“Este gobierno con la Reforma Política de las FARC quiere cambiar el sistema político y electoral del país para garantizar el autoritarismo y hacer estallar su organigrama institucional en mil pedazos. Quieren acabar los cimientos de la República.”
El 2022 fue el año en que Gustavo Petro – líder de la izquierda radical colombiana – llegó al poder, al solio de Bolívar, al pedestal burocrático y autoritario de los Estados, donde creen que tienen el poder de decidir sobre la vida de cada individuo y donde fabulan y pecan creyéndose Dios y soberanos eternos. En estas líneas no quiero poner en duda la legitimidad de su elección aun cuando hay serias y fundadas dudas sobre ella, mejor que la justicia y la historia tomen la decisión. Hoy el tema que más preocupa al país son las reformas que el gobierno quiere imponerle a la sociedad a través de sofismas y confusión donde prometen ser la solución a todos los problemas.
El presidente Petro fue muy hábil desde el inicio de su gobierno, puso al frente de la cartera del Interior – también conocida como la cartera de la política – a un zorro de las estratagemas politiqueras en el país, Alfonso Prada, funcionario cuestionado en el gobierno Santos pero un gran vociferante del populismo y el engaño en la política, ese individuo está manejando los hilos del poder para que en el Parlamento los congresistas ya diabéticos por la mermelada burocrática y contractual le voten todas las reformas que se le ocurren al peor gobierno de la historia del país.
Otro factor favorable del gobierno Petro es que tiene mayorías en el Parlamento. No solo tiene a los partidos ideológicamente amigos, sino que también a los partidos que se suponen son contrarios – ideológica y moralmente – a la izquierda que gobierna Colombia como el partido Conservador y el de la Unidad Nacional. Esos partidos se vendieron, vendieron sus principios, sus convicciones y vendieron la confianza de sus votantes por el manjar pasajero de la mermelada burocrática.
Con casi todo a favor de Petro, esto es, un MinInterior hábil y politiquero y un Parlamento comprado, el gobierno ha logrado sacar muchas de sus iniciativas legislativas sin ningún problema. Desafortunadamente la oposición es poca y aunque trabajan y alzan su voz fuerte pesa más la burocracia del gobierno que las convicciones y el amor por el país y su futuro de muchos otros partidos que en elecciones se muestran con una cara amable, pero en el poder son meretrices del gobierno de turno.
Muchas son las reformas, pero hay una que pone en peligro los cimientos de la democracia, la República y las instituciones de Colombia. Ya pasó la primera vuelta legislativa la Reforma Política del gobierno Petro que la presentan como la reforma de las reformas la que – según ellos – cambiará por completo la manera de hacer política y que contribuirá, primero, a sanar las heridas del pasado y, segundo, a sembrar las semillas de una mejor política posible para las nuevas generaciones.
El gobierno sigue una doctrina establecida ya en la teoría, la doctrina de la utopía, para ellos todo es posible porque ellos – supuestamente – lo pueden hacer, pero lo que piensan y hacen es totalmente nocivo para las sociedades. Es de esa forma que actúa el socialismo como lo dice Friedrich Von Hayek en su magistral obra, Camino de Servidumbre.
De pronto muchos colombianos no se han dado cuenta que la Reforma Política del gobierno Petro es una orden expresa del Pacto de La Habana y, desde luego, el actual gobierno lo promueve toda vez que lo que se busca es la homogeneización de las ideas políticas y buscan el dominio social a través de la tergiversación de los términos. Así las cosas, quieren cambiar el modelo político colombiano – no importa como sea, si para mejor o para peor – con la palabra prostituida de la paz, porque ha sido la izquierda recalcitrante colombiana la que ha utilizado la palabra paz, que es además un derecho y un anhelo de los colombianos para justificar toda clase de barbaridad.
Decir que la Reforma Política es de las FARC ni es un desatino, ni es sembrar cizaña, ni es ser ave de mal agüero, como tampoco es, desprestigiar al gobierno, es más, el gobierno hace ese trabajo gratis todos los días. Pero no puedo, mi mente y mi corazón me lo impiden, quedarme callado ante una verdad que la sepultan a diario a través de falacias y pendencieros mensajes que como flechas envenenadas entran en las mentes de los colombianos y pueden causar – si no lo advertimos – en heridas mortales para la democracia de esta gran nación.
Todos los amigos del gobierno por convicción o conveniencia burocrática han hablado de la Reforma Política del gobierno Petro, la defienden y la venden como la mejor posible, mejor dicho, nadie antes pudo pensar en algo semejante como lo pensó Petro y tampoco habrá alguien más en el futuro que lo pueda pensar así, porque ellos se creen los todopoderosos que van a salvar al mundo y al universo, así actúan los socialistas.
Pero como ya lo advertí en líneas anteriores, la Reforma Política es una orden del Pacto de La Habana, por eso y no es raro, el pasado 15 de enero el comandante en Jefe de las FARC, Rodrigo Londoño alias Timochenko, se refirió al tema con ahínco, claro, porque son ellos los ideólogos de esa Reforma que por el Parlamento pasa fácilmente por los ríos de plata y contratos que reciben los congresistas vendidos.
