“Es paradójico que nuestros gobernantes son el faro de la moral precisamente cuando salen de sus cargos.”
El pasado 10 de agosto de 2020 se conoció un comunicado del actual alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, en el que manifestaba que a aquellos ciudadanos que fuesen encontrados departiendo en fiestas clandestinas se les haría un corte de energía y “si es posible, el agua también.” Una medida que además de ser ilegal, pues rebasa los límites de la Ley 1801 del 2016 y en cierta medida va en contra de la Sentencia C-308 del 2019 de la Corte Constitucional en la que establece que la fuerza pública no está autorizada para ingresar en los domicilios, dando cumplimiento al Art. 28 de nuestra Constitución Política, es también inhumana.
No puede ser que la desobediencia y en parte, inconsciencia de la ciudadanía se ataque restringiéndole algo tan básico como sus servicios públicos; y más en el marco de una pandemia que nos exige un estado de salubridad aún mayor del que estamos acostumbrados. Claro está que el alcalde no es abogado, ni tiene una formación en leyes, pero ¿dentro de su equipo no tiene quién le contenga esas salidas en falso o lo oriente frente a sus límites como mandatario local?
Como era de esperarse, las reacciones saltaron a la vista. Uno de los primeros en manifestarse fue el Personero Municipal, William Vivas Lloreda. Por medio de su cuenta en Twitter manifestó: “De ninguna manera se podrá suspender el servicio de energía y menos de agua a personas que estén celebrando fiestas clandestinas, esa advertencia @QuinteroCalle desborda los límites establecidos en la ley 1801/16 y sentencia C-308/19 de la @CConstitucional”. Era claro que como dicta el artículo 178 de la Ley 136 de 1994, el personero está en la obligación de “defender los intereses de la sociedad” y “vigilar el ejercicio eficiente y diligente de las funciones administrativas municipales.” Es bueno saber que contamos con un control político al alcalde, que viene desde diferentes concejales, el representante del ministerio público y la ciudadanía en general.
No obstante, lo que nos convoca en la presente columna fue un trino del anterior mandatario de los medellinenses, Federico Gutiérrez. En este, el exalcalde de la ciudad manifestaba: “A la ciudadanía se le habla con Cariño. A la ciudadanía se le invita a cumplir las normas, incentivando la cultura ciudadana. A la gente se le debe querer…” Es paradójico que nuestros gobernantes son el faro de la moral precisamente cuando salen de sus cargos. Samper, vinculado al proceso que lo acusa de haber recibido dineros de la mafia en su campaña, ahora propone la legalización de la droga como un acto que, según él, viene defendiendo desde hace 40 años; Santos, quien prácticamente entregó el páramo de Santurbán a la multinacional Minesa, ahora le recomienda al presidente Iván Duque que “hay que pensar en cómo la economía será verde […] para enfrentar un problema mucho mayor que es el cambio climático.”
Y ahora, quien se convirtió en promulgador de un buen trato hacia la ciudadanía es Gutiérrez. Sin embargo, de lo que ‘Fico’ no se acuerda, o por lo menos no quiere que los ciudadanos rememoren, es su cruel linchamiento mediático y casi jurídico a Yorman Andrés Villa Arias, un joven al que el exalcalde persiguió y capturó por supuestamente haber asesinado a tres personas en la comuna 13 de Medellín y que de no ser por un juez de la república estaría injustamente condenado; pues se demostró que Villa Arias había sido confundido con Johan Sebastián García Vélez, el verdadero culpable. Vaya forma tan particular de “querer a la gente”.
Como si no fuera poco, el exalcalde, luego de la liberación del inocente, declaró ante varios medios de comunicación: “Así es muy difícil, cogemos fleteros y para la calle, cogemos asesinos y para la calle. O remamos para el mismo lado o nos jodemos”; responsabilizando al juez por haber procedido en derecho y no bajo los supuestos del entonces alcalde. Mientras la justicia obraba en favor del inocente – al cual no sólo amenazaron de muerte, sino que despidieron de su trabajo y su pareja lo dejó por miedo – lo único que este pidió fue unas excusas públicas por parte de Gutiérrez, excusas que nunca llegaron. (Ver declaraciones)
Otro ejemplo de la gran cultura ciudadana que proclama ‘Fico’ es su respuesta a un usuario en la red social Instagram en el año 2018, el cual le manifestaba su inconformidad frente a la gestión llevada a cabo por el entonces mandatario en EPM. Sin el más mínimo reparo, Gutiérrez le respondió: “Cuidado se muerde que se envenena”, como un acto de irreverencia e irrespeto. Lo ocurrido es penoso, un alcalde que se jacta de ser un mandatario que le habla con cariño a sus ciudadanos no tendría por qué incurrir en semejante falta de cortesía.
Injustificable. Si bien las medidas de Quintero Calle no son benéficas para nadie, el exalcalde no tiene la autoridad moral para hacer dichos comentarios. Le propongo que inicie un proceso en retrospectiva para que se dé cuenta de las diferentes equivocaciones que cometió en su mandato y pida las disculpas necesarias a la ciudadanía. No puede ser posible que vaya de desacierto en desacierto sin resarcir sus errores.
Adenda: Las excusas del exalcalde también deben ir dirigidas al sector judicial. En repetidas ocasiones atacó a los jueces de la ciudad por los diferentes fallos emitidos, irrespetando la indispensable separación de poderes.
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