La calumnia como costumbre periodística en Colombia

Los repetidos ataques personales contra el núcleo familiar del ingeniero civil y candidato presidencial Rodolfo Hernández, la ingeniera industrial y nueva presidente de la Cámara de Representantes Jennifer Arias realizados por la “gran prensa” -incluyendo a los supuestos medios de agenda “independiente”- son parte de un estilo lamentable que hace cada vez más carrera en América Latina: la calumnia personal como construcción de procesos de opinión, lo que ha derivado en resultados como la destrucción de la honra familiar como en la generación de las noticias falsas como “agenda informativa”.


LA CALUMNIA COMO NOTICIA VIEJA

Una de las grandes discusiones intelectuales que abundan en las grandes facultades de Derecho del país entre el Derecho anglo-sajón y el Derecho Romano-Hispano-Continental es que para los defensores del primero no deben existir los delitos de injuria y calumnia dentro de los ordenamientos jurídicos de los países democráticos liberales debido a que son contradictorios con la libertad de expresión -o incluso el libre desarrollo de la personalidad-; y para los defensores del segundo sistema -que es el que rige a Colombia y la mayoría de países iberoamericanos- la honra y el buen nombre hacen parte conexa como derecho fundamental a la vida y su desarrollo integral donde el Estado debe mediante la coerción legal garantizarlo a los individuos y a las comunidades. Por esta razón, en la mayoría de nuestros países conductas como la injuria, la calumnia, la falsa denuncia y otras conductas son tipificadas como delitos con mayores agravantes punitivos y sociales en Colombia que en otros países como Argentina donde la mayoría de las veces con una simple retractación pública o multas de muy bajo valor pecuniario -en parte debido a la devaluación de la moneda local- se zanjan diferencias marcadas a nivel político y en medios de comunicación.

No obstante, las demandas por estas conductas se han vuelto tan rutinarias que han devaluado su efecto jurídico dejando sin sentido la mayoría de las sentencias, además que muchas veces las denuncias penales previas realizadas por las presuntas víctimas no tienen el acervo probatorio ni la argumentación concreta que señale el por qué la acción ha afectado; o en el peor de los casos las pretensiones pecuniarias o morales de reparación son exageradas e incluso irrespetuosas de la dignidad humana del denunciado, haciendo que estos casos se conviertan al igual que las tutelas hechas por cualquier cosa y de mala calidad en saturación para el sistema judicial.

Esto podría llevarnos a la triste conclusión, que en Colombia solamente está a salvo el que actúa mal dentro del marco de la denominada “diversidad” o defensa de la “justicia social”, pero que para el resto solamente existe la cultura de la cancelación y la nueva moral laico-atea de lo “políticamente correcto”, que como dice la Biblia “a lo malo llama “bueno” y a lo bueno llama “malo”” .

LA NUEVA INQUISICIÓN LAICO-ATEA CONTRATACA

Desde hace un tiempo reciente, antes de las meditaciones que me hicieron ver mi suerte en los encierros de la cuarentena, y al ver tanta televisión peruana -además de haberme casi obsesionado casi una década atrás con la cultura chilena al nivel de haberme querido ir del todo a ese país- saqué la conclusión de que la sociedad colombiana no es una sociedad conservadora…es una sociedad doblemoralista y solapada en todos sus complejos regionales. La envidia, la pereza y el odio son las constantes que miden el nivel de esa diplomacia meliflua e interesada del colombiano promedio que le echa la culpa a todos de todo, menos a sus propias actitudes que lo inducen al error. Está en su mente encerrado en un eterno abismo, en un páramo semejante más al infierno apocalíptico que a un paisaje andino. Huele a muerte y frustración de alma cada día de su existencia que es de todo menos vida. Su misión: destruir a los demás, sobre todo a los que sean diferentes a él.

Esa calaña social es de donde sale la clase política corrupta, el narcotráfico, los vándalos, delincuentes y estafadores que son capaces de todo por el simple placer de destruir a otros. Son Cronos y Hades que se alimentan del dolor de sus propios hijos y familias, administrando no hogares, ni sociedades, ni regiones, ni mucho menos Estado; son forjadores de lo más lejano al Paraíso en la tierra.

Solo gente así puede ser tan mezquina de ejercer el periodismo para insultar cada ocho días a la familia de un empresario y hombre intachable como el ingeniero Rodolfo Hernández cuyas ejecutorias de vida y profesionales son ejemplo real de la palabra emprendimiento. ¿A qué le temen los supuestos “de centro” y “alternativos” atacando una aspiración presidencial del pueblo para el pueblo?

Esos mismos miserables son los que humillan buscando culpas de sangre a una gran mujer profesional, joven y lideresa que con 34 años ha logrado llegar a uno de los cargos políticos más importantes de Colombia, utilizando con fines morbosos y psicópatas dignos del psicoanálisis de Freud y del profesor Esteban Cruz fotografías del pasado, cuando muchos y muchas lo que sienten es frustración con ellos mismos -y ellas mismas- de no haber logrado como profesionales el talento, la belleza -fue señorita Meta y casi Miss Colombia- y dignidad de una mujer que no proviene de las élites bogotanas ni de las capitales históricas sino del glorioso departamento del Meta y los territorios nacionales. ¿Ustedes que estaban haciendo a los 20 años?

Y ese tipo de sujetos es lo que intentaron y no lograron esculcando la vida del director de mi casa EL NODO COLOMBIA esculcando su vida familiar y hasta su tesis de grado en la Universidad Militar generar material para una sola calumnia.

Representante por el departamento del Meta Jennifer Arias, presidenta de la Cámara de Representantes 2021-2022. Cortesía El Tiempo

EPÍLOGO

Una de las pocas cosas inteligentes que puedo destacar del actual Presidente de Colombia es una frase que decía mucho en campaña “ante las bajezas hay que responder con grandeza”. Es muy habitual que lo haga ante hechos incómodos en mi vida personal y familiar, pero también en el diario vivir de la campaña presidencial. Desde que apoyé hace años a Oscar Iván Zuluaga, nunca había sentido que mi deber como analista, columnista y periodista estuviera claro. Pero ahora sí. La integridad de nuestro oficio empieza por desterrar la calumnia de la opinión, y, si se quiere, dejar de opinar tanto y producir más periodismo de verdad como me dijo la gran Perla Toro a inicios del año en el Hay Festival Digital.

Que los señores de Noticias UNO, La Silla Vacía, etc. Sigan con sus bajezas, que aquí, el periodismo popular y combativo de verdad de la corrupción no vive pendiente de la vida de los demás, ni de los disfraces de Halloween de nadie. Estamos y apoyamos la gerencia y la lucha anticorrupción, así como la gerencia inteligente desde el Estado.

Apoyo total a la gestión de la nueva presidencia de la Cámara de Representantes con periodismo de verdad y sin calumnias

Seguimos luchando desde la perspectiva institucionalista occidental por lograr la candidatura y el triunfo electoral del mejor candidato de todos, el ingeniero Rodolfo Hernández con periodismo popular, combativo y sin calumnias.

¡Viva Dios y Viva La Patria! ¡Vivan los Territorios Nacionales! ¡Feliz cumpleaños al departamento del Meta!

Jhon Jairo Armesto Tren

Con estudios en Administración ambiental de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas-Bogotá. Veedor ciudadano en presupuesto electoral de la Universidad desde 2011 hasta hoy registrado ante la Personería de Bogotá. Columnista de opinión en varios medios de comunicación digitales desde 2013. Actualmente director publicitario de El Nodo Colombia y columnista habitual, además en El Quindiano (Armenia) y Diario La Piragua (Montería, Córdoba)

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