Ese criminal – lo es porque no ha pagado por sus crimines ni a pedido perdón – de Timochenko le envió un mensaje directo al presidente de la República y al presidente del Parlamento, porque el se cree el dueño del poder en una actitud solapada y con la autonomía y potestad de darle ordenes a las instituciones del país. Así quedó establecido en Cuba, las FARC mandan en el país, pero por debajo de la mesa.
El mensaje fue claro, Timochenko dijo: “Urge cambiar el sistema político colombiano para que el Parlamento, los gobiernos y corporaciones regionales trabajen en función de la ciudadanía”. Cualquiera que lea esa frase dirá que lo que quieren es cambiar lo “malo” por lo “bueno”, pero ¿qué es lo malo y lo bueno para las FARC?, ya lo conocemos por su actuar desde hace décadas. Ese señor en vez de estar hablando de cómo cambiar nuestro sistema político y electoral debería estar hablando de sus crímenes y pidiendo perdón desde una cárcel.
También dijo y confirmó que fue el Pacto de La Habana quien “… creó una comisión de expertos para formular recomendaciones orientados a depurar el sistema político y electoral colombiano de los vicios que lo convirtieron en botín de clanes y mafias”. Da risa esta frase porque habla de “mafias”, ¿acaso no era él un mafioso junto con su organización? ¿ese individuo ya pagó por sus crimines de mafia para poder hablar de ella? Todo lo contrario, se ha quedado callado y además tiene el cinismo de justificar ese actuar. Por otro lado, ¿Quiénes fueron los que dieron “recomendaciones” que parecen más “órdenes” al Estado democrático de Colombia? Las declaraciones del criminal hace que broten las preguntas de todo colombiano por su actuar y además de que no hable en nombre de nadie, él solo representa el crimen.
Tenemos que recordarle a ese criminal que ha sido Colombia la nación con mayor tradición democrática y republicana de la región, así que él no puede decir, ni siquiera, poner en duda la institucionalidad de este país porque él estaba del lado de los enemigos de la Nación.
Desde ese Pacto de La Habana desastroso para nuestra nación, personajes desconocidos por un lado y criminales por otro, le dan “recomendaciones” al Estado colombiano como si tuvieran ese derecho, como si en verdad se les hubiese concedido, como si el pueblo los hubiese elegido para tomar esas decisiones deliberadas y ponzoñosas contra la República. Además, esas “recomendaciones” vienen llenas de proyectiles que buscan explosionar los cimientos de nuestra democracia. Son ahora ellos – los criminales – los que nos dicen qué es lo que tenemos que hacer con nuestra Patria, ni más faltaba, pero como son cínicos y desvergonzados se atreven a darnos clases y se creen salvadores y profetas.
Fue ese Pacto el que le ordenó al Estado colombiano establecer las listas cerradas a los partidos políticos de manera OBLIGATORIA, Timochenko dijo: “una de esas recomendaciones fue establecer la lista cerrada como mecanismo democrático y electoral para fortalecer a los partidos alrededor de programas y plataformas políticas, acabando así los partidos de garaje que son simples vendedores de avales”.
Reitero, todavía no entiendo cómo ese personaje, un criminal de todas las horas se atreva a dar esas opiniones cuando se está hablando del fundamento, de la piedra angular de nuestra democracia y nuestra república. Por otro lado, cuando de partidos de garaje me imagino que habla del Partido Comunes al cual pertenece, un partido creado por una barita mágica porque ni siquiera una buena porción del electorado colombiano lo apoya. Por último, con referencia a las listas cerradas eso no es otra cosa que quitarle al ciudadano el derecho de saber por quienes van a votar, ¿Por qué quieren obligar a un ciudadano a votar por todo un partido cuando en esas listas cerradas incluyen a personas que no tienen idea de cómo servirle al país con honestidad y convicción? Siguen el guion socialista al pie de la letra, quitarle la libertad de elección al individuo para convertir a la sociedad en una sola con un solo pensamiento, es más, eso ya no es socialismo sino comunismo.
Critican a los partidos como empresas vendedoras de avales cuando hay lista abierta, pero no se dan cuenta o quieren ocultarlo que con la lista cerrada no hacen otra cosa que coronar al jefe del partido como si fuera un Sumo Pontífice de la política con funciones absolutistas. No estoy en contra de las listas cerradas per se, en lo que estoy en total desacuerdo es que la IMPONGAN en el país y que eliminen la lista abierta.
Termino estas sencillas líneas diciendo que Colombia tiene una tradición democrática, republicana e institucional de más de 200 años y que un Pacto Criminal hecho con babas hace un poco más de seis años puede cambiarlo todo no puede destruir a esta gran Nación. Este gobierno con la Reforma Política de las FARC quiere cambiar el sistema político y electoral del país para garantizar el autoritarismo y hacer estallar su organigrama institucional en mil pedazos. Quieren acabar los cimientos de la República.
¡Los colombianos que amamos esta Nación la defenderemos cueste lo que cueste!
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