La revocación de mandato en México ¿ejercicio democrático o lucha de poder?

«De manera increíble hasta surrealista, los conservadores no quieren la consulta. ¿Qué es lo que están haciendo? Simulando. ¿Qué es lo que hay en el fondo? Politiquería”.


 Apenas en septiembre pasado el Congreso de la Unión de México aprobó la Ley de Revocación de Mandato, una iniciativa propuesta por el presidente, Andrés Manuel López Obrador, en el que se compromete a dejar el poder en caso de que la mayoría de los ciudadanos consideren que ya no confían en él ni en su proyecto.

El poner a consideración de la gente el permanecer o no en el poder, ha sido una de las constantes que ha manejado el propio presidente como eje central de su espíritu democrático, conocedor de que para tener credibilidad necesita mostrarse abierto al escrutinio público y como buen estratega que es, sabe que salvo que sucediera una verdadera tragedia, cuenta con el respaldo de las mayorías.

En 2022 se llevará a cabo este ejercicio, el cual es definido como “el instrumento de participación solicitado por la ciudadanía para determinar la conclusión anticipada en el desempeño de la persona titular de la Presidencia de la República, a partir de la pérdida de la confianza”.

Será el primero en la historia de México y en teoría, el inicio de una nueva etapa de democracia participativa en donde se defina de manera directa la permanencia en el poder del presidente durante su mandato. Un paso importante para quitarle el aura de intocable a la figura presidencial.

Pero ahora los partido de oposición (PAN, PRI y PRD) congregados en la alianza denominada Va por México, han presentado un acto de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), argumentando que la pregunta aprobada por el Congreso de la Unión está “mal formulada”.

La pregunta en cuestión a la letra dice: “¿Estás de acuerdo en que a (nombre), Presidente/a de los Estados Unidos Mexicanos, se le revoque el mandato por pérdida de la confianza o siga en la Presidencia de la República hasta que termine su periodo?”.

Jurídicamente esta petición puede ser procedente, sin embargo a la luz de los hechos, parece ser un juego cuestionable por parte del bloque opositor, ya que lanza un mensaje confuso sobre lo que realmente buscan.

Ellos dicen “proteger los interés de los mexicanos” y argumentan que “la revocación de mandato es una necedad” que generará un costo de unos cuatro mil millones de pesos y “que solamente servirían para el ego del presidente”.

Y agrega este bloque opositor: “Nadie la está pidiendo su revocación, es él el que la promueve, es él el que buscaría las firmas por pérdida de confianza para que luego voten por que se quede».

La respuesta del presidente a estas acciones fue clara. En su tradicional conferencia mañanera, López Obrador señaló: “De manera increíble hasta surrealista, los conservadores no quieren la consulta. ¿Qué es lo que están haciendo? Simulando. ¿Qué es lo que hay en el fondo? Politiquería”.

Pero además López Obrador adelantó un posible escenario. “¿Cuál es el paso siguiente? Decir no participamos y llamamos a no votar, que nadie participe, creen que los ciudadanos son borregos”.

El panorama para la oposición es peligrosa en dos sentidos. La apuesta principal de echar abajo la consulta, puede ser un revés para ellos y perder con esto aún más electores, quienes pueden considerar esto como un acto anti democrático.

Pero dejar que se realice este ejercicio y que el presidente obtenga un resultado positivo para él, puede ser el fin de las aspiraciones de la oposición de pelear por la presidencia de México en el 2024.

Con estos elementos en juego, algo en lo que tiene razón el bloque de Va por México, es que la consulta para la revocación del mandato de presidente, parece más un ejercicio de popularidad en donde de antemano ya conocen el resultado: AMLO se queda hasta el final del sexenio.

Pero será con una carga renovada de confianza y esperanza de sus defensores; además de niveles muy altos de popularidad para el mandatario, lo que le dará mejores proyecciones para impulsar a su sucesor hacia la presidencia en 2024.

Más allá de un ejercicio democrático y de participación ciudadana, es también una estrategia muy bien utilizada por el propio presidente para poner presión mediática en sus opositores y sobre todo, contemplando la posibilidad de que los resultados les sean contrarios, pone contra las cuerdas al Congreso de la Unión y demás instituciones, que tendrán que reconfigurar todo el entramado político para que nombren a un presidente interino.

A sabiendas de que en política nada es lo que parece, esta posibilidad no le conviene a nadie. Así, mientras AMLO disfruta de confrontar a sus adversarios políticos, la oposición busca con desesperación una salida digna en donde sus aspiraciones electorales rumbo al 2024 no se vean muy afectadas, contemplando el hecho de que en estos momentos no tienen ninguna posibilidad de ganar la presidencia.


Daniel Higa Alquicira

Nací en México y estudié periodismo en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); me encanta el fútbol, la música, el cine, la literatura y los viajes. Además de un buen café, la cerveza, tequila y mezcal (puro sabor mexicano). También me encanta platicar con las personas y descubrir lo que piensan y lo que sienten. Soy un enamorado (y lo digo con todo el romanticismo posible) del poder que tienen los individuos para cambiar su entorno a través de acciones simples y que la mayoría de las veces, pasan desapercibidas. La tarea que me he propuesto es encontrarlas y hacerlas visibles.

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