“Todos ahora quieren votos, pero el día luego de las elecciones todos quieren un lugar en el gobierno.”
En 2017, Pedro Sánchez, actual presidente de España, decía en un mitin de su partido que “España es una nación de naciones, en la cual Cataluña es una nación”, en un contexto de agitación nacional provocado por el referéndum por la independencia y la posterior represión del gobierno de Mariano Rajoy. Hoy, en febrero de 2021, el mismo Sánchez envía a su (ya) exministro de sanidad para hacer campaña en medio de una pandemia mundial: eso demuestra la importancia de esta nación que se juega su futuro el 14 de febrero.
Lo que está en juego en las urnas es más que el reparto de escaños en el parlamento, es el avance o retroceso (que depende del prisma del que juzgue) de la nación catalana y sus habitantes. Las elecciones tienen la intención de cerrar heridas abiertas por el “procés” (como se le conoce al evento del referéndum del 1O en Cataluña) y los que buscan reafirmar el “clamor popular” de una república independiente. Esto ha generado que los periodistas, con calculadora y encuestas en mano, les pregunten a los líderes de cada partidos sobre hipotéticas alianzas.
Los dos (hipotéticos) bloques principales son: el “constitucionalista”, quienes ¿juran? Defender la soberanía de España por encima de las diferencias ideológicas. Aquí se encuentran el Partido Socialista de Cataluña (izquierda), Ciudadanos (centro), Partido Popular (derecha moderada) y VOX (extrema derecha). Aunque Ciudadanos, mediante su presidenta Arrimadas, ha sido el único partido en hacer público la intención de coalición para gobernar, los otros dos partidos han dejado entrever que “España” va primero.
Del otro lado están los “independentistas”, donde mayoritariamente la conforman Esquerra Republicana de Cataluña y Junts Per Catalunya, que, aunque por vías distintas y con varios rifirrafes de lado a lado, estarían dispuestos ambos a “hacer cumplir la voluntad” de aquellos que se sienten más catalanes que españoles. Que a ciencia cierta no existe datos que respalden la unanimidad de dicho deseo, más allá de ser los que gritan más fuerte sus deseos.
Por ello, aunque no haya sumas ciertas y todo por ahora es especulación, es inevitable pensar que será de una de las regiones más importantes del mundo bajo el mando de un bloque u otro. Todos ahora quieren votos, pero el día luego de las elecciones todos quieren un lugar en el gobierno, por lo que, como casi siempre, los perjudicados serán aquellos que depositan su confianza y anhelos a partidos que quieren poder. La pandemia ha marcado una agenda inmediata, pero, cuando termine la pandemia, empezará la verdadera batalla política.
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