La inhumanidad del «aborto legal»

Violación, malformación del feto y riesgo de vida para la gestante. Razonable acierto hecho por la Corte Constitucional referente a la permisión del aborto en Colombia. Salva la esencia humana y la defiende de la cosificación.

Hace unos meses se veía con gran fervor un auténtico debate en las tierras argentas. El «aborto legal» no había tomado tanta fuerza en la voz pública desde entonces, y no fue tal sorpresa para este servidor que hoy día dicho debate se presencie en Colombia.

Interesante es, que «el aborto legal» se posesionó en las propuestas legislativas del parlamento argentino y su fuerza política era descomunal. Sumando a esto el gran activismo que proliferó bajo este concepto apoyado en su gran mayoría por jóvenes. Entonces vemos que la legalidad del aborto lleva consigo vertientes muy liberales y radicales que toca el idealismo más profundo de la época contemporánea y que se refuerza bajo el argumento de una precariedad social muy sustancial en toda América latina.

Y son por estos elementos, que mi argumento contradictorio toma fuerza. La cosificación del ser humano parece ser una incontrolable tendencia en la actualidad. Tal es el fervor frenético que se puede concebir en esta usanza, que al parecer ya no podemos diferenciar la garantía de derechos que se nos pueda atribuir frente a los límites que se nos encomiendan como sociedad. Esta mencionada esencia es la gran distinción que tenemos como seres con predominio en la razón por encima de las reacciones biológicas.

Explico toda mi retórica. La legalización de una figura jurídica y socialmente inestable como lo es el aborto, conlleva repercusiones que a mi concepción son demasiado perjudiciales para nuestra comunidad en general. Pongamos en cúspide varios elementos:

 

Lo legal por virtud, es cotidiano.

Esta es una de las fichas claves para entablar el argumento de la cosificación. Si la ley permitiese desmesuradamente que toda persona en aras de concebir pudiera interrumpir su gestación por simple conveniencia, entonces el resultado lógico sería un gran aumento en las prácticas resultantes de esta legislación.

 

El olvido de la prevención.

Este es el apartado que encuentro idóneo para frenar la crisis social que genera la extensa población y el precario trato al gestado. La prevención nos libra a todos de responsabilidades que no podemos en un principio afrontar. ilógico sería atribuirse obligaciones sin el ánimo de cumplirlas, pero esto solo se llega a racionalizar con una educación integral. América Latina escasamente lucha por una educación lejos de ser integral, pero sin duda es esta figura es el pilar más importante para el desarrollo de una sociedad lejos de la crisis. Irónicamente el olvido a la prevención es consecuencia directa de afianzar legalmente el aborto.

 

El aborto clandestino es un error voluntario.

La fuerza del argumento de los activistas por el aborto legal se basa en un nefasto error. Sin embargo el argumento es defendido por masas juveniles con muy poca percepción del alma y voluntad de la norma. Alegan entonces que la no permisión del aborto legal aumenta la clandestinidad de esta práctica. El error en cambio viene del negocio de oferta y demanda. La popularidad de la clandestinidad proviene de la voluntad de su usuario, el gestante.

Por último me atrevo a rescatar sin duda alguna, que los lineamientos otorgados por nuestra corte constitucional son de real acierto. Muchos consideran estas distinciones como elementos restrictivos de la figura del aborto, yo los considero como atribuciones de permisión y respeto por el ser humano. Y me atrevo a decir que esta distinción hecha por la corte es una gráfica conceptual muy exacta para defender la dignidad humana. Nuestro objetivo es entonces, el de exaltar el ser humano y sus principios aboliendo la cosificación.

Martin Alvis Gonzalez

Estudiante universitario de la Facultad de derecho, interesado en temas políticos nacionales e internacionales; socio-económicos y culturales del país. Actual investigador en derecho penal.