Kissinger: vida & controversia

“Tampoco se debe interpretar esto como una apología a los errores graves que se pudieron cometer durante ese periodo. Sin embargo, no es correcto condenar al individuo por tomar decisiones en un momento donde todas parecen ser malas. Aquí una importante enseñanza de Kissinger: en la política exterior se trata de escoger el menor de los males. ”


En unos pocos días cumple cien años el controversial, pero notable Asesor de Seguridad Nacional y luego Secretario de Estado de EE. UU., Heinz Alfred Kissinger, o como llegó a ser conocido, Henry Kissinger. Un perspicaz pensador y analista, Kissinger ha influido en la política internacional por un poco más de seis décadas, décadas llenas de controversias, halagos, condenas, y todo de por medio. No llega a la mente una figura del gobierno estadounidense que haya sido más denunciada que Kissinger, pero tampoco ninguna que haya sido más influyente e imperativa para el desarrollo de la Guerra Fría, y la eventual victoria del occidente en contra del bloque soviético. Acercándose el 27 de mayo, fecha de su nacimiento en Fürth, Alemania, en 1923, es tiempo de recalcar la historia de este gran estadista.

En su infancia estaba alejado de la política, decía que para entonces solo interesaba el fútbol; no fue hasta después de la llegada al poder de los Nazis, y su fortuita emigración – era judío – en 1938, que lo temas políticos captaron su atención.

Después de trabajar en una fábrica de cepillos por un tiempo para ayudar en su casa, fue reclutado en el ejército estadounidense para luchar el mismo régimen que lo forzó abandonar su hogar. Una vez en Alemania, es escogido como oficial de contrainteligencia y eventualmente apoyar el esfuerzo de “desnazificación”. Aquí vivió importantes experiencias. Estuvo presente para la liberación del campo de concentración de Ahlem dónde describió ver cabezas “sostenida[s] por un palo que una vez podría haber sido una garganta”. Al volver a Fürth, descubrió que 13 miembros de su familia, incluyendo su abuela, habían muerto en los campos. Se dice que en este escenario perdió su fé judía, pues ya no era capaz de ver el mundo en blancos y negros, sino en sucios colores grises.

Luego de la guerra, dedicó su vida a la academia. Llegó a la universidad de Harvard, primero como estudiante y luego como profesor, dónde se quedó hasta su inclusión en el gobierno Nixon – graciosamente, escribió una tesis de 400 páginas que dio origen al límite actual de 35.000 palabras. Esta época fue de gran actividad académica, organizando debates, participando en grupos de investigación, y escribiendo artículos y libros, el joven Kissinger reconoció la importancia del estudio histórico para los estadistas, además de lograr un balance entre el idealismo democrático y republicano, y el pragmatismo necesario en la política exterior. Años después, en una entrevista con William Buckley, diría que sin ideales, el tomador de decisión no podría actuar, pues estaría paralizado para la moralidad de sus acciones.

Antes de estar vinculado con Richard Nixon, Kissinger le apostó al republicano Nelson Rockefeller. Fue una mala apuesta. Rockefeller no logró adentrarse a los pasillos del poder, pero a su asesor le ofrecieron un puesto dentro de la administración Nixon 68. En el 73 fue nombrado como Secretario de Estado, y su influencia sobre la política exterior estadounidense se extendió hasta el 77 – y eso, que hoy en día sigue siendo consultado por todo tipo de actores gubernamentales.

En este periodo surgieron las grandes controversias de su vida derivadas de las imposibles decisiones que enfrentó. Un elemento importante de la izquierda lo llama criminal de guerra, mientras que un pedazo de la derecha lo reprocha por permitir el ascenso de China y no acabar con los soviéticos. Su inconfundible forma de hacer política exterior durante estos años combinó elementos del idealismo liberal democrático con el pragmatismo amoral del Realpolitik, y sembró las semillas para la eventual caída de la Unión Soviética.

Una extensiva defensa de Kissinger puede requerir de varios capítulos en un amplío libro, pero una explicación reducida sobre sus controversias y el pensamiento detrás, pueden resaltar la injusticia en la narrativa popular (principalmente izquierdista) de “Super K” como genocida autoritario. Esto a pesar de que ya no lo importa, así como dice Niall Ferguson “A sus casi 100 años, sin embargo, bien puede permitirse ignorar a los que le odian.”

La dictadura de Allende y el golpe de Estado

Acusado de amante de dictaduras por la izquierda latinoamericana, Kissinger ha sido repetidamente atacado por las operaciones de inteligencia estadounidenses dentro de Chile durante la creciente dictadura de Allende, y su posterior aceptación de Pinochet. Es innegable que EE. UU. intentó descarrilar al régimen de Allende y que luego formó lazos con Augusto Pinochet para mantener a Chile alineada con Estados Unidos.

Sin embargo, esto no ocurrió en un vacío internacional, no fue en contra de un gobierno enteramente democrático ni fue hecho por un amor al autoritarismo. Además, no patrocinaron ni participaron activamente en el golpe de Estado; la evidencia muestra que a pesar de haberlo contemplado en 1970, no hubo conversación de ello, sino hasta el 73, luego de que ya haya ocurrido. La extensión de la oposición estadounidense se limitó al apoyo y financiamiento de grupos democráticos opositores, no a Pinochet y sus golpistas.

Fascinantemente, de la narrativa dominante se han eliminado o ignorado hechos cruciales para justificar el ataque. En primer lugar, los estadounidenses entraron a Chile con sus operaciones de inteligencia únicamente después de la presencia soviética y cubana. Los soviéticos patrocinaron a Allende personalmente, entregándole millones de dólares para su uso personal, mientras proveían armas a las bandas armadas allendistas como el MIR. Los cubanos, por su parte, jugaron un papel en la radicalización de la sociedad chilena.

