La enseñanza de la economía: ¿una cuestión técnica y científica?

Gregory Mankiw es un prestigioso profesor de economía en Harvard, una de las mejores universidades del mundo. Allí ha dictado cursos de macroeconomía, microeconomía y estadística, entre otros. Pero su influencia no se circunscribe a este prestigioso claustro, pues este hombre ha publicado varios libros de importancia y múltiples artículos en reconocidas revistas económicas, y también en periódicos como el New York Times y el Wall Street Journal. Como se ve, su hoja de vida es envidiable.

Sin embargo, no todo es color de rosa, pues en el año 2011 Mankiw fue protagonista de un penoso episodio, cuando un grupo de estudiantes se retiró de su clase y publicó una carta abierta dirigida al profesor[1], en la que le reprochaban que en su curso él se limitara a exponer una determinada visión de la economía, cercana a postulados neoliberales, y no discutiera ni los supuestos ni los problemas de esta perspectiva, que autores críticos de la misma habían desarrollado. El académico respondió de manera respetuosa[2] a sus estudiantes y, que yo sepa, dicha polémica murió.

Si bien este suceso no me afecta directamente, lo traigo a colación porque en este momento siento que estoy viviendo algo similar a lo que vivieron los estudiantes de Mankiw. Soy estudiante de último semestre de Ciencias Políticas y de tercer semestre de Derecho en la Universidad EAFIT (Medellín, Colombia) y estoy viendo un curso en el que se tratan, de manera muy básica (puesto que es un curso dirigido a no economistas) algunos temas propios de la economía.

Puesto que mi formación en economía es poca, tenía la esperanza de que en este curso aprendería un poco más sobre esta disciplina, que es hoy en día fundamental para la comprensión de los fenómenos sociales y políticos. Para ser justos, debo decir que estoy aprendiendo unas cuantas cosas interesantes, y que estoy llegando a entender conceptos que antes me eran esquivos. Sin embargo, y al igual que para Mankiw, no todo es color de rosa.

Resulta que el enfoque de esta materia es uno económicamente neoliberal y políticamente conservador, lo cual no es de sorprender, pues el libro básico del curso es precisamente “Principios de economía”, de Gregory Mankiw. Esto no es per se algo malo, pues el texto es sumamente claro y comprensible, por lo que se constituye en una herramienta de apoyo muy valiosa para cualquier estudiante, especialmente para quienes no tenemos una formación sólida en economía.

El problema es que lo que se nos enseña en este curso no es expuesto como una postura determinada que, como toda posición, tiene sus defensores y sus críticos. Por el contrario, me da la impresión de que se nos quiere inculcar que lo que está en el libro de Mankiw y lo que vemos en clase son una serie de verdades absolutas que han sido descubiertas por la «ciencia de la economía». Y eso no me lo trago entero.

En el libro y en la clase se nos expone, entre otras cosas, que el libre mercado es algo que nos beneficia a todos y que la intervención del Estado en la economía es algo nocivo, puesto que las fuerzas de la oferta y la demanda tenderán a un punto de equilibrio, que en últimas beneficiará a la sociedad. La explicación se extiende cuando se nos aclara, por ejemplo, que en general el cobro de impuestos y el establecimiento legal de un salario mínimo son intervenciones estatales en la economía que, aunque bienintencionadas, resultan ser nocivas para el funcionamiento y bienestar de la sociedad, puesto que tienen consecuencias que, en lugar de ayudar a los más necesitados, los terminan perjudicando.

Por supuesto que todo lo anterior es sustentado con refinados modelos, gráficos y ecuaciones, que le imprimen un aire técnico y científico a estos postulados, y que hacen que los mismos se vean blindados ante cualquier crítica. Pero creo que esto no es cierto: la defensa del libre mercado y la no intervención del Estado en la economía es una postura válida y defendible. De hecho, personalmente tengo algunas coincidencias con esta perspectiva, y considero que autores como Hayek han hecho una brillante defensa de sus supuestos, premisas y consecuencias, que son dignas de ser estudiadas.

