La Coalición de la desesperanza

“Ubicarse en el centro, ser pacíficos y conciliadores con oligarcas que solo saben reprimir con violencia, no tiene sentido, no tenemos por qué poner la otra mejilla.


Uno de los elementos que podríamos rescatar de la actual crisis que atraviesa el país es que nos ha permitido ver con claridad ciertas dinámicas de la política colombiana y sus muchas veces desesperados intentos por no ahogarse. Pudimos verlo con el Centro Democrático, que nos dio la enfermedad y a la vez la cura, intentando aludir a la imagen mesiánica y casi sagrada que tiene el expresidente Uribe para tantos colombianos. También pudimos verlo con mucha claridad con la mal llamada Coalición de la esperanza, un grupo integrado por varios líderes políticos autodenominados de centro y centroizquierda. Es aquí donde encontramos la primera cosa que llama la atención, que nos muestra con claridad como funcionan los discursos de poder en Colombia: el temor de llamar las cosas por su nombre, de “polarizar”, de tomar bando.

¿Qué es el centro? Un eufemismo para poder tomar posiciones convenientes, que no sean radicales, que no polaricen, etc. El centro es una posición política carente de sentido, que no comprende cómo funciona el individuo, que naturalmente no es neutral, que debe tomar posición. Antonio Gramsci plasmó en Odio a los indiferentes, que vivir significa tomar partido, no hacerlo es indiferencia, y los indiferentes son a su vez parásitos, cobardes. Es inaudito que en circunstancias como las que atraviesa Colombia actualmente la dinámica de huir de lo que nos incomoda siga predominando, que los políticos sigan recurriendo a términos complejos que la gente repite sin realmente comprender. No, la polarización no es mala, es natural de la política, lo que no es natural es que se silencie al otro polo solo porque nos incomoda su inconformidad y cómo la expresa. Ubicarse en el centro, ser pacíficos y conciliadores con oligarcas que solo saben reprimir con violencia, no tiene sentido, no tenemos por qué poner la otra mejilla.

La Coalición de la esperanza quiso mostrarse como esto, un grupo que represente a los colombianos de bien, no a los radicales, a los vándalos que ponen en riesgo sus vidas en nombre de todos. Entonces en medio de sus posiciones convenientes se reúnen con un gobierno que antes criticaban por matar al pueblo, pero que solo criticaron cuando era explícito que un agente gubernamental le disparaba a un ciudadano. Pero que no criticaron cuando implícitamente se nos mataba de hambre, por no poder acceder a salud, educación o trabajo, ahí los colombianos de bien salían a decir que queríamos todo regalado, o guardaban silencio que es igual o peor. Ahora esperan que nos alegremos de que alguien interceda por nosotros ante Duque, que por fin tenemos representación. Nuestra única esperanza es un grupo de oportunistas a los que la brújula moral les cambia todos los días, no un indígena, no un líder social, no un estudiante, no un médico. No tiene sentido, y no lo tiene porque si quisieran en verdad darnos representación hubieran buscado a las personas que mencioné, no a esta tal Coalición. El gobierno acepta hablar con ellos, no con los verdaderos representantes, para lavarse las manos, mostrarse como abierto a negociar, pero de nada sirve el diálogo cuando no entre las personas correctas.

Si a alguien ha logrado dar esperanza esta coalición fue a Duque, a nadie más, le dio la esperanza de mostrarse como un buen gobernante, que dialoga, que escucha, que no reprime. Sin embargo, la lucha continua, cada vez más este discurso que busca meternos temor pierde fuerza, los jóvenes buscan renovar la política y sus dinámicas llenas de falacias y emociones viscerales. Por eso luchamos hoy, por los políticos que guardan silencio y después nos dan falsas esperanzas, que solo buscan quedar bien para ganar votos y que piensan solo en las próximas elecciones. Es momento de renovar a los políticos que nos representan, llamar las cosas como son, perderle el miedo a dar una posición y dejar de actuar guiados por las emociones, ahí está la verdadera esperanza.

Susana Aguilar Cuartas

Politóloga y estudiante de derecho, defiendo la dignidad de toda especie y persona. Me gusta ver películas, leer y de vez en cuando cocinar.

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