Algunas personas me han criticado por mi artículo sobre la pérdida por diferencia en cambio de EPM en el primer trimestre del año[1]. Señalan que se me fue la mano porque se trata de una pérdida puramente contable sin impacto sobre la caja y que un movimiento de la tasa de cambio en sentido contrario permite recuperarla. Esta posición es asumida por EPM en el boletín informativo de los resultados del primer semestre del año, donde puede leerse lo siguiente:
“A ello se suma un gasto neto contable, sin afectación de caja, por diferencia en cambio de $ 723 mil millones, producto de una reexpresión (SIC) de la deuda en dólares asociada a la devaluación acumulada del peso de 14,70%. En el trimestre se registró una reversión de $ 612 mil millones del gasto por diferencia en cambio respecto a marzo, dada una revaluación del peso colombiano durante el segundo trimestre de 2020”
Todo eso puede ser cierto, pero es irrelevante frente al hecho de que la ausencia de cobertura pone a la empresa en un riesgo que no debería asumir dada la naturaleza de los negocios a los que se dedica.
La contabilidad de los negocios es de causación no de caja. Eso significa que los ingresos y los egresos se registran en el momento en que se causan. El sistema de causación tiene el propósito de evitar que se confunda la liquidez con la utilidad o la iliquidez con pérdida, al saber que tienen compromisos o acreencias que darán lugar a un movimiento de efectivo en algún momento del futuro.
Una pérdida por diferencia en cambio se traduce ipso facto en un aumento del valor de la deuda en moneda local por el monto exacto de la pérdida. En la contabilidad por partida doble, ese aumento de valor de la deuda tiene necesariamente una contrapartida que no puede ser otra cosa que una reducción del valor del patrimonio, puesto que el valor del activo sigue siendo el mismo antes y después de la pérdida. Como este texto está también dirigido a personas sin entrenamiento contable, me permito explicar brevemente la cuestión.
El activo (A) de una cualquier empresa se financia con recursos de los prestamistas, que se llaman deuda (D), y recursos de los propietarios, que se llaman patrimonio (P). En todo momento del valor del activo es igual a la suma de la deuda y el patrimonio, la famosa igualdad contable:
A = D + P
Esa es la esencia del balance general de cualquier compañía que nos dice a quién corresponde la propiedad del activo.
Cuando se registra una pérdida por diferencia en cambio (PDC) el valor de la deuda se incrementa en el mismo monto:
D´ = D + PDC
Como el valor del activo no ha variado, la contrapartida tiene que ser una reducción igual del valor del patrimonio:
P´ = P – PDC
De tal suerte que, después de la operación, el balance general queda así:
A = D´ + P´
Donde, evidentemente, D´ > D y P´ < P. Es decir, un mayor valor del activo es propiedad de los acreedores y un menor valor de los propietarios. El “gasto neto contable” es una pérdida patrimonial. Eso no es trivial pues se alteran una serie de indicadores importantes en los mercados financieros.
Las operaciones de cobertura, que se realizan mediante los llamados derivados financieros (opciones, futuros, forward), tienen el objetivo de evitar que las variaciones de la tasa de cambio alteren los estados financieros por causas diferentes a las que tienen que ver con las actividades propias de la compañía. Cuando se presenta devaluación, la pérdida de por diferencia en cambio, por el aumento del valor de la deuda, es compensada por una ganancia equivalente en el instrumento de cobertura. En presencia de revaluación se produce el efecto contrario. De esta forma el estado de resultados refleja adecuadamente la operación de la compañía y el valor del patrimonio no es afectado por la diferencia en cambio. El único efecto es el costo de la cobertura que entra en los gastos financieros.
No sé si la ausencia de cobertura ha tenido o no un impacto sobre la caja. Si las alícuotas de los créditos se han cubierto con dólares adquiridos en el mercado spot, seguramente si la afectaron.
Como la pérdida por diferencia en cambio del primer semestre fue de $ 723 mil millones, para una devaluación cercana al 15%, el valor de la deuda descubierta al 31 de diciembre de 2019 es $ 4.8 billones, aproximadamente. Como la pérdida por diferencia en cambio del primer trimestre fue de 1.350 miles de millones, el valor de la deuda descubierta a 31 de diciembre de 2019 es de $ 5.4 billones, aproximadamente. Aparentemente, se han cubierto cerca de $ 600 mil millones en el segundo trimestre.
Se destaca en el boletín del segundo semestre que: “En el trimestre se registró una reversión de $ 612 mil millones del gasto por diferencia en cambio respecto a marzo”. Sinceramente es algo que me alegra, aunque preferiría ver que se avanza más en la cobertura de la deuda. Si fuera mi empresa, optaría por un mayor gasto en cobertura en lugar de dejar que los estados financieros estén como un yoyo – arriba y abajo – al vaivén de la tasa de cambio. Lo malo es que el dólar ha empezado nuevamente su marcha ascendente y una gran porción de la deuda continuaba descubierta a junio.
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