La profesión mejor matada en Colombia

“El asesinato de los líderes no solo les arrebata la vida, sino que también su representación, su derecho y su honra, se intenta borrar su lucha, generan miedo para toda la comunidad y quieren dejarlo en una posición de insurgente, el silenciador hace su trabajo, doblega corazón y corrompe la lucha de los líderes que intentan mejorar la manera en la que vive su comunidad”


Ser líder social en Colombia es una profesión con alta demanda de muerte, una vocación de riesgo. Lo definen como un vocero que dirige o conduce un grupo social, colectividad o ideal, pero esta definición de diccionario se queda corta para todo lo que hacen; en realidad son una especie de superhéroe, un sobreviviente, la voz de los oprimidos, son la esperanza del pueblo, se dedican a la promoción, el respeto y la protección de los Derechos Humanos en todos los ámbitos, buscando el cuidado de la cultura, de sus tierras, razas, identidades y dándole voz a los que callaron y siguen silenciando. Estos son especialistas en desarrollar una capacidad inminente de supervivencia que adquieren por las amenazas, el despojo y las muertes, que son tantas que no existen cifras completamente claras de estas, según la ONG Indepaz, en Colombia, en el año 2020, fueron asesinados 310 líderes sociales, entre indígenas, afrocolombianos, campesinos, mujeres y 64 firmantes del Acuerdo de Paz.
¿Se puede estimar una cifra en un país donde las víctimas son asesinadas en veredas donde no llega ni ley, ni Estado? No queda alternativa, solo la de llorar y enterrar al muerto y esto se presenta de manera sistemática en muchos lugares del país, de forma cíclica y repetitiva, un uróboro. Y aunque es verdad, que las estadísticas no son precisas, también es cierto que la violencia fue y es una realidad que vive y no cesa, pero más allá de eso ¿algún día parará este país de sangrar?

https://www.elespectador.com/colombia2020/pais/caricaturas-para-repudiar-el-asesinato-de-lideres-sociales-en-colombia-articulo-856376/
“Si nos quedamos callados nos matan y si hablamos también nos matan, entonces mejor hablamos”. fueron las palabras de Cristina Taquinas Bautista, líder indígena que fue asesinada luego de darle vida o quizá muerte, irónicamente a esta frase. El asesinato de los líderes no solo les arrebata la vida, sino que también su representación, su derecho y su honra, se intenta borrar su lucha, generan miedo para toda la comunidad y quieren dejarlo en una posición de insurgente, el silenciador hace su trabajo, doblega corazón y corrompe la lucha de los líderes que intentan mejorar la manera en la que vive su comunidad.

No se necesitan chalecos antibalas, ni militarizarnos con Berettas, Taurus, Colt, fusil FAL o AK-47, se necesita protección y garantías, se necesita indignación, sensibilización, pero también aborrecimiento y repudio contra cada uno de los actos que atentan contra la integridad de cualquier ser vivo, no es solo una cifra utópica, es un genocidio que busca la manera de enmudecer a quienes quieren un cambio, arrebatando la democracia. “Entre todos los líderes sociales del país, ¿podría decir si hay algún ejemplo de alguno que ejerza su labor bajo lo ideal: ¿alguien que defienda una causa y tenga un salario por eso, y su familia esté tranquila, y llegue a su casa normal, y tenga una intimidad, y sepa que nadie lo está persiguiendo…? ¿Hay algún ejemplo de eso acá en Colombia?”
Hay que luchar, persistir para que se recuerden las luchas que se intentaron borrar ocultar, y no permitir que se quebrante de nuevo su legado que pueda existir una constante transformación social. Es esto, lo que debemos de consignar porque de lo contrario vivir en Colombia, seguirá siendo sentencia de muerte.

 

Dayhana Betancur Escobar

Abogada.
Maestrante en DIH, DDHH Y DOP.
Mejor Congresista Nacional Universitaria 2021.
Hago vídeos de política, derecho y actualidad en mi Instagram y TikTok.

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