Sin embargo, lo que me parece inaceptable es que se presente a la perspectiva neoliberal como un asunto técnico y científico y, por lo tanto, moral y políticamente neutro. No, eso no es cierto. El neoliberalismo, como todas las visiones de la economía, presupone una determinada concepción moral del hombre y la aceptación de una determinada filosofía política.

Por ello, es injusto y éticamente cuestionable afirmar que el libre mercado es bueno y la intervención estatal en la economía es mala, argumentado que la «ciencia de la economía» ha probado esto más allá de toda duda, y que lo anterior se hace evidente si tenemos en cuenta que es el laissez faire laissez passer el que le brinda a la sociedad resultados más “eficientes”. Eso es intentar camuflar una afirmación moral y política (y por tanto debatible) con un manto técnico y científico (y por lo mismo indiscutible) y, por ello, es una acción éticamente cuestionable.

Y más cuestionable aún me parece que este tipo de acciones las lleven a cabo profesores universitarios, que están formando a quienes el día de mañana posiblemente serán los líderes políticos, empresariales y académicos de nuestro entorno. Éstos tendrán la tarea de pensar y resolver los problemas políticos y económicos de la sociedad futura, y para ello necesitaran una visión amplia y crítica de los fenómenos económicos, y no una receta preconcebida de soluciones aparentemente técnicas, que en el fondo son inevitablemente políticas.

@AlejandroCorts1

[author] [author_image timthumb=’on’]https://fbcdn-sphotos-f-a.akamaihd.net/hphotos-ak-ash3/t1.0-9/10157367_1429775133947014_2734248217865849022_n.jpg[/author_image] [author_info] Alejandro Cortés Arbeláez Estudiante de Ciencias Políticas y Derecho de la Universidad EAFIT. Ha publicado en revistas como Cuadernos de Ciencias Políticas del pregrado en Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT, y Revista Debates de la Universidad de Antioquia. Ha sido voluntario de Antioquia Visible, capítulo regional del proyecto Congreso Visible. Actualmente se desempeña como practicante en el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia (IEPRI). Leer sus columnas. [/author_info] [/author]

 

[1] Ver: http://harvardpolitics.com/harvard/an-open-letter-to-greg-mankiw/

[2] Ver: http://www.nytimes.com/2011/12/04/business/know-what-youre-protesting-economic-view.html?_r=0

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4 Comments

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  • Alejandro, como economista del mismo claustro universitario discrepo de su opinión, considero que en un curso básico de economía para no economistas, es virtualmente imposible abarcar el grado de profundidad con el que podrías satisfacer tus ansias de conocimiento. Para ahondar desde una perspectiva mas cercana a las ciencias políticas, seria mas pertinente un curso sobre pensamiento económico, el cual te sugiero. Como argumento de defensa no me queda mas que decir que la metodología actual de enseñanza económica es del tipo deductiva, ya que se parte de una generalidad globalmente aceptada, que representa los conocimientos mas trabajados de la ciencia y a partir de esta se comienzan a vislumbrar las fallas, criticas y discusiones en torno a esta y como se llego a lo que hoy por es la ciencia económica. (en medicina se usa la frase «ir del caballo a la cebra»). Ante esto la llamada Síntesis Neoclasico keynesiana se convierte en el punto de partida, mas no representa la verdad absoluta.
    Si ese espíritu de insatisfacción que expresas hace que germine la curiosidad por la economía, la clase que estas viendo ha dejado de ser un requisito mas en el currículo y se perfila como la puerta de entrada a un mundo de conocimientos hermanos a las ciencia políticas.

  • Debo admitir que me parece genial que un estudiante de Ciencias Políticas este viendo materias de Economía. Algo que siempre me gustó de los pregrados de Derecho y Ciencias Políticas de EAFIT era que, a diferencia de otras universidades, los estudiantes de pregrado de esas carreras eran expuestos a nociones básicas de Economía. Creo que aprender de Economía y Estadística hoy en día puede servirle más a la persona del común que ver Cálculo, y mucho más a un abogado o politólogo.

