La disciplina del anonimato

resulta importante entonces abrir algunos interrogantes, ¿todo accionar en nuestro país que denote justicia, igualdad, derechos, diversidad, desarrollo comunitario es una amenaza para el establecimiento? ¿toda acción en pro de la generación de bienestar es nociva para algunos sectores del país?”


El trabajo social como profesión y disciplina tiene una larga trayectoria histórica, en la cual de forma paulatina ha logrado irse posicionando gracias al trabajo, que, desde la cotidianidad, quienes hacemos parte de esta profesión desarrollamos. Sin embargo, las luchas que libramos y que nos quedan por librar nos ponen por delante un camino largo, pedregoso y difícil de andar.

Hace unos días un medio de comunicación colombiano señaló que personas en áreas periféricas de Bogotá y Soacha que desarrollaban trabajo social y comunitario tenían como objetivo real “reclutar” adeptos en favor del vandalismo.  Si usted leyó esa publicación del periódico el Tiempo quiero ponerle en contexto algunos aspectos importantes para tener en cuenta respecto a la profesión de Trabajo Social y así evitar que la apresurada redacción de dicho medio no pisotee el buen nombre de esta bella disciplina.

El trabajo social es una profesión enfocada en la transformación social, desde diversos frentes, donde el profesional investiga, orienta, coordina, diagnostica, planea, organiza, ejecuta, gestiona, entre muchas otras acciones, en pro de dicha transformación. Es indispensable en el área de salud, en la educación, en el sector empresarial, en el área ambiental, en fundaciones, organizaciones, corporaciones, es el profesional rebosado de carga laboral en cargos públicos, es quien se encarga de las problemáticas de los que no quieren ser vistos, de los que viven en “la loma” de la cual se habla desde las cómodas oficinas, de las veredas y zonas rurales donde no hay mirada estatal, de las víctimas de la violencia y que sectores sociales que nunca han visto un arma defienden la guerra, de la niñez, adolescencia y juventud desamparada por los rezagos de una sociedad violenta, de las generaciones geriátricas abandonadas, de los inobservados por su locura agudizada por un sistema de salud incompetente, de esos que usted y yo muchas veces no queremos ver. Si usted requiere de atención en una comisaría de familia va a encontrar un trabajador social, si va a un hospital allí también lo encontrara, si existe un proceso de protección a favor de un hijo, hermano, sobrino, niño, niña o adolescente de su familia necesariamente estará involucrado un trabajador social, en programas alimentarios en las zonas rurales, en proyectos sociales de intervención y desarrollo comunitario, en entidades con enfoque nutricional, en empresas petroleras, en electrificadoras, siempre buscan “bienestar social” y es normal que bajo la lógica de nuestro país donde todo lo que lleve el nombre de Social y Comunitario represente un peligro para el y de forma inmediata se señale a todo actor que se mueva bajo esos preceptos sea señalado como vándalo, agitador, guerrillero, izquierdista.

La Federación Internacional de Trabajadores Sociales define esta profesión como “una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.”

Teniendo en cuenta dicha definición resulta importante entonces abrir algunos interrogantes, ¿todo accionar en nuestro país que denote justicia, igualdad, derechos, diversidad, desarrollo comunitario es una amenaza para el establecimiento? ¿toda acción en pro de la generación de bienestar es nociva para algunos sectores del país? De ser así muchos seguiremos siendo perseguidos, estigmatizados y hasta asesinados por causas que son ajenas a sectores o partidos políticos. La humanidad e integridad, del de derecha, del de izquierda, del maestro, del estudiante o del policía es lo que nos mueve, es esa vocación por la transformación es la que nos interesa y la que seguramente, bajo una mirada optimista o idílica, nos seguirá haciendo ser Trabajadores Sociales.

Cristhian Esteban Reyes Oliveros

Tengo 25 años y soy profesional en Trabajo Social, egresado de la Fundación Universitaria Juan de Castellanos de Tunja. Dentro de mi ejercicio profesional, como evidentemente este lo demanda, me he vinculado siempre con la causa del menos favorecido, con el desamparado, con el marginado y desde ahí considero que puedo llevar las experiencias de ese ejercicio profesional a un espacio de reflexión escrita como el de Alponiente.

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