La Chile de Allende tampoco era muy democrática. A pesar de haber sido elegida por elección popular — aunque menos del 40% de la población votó por él —, la democracia bajo Allende estaba en decaída. Expropiaciones se habían vuelto comunes, ataques terroristas a opositores y críticos eran permitidos por le gobierno, y los medios de comunicación enfrentaban constante acoso e inclusive ataques por izquierdistas avalados por Allende.

Por último, no era amante del autoritarismo ni apoyaba a Pinochet por esa razón particular. Kissinger entendía que debía haber un punto medio entre el idealismo y la realidad del mundo, y que en muchos casos, uno debía actuar concorde a lo que mejor resultado consiguiera (pragmático), a lo que uno quisiera que sucediera (idealismo). Este caso no fue diferente. Enfrentado ante la prospectiva de una dictadura comunista que permitiera la expansión soviética en el continente, escogió el menor de los males: una dictadura que, por fea que fuera, no se aliaría con los soviéticos.

La retirada honorable de Vietnam

Habiendo heredado la guerra de Vietnam de las administraciones de Kennedy y Johnson, ni Kissinger ni Nixon veían una victoria militar como plausible. En la década de los 60, un viaje a los campos de batalla fue suficiente para convencer a Kissinger de que era necesario un tratado de paz con el norte; los soldados americanos no estaban en condiciones de pelea, los comunistas del norte no solo eran fanáticos, sino que estaban financiados por China y las URSS, y el gobierno del sur era corrupto e ineficiente. Además de ello, la popularidad del involucramiento en Vietnam había decaído, y elementos minoritarios, pero radicales del movimiento antiguerra lograron capturar la conversación nacional. Bajo estas condiciones, una victoria no sería posible.

En este escenario, una retirada honrada era necesaria. Esto implicaba sacar las tropas estadounidenses, mientras proveían armas al sur, para que pudieran pelear por su cuenta. Además, no podían permitir el esparcimiento del comunismo en la región, por lo cual buscaron frenar la migración del Viet Cong hacia Camboya a través de fuertes bombardeos. Sirvió no solo para frenar al comunismo, sino para demostrar fuerza ante China y la URSS para que (1) no vieran debilidad en la retirada estadounidense, y (2) disminuyeran su apoyo para el norte.

No se puede olvidar tampoco que la estrategia de presión sobre el régimen norvietnamita era necesario para las negociaciones de cese al fuego. Años atrás, antes de ser parte de la administración Nixon, intentó negociar un pacto con los líderes del Norte que solo se aprovecharon de la oportunidad para pretender querer la paz, mientras se preparaban para la ofensiva Tet.

En últimas, con Kissinger y Nixon, Estados Unidos logró una retirada efectiva de Vietnam — si tan solo Biden habría aplicado algo similar en Afganistán —, y usaron los diálogos como trampolín para entablar conversaciones con China y la Unión Soviética. Los tristes resultados del colapso de Vietnam del Sur pueden ser discutidos y atribuidos racionalmente o no a la política estadounidense, pero de ahí a culpar a Kissinger como criminal de guerra por ello hay un gran salto de lógica y evidencia.

La reacción neoconservadores y la política de Détente con la Unión Soviética

Sin embargo, no fue únicamente la izquierda la que generó controversia en su momento en contra de Kissinger. La derecha neoconservadora, y los halcones de política exterior, se sumaron a las críticas por las políticas de la administración Nixon con respecto a la Unión Soviética y China. Acusado de apaciguar a los enemigos de los Estados Unidos, como Neville Chamberlain había hecho décadas antes con al Alemania Nazi, este grupo de críticos también redujo la acción a una aceptación de los genocidas regímenes comunistas.

Sin embargo, la política de Détente fue un valioso experimento que para el momento tuvo éxito. Esta política no buscaba cambiar el pensamiento de contención al comunismo que regía la política exterior estadounidense, más bien, buscaba contenerlo de una forma menos arriesgada a través de canales diplomáticos – un pequeño en la narrativa izquierdista sobre Kissinger como criminal de guerra. En efecto, la aproximación con la URSS logró compromisos de control armamentístico, desacelerando la carrera nuclear, y reduciendo tensiones locales entre insurgencias comunistas y Estados pro estadounidenses.

La apertura china y la diplomacia triangular

A pesar de los anteriores acontecimientos, tal vez aquello por lo cual es más conocido es por la apertura de China. Las razones detrás de acercamiento son nada menos que la ejemplificación de los principios e ideas del Realpolitik del cual se basaba. El Realpolitik, en esencia, dice que los Estados deben actuar de forma pragmática y prudente para conseguir sus intereses sin cegarse de la ideología o sesgos en contra del otro. Tal vez sea difícil de entender en Colombia y Latinoamérica de lo que trata, pues nuestra política exterior está excesivamente ideologizada, pero esta postura es la mejor por adoptar para un Estadista – si no me creen pegúntenle a Joe Biden como le va con Arabia Saudita.

Con su Realpolitik, Kissinger reconoció la fragilidad de la alianza sino-soviética, pues a pesar de lo que decían los contemporáneos, no eran aliados naturales por su alineación ideológica – ni lo son en el presente. Es así como ideó la diplomacia triangular y usó el poder de China como amenaza para el Kremlin. El balance de poder, no la ideología, dominó la toma de decisión sobre China.

Después del acercamiento con Estados Unidos, los chinos iniciaron un proceso de reforma importante, y se alejaron de la esfera soviética. Poco tiempos después arrancó el ascenso de