calvario de la neutralidad en la red, ya que en un primer momento dicha resolución establece como principios:

“Artículo 3°. Principios.

3.1. Libre elección. El usuario podrá libremente utilizar, enviar, recibir u ofrecer cualquier contenido, aplicación o servicio a través de Internet, salvo en los casos en que por disposición legal u orden judicial estén prohibidos o su uso se encuentre restringido.

Adicionalmente, el usuario podrá libremente utilizar cualquier clase de instrumentos, dispositivos o aparatos en la red, siempre que sean legales y que los mismos no dañen o perjudiquen la seguridad de la red o la calidad del servicio.

3.2. No discriminación. En todo momento, los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet brindarán un trato igualitario a los contenidos, aplicaciones y servicios, sin ningún tipo de discriminación arbitraria, en especial en razón al origen o propiedad de los mismos. En todo caso, conforme lo previsto en el artículo 56 de la Ley 1450 de 2011, los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet podrán hacer ofertas según las necesidades de los segmentos de mercado o de sus usuarios de acuerdo con sus perfiles de uso y consumo, lo cual no se entenderá como discriminación.

3.3. Transparencia. Los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet deben revelar sus políticas de gestión de tráfico a los usuarios y a otros proveedores que tengan acceso a su red.

3.4. Información. Los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet deben suministrar al usuario toda la información asociada a las condiciones de prestación del servicio incluida velocidad, calidad, prácticas de gestión de tráfico relativas a cada plan ofrecido o acordado, en los términos dispuestos en la Resolución CRC 3066 de 2011.”

Si leyeron atentamente se darán cuenta de que estos principios tienen una pequeña gabela que permite el establecimiento de monopolios. Si no lo notaron acá se los expongo:

El principio 3.2 de no discriminación, dice lo siguiente: “En todo momento, los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet brindarán un trato igualitario a los contenidos, aplicaciones y servicios, sin ningún tipo de discriminación arbitraria, en especial en razón al origen o propiedad de los mismos.” Un punto seguido después dice: “En todo caso, conforme lo previsto en el artículo 56 de la Ley 1450 de 2011, los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones que prestan el servicio de acceso a Internet podrán hacer ofertas según las necesidades de los segmentos de mercado o de sus usuarios de acuerdo con sus perfiles de uso y consumo, lo cual no se entenderá como discriminación.”

Aquí se empieza a perder el sentido de neutralidad, ya que la misma legislación permite que un solo jugador pueda dominar el mercado de manera fácil. Esto es  preocupante en el sentido de que se diluye el artículo de la libre elección, porque si bien se elige libremente el proveedor de servicio de internet, otras personas que necesitan de acceso a internet dependerán de dicho operador, y los servicios que este desee brindarle acceso, siendo el operador de telefonía el que pondrá “ofertas” según las necesidades de los clientes, los cuales no necesariamente pueden favorecer a los clientes que utilicen cualquier otro servicio que no se encuentre dentro del ofertado.

En otras palabras, todas las grandes operadoras de telefonía móvil de Colombia han ofrecido, desde hace algunos meses, servicios de datos móviles para Facebook y WhatsApp, por ser aplicaciones altamente extendidas entre los usuarios. ¿Recuerdan que los proveedores de redes y servicios de telecomunicaciones, que prestan el servicio de acceso a Internet, podrán hacer ofertas según las necesidades de sus usuarios, y sus perfiles de uso y consumo, lo cual no se entenderá como discriminación? Bueno, en sí, las empresas se ajustan a la ley, permiten a sus usuarios ingresar a servicios de comunicación vitales.

Pero ¿Qué sucede con otros servicios como Line, Telegram, Snapchat o servicios de streaming de música o video no aliados de los operadores telefónicos? Estos deben competir de manera desigual con los ya establecidos en el mercado, los cuales, por obvias razones, tienen enormes ventajas. Los usuarios ven limitadas sus opciones de utilizar otras aplicaciones, ya que estas tendrían un costo que se vería reflejado en sus planes de datos. Todos los usuarios somos inconscientes de que la legislación favorece a grandes jugadores de la industria del internet, como Facebook o Google, impulsoras de la neutralidad en la red.

Durante los últimos cinco años multinacionales norteamericanas como Google, Facebook, Microsoft, Amazon o Apple se han impuesto en el mercado tecnológico e internet. En nuestros países es evidente el poder que tienen dichas empresas, las cuales han pasado de ser defensoras de la neutralidad en la red, a feroces guardianes del ecosistema tecnológico. Sus servicios extendidos en buena parte de la población mundial no permiten que otros emprendimientos puedan florecer o, en algunos casos, estos son adquiridos por los gigantes ya existentes.

La pregunta que nos queda por hacernos es: ¿Estamos llegando al final de la neutralidad en la red y vamos a ecosistemas corporativos cerrados? La respuesta es desesperanzadora en el sentido de los últimos movimientos en internet y la industria tecnológica, la cual da muestras adónde nos dirigimos. Alphabet Inc. (subsidiaria Google), Microsoft, Facebook, Apple y Amazon vienen en la carrera para crear ecosistemas cerrados donde sus usuarios puedan encontrarlo todo dentro de sus servicios, en esta carrera Microsoft y Alphabet tienen la delantera por la cantidad de usuarios que utilizan sus servicios, creando una zona de confort difícil de romper para una persona promedio. Apple busca exactamente lo mismo, lograr que cada uno de sus clientes no abandone sus servicios y siga dependiendo de ellos para su diario vivir.

La neutralidad en la red ira desapareciendo cuando estas compañías tengan el control sobre cómo producimos contenidos, como los compartimos y desde donde accedemos a ellos, que se nos permite conocer o investigar está cada vez más ligado a la utilidad económica que pueda dejar a esta industria, nos dirigimos entonces a una sociedad donde viviremos en función de producir información, que se nos es devuelta mientras paguemos para acceder a ella y ese pago somos nosotros mismos.

Mauricio Gil Arboleda

Soy sociólogo de la Universidad de Antioquia con fuerte inclinación por las tecnologías en el desarrollo social, amante del análisis de la moda y la sexualidad, con gusto por la música, especialmente esa que es poco escuchada en occidente y con intereses en la geopolítica de Asia en América Latina.

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