    Dicen que el lenguaje es el 50% de cualquier profesión. Los economistas manejamos un lenguaje y una forma de razonar que puede ser difícil de entender si se viene de otras áreas y por eso comienzo por hacer una aclaración respecto al denominado “enfoque neoliberal” al que hace referencia en la columna. En mi opinión, no existe entre los mismos economistas algo denominado «escuela neoliberal”. La razón es simple y nada tiene que ver con adoctrinamiento o hegemonía del “noeliberalismo” en la profesión: El término proviene de áreas diferentes a la Economía. Su uso es más común en otras áreas para relacionar ideas o personas con aquellas que suelen asociarse al denominado “Consenso de Washington”. Pero las ideas que vos ves en el curso introductorio de principios de economía las comparten economistas de diversos espectros políticos, lo que se refleja en el contenido de la gran mayoría de libros de introducción a la Economía.. Sin ir muy lejos, el libro de Principios de Economía de Paul Krugman es muy similar en enfoque y contenido al de Mankiw, a pesar de que este autor está en el otro extremo del espectro político.

    Pienso que eso es algo normal ya que el curso de economía introductorio no busca enseñar verdades absolutas ni hechos sino una forma de pensar. Lo que distingue a un economista es el razonar en términos de «elección» e «incentivos» de forma estructurada. Los economistas suelen comenzar valiéndose de técnicas retóricas para convencer al interlocutor de que unos supuestos básicos son razonables. Luego, se analizan las consecuencias lógicas de estos supuestos, consecuencias que suelen tomar la forma de algún modelo. Finalmente, se usa este modelo para entender la realidad. Algunos ven esta metodología, las gráficas, la matemática como “ciencia” pero no es necesario. Basta con pensar que es una simple estructura, un aparato metodológico para entender la realidad de forma organizad, poder analizar la estructura de un argumento a partir de su consistencia interna, no los motivos o sesgos ideológicos del autor.

    Por ejemplo, si no le gusta que un simple modelo de oferta y demanda sugiera que un salario mínimo más alto genera más desempleo, hay que argumentar porque este modelo básico está mal. Cuando un buen economista considera que aumentar el salario mínimo no genera más desempleo ataca los supuestos, no al autor acusándolo de sesgo ideológico. Vos podés pensar que la idea de que un empleador reduzca su nómina por ser más costosa puede es irrealista. Puede ser que los empleadores no despidan a sus trabajadores porque tienen habilidades difíciles de encontrar, porque es más costoso echarlos, porque creen que salarios más altos harán que se esfuercen más o porque se sientan moralmente obligados con sus trabajadores. Esos supuestos conllevan a otros modelos con otras implicaciones. El tema es de gran discusión y hay economistas de las principales universidades del mundo que ofrecen fuertes argumentos para una subida del salario mínimo en EU al mismo tiempo que enseñan en cursos introductorios el modelo de oferta y demanda básico para entender el mercado laboral con el libro introductorio de Mankiw. Ante la pluralidad de teorías, toca recurrir a métodos estadísticos para ver cual modelo es más «probable», pero esa es otra discusión.

    La Economía como disciplina no es perfecta ni está libre de problemas. Uno puede argumentar que en la actualidad se escriben decenas de papers con poco impacto, que Freakonomics está pudriendo mentes brillantes y llevando la profesión a gastar capital humano en temas poco relevantes. Puede quejarse de que algunos modelos muy populares dependen de supuestos poco realistas, que hay mucha agregación en macro, que los modelos usan demasiada matemático o muy poca, entre muchas otras cosas. Pero creo que algo de humildad como estudiantes nos puede hacer bien antes de comenzar a criticar. Al comenzar la carrera, veía supuestos irrealistas por todos lados. En retrospectiva, puedo ver que muchos eran simples herramientas pedagógicas para permitirme una introducción a ideas muy complejas para las cuales no estaba preparado. Solo años después de graduarme empecé a entender algunas de esas ideas.

    Al final, “Occupy Mankiw” no pasó de ser un episodio pasajero y los estudiantes volvieron a clase a aprender los modelos que criticaban pero desconocían. Y por una buena razón: Hay valor en el contenido y los modelos básicos que se enseñan en los cursos de introducción en la economía y en los libros de autores como Mankiw, independiente de su posición política. Dicen que se necesita un modelo para tumbar otro modelo y, al parecer, aún no hay uno mejor que el modelo básico de oferta y demanda para enseñar Introducción a la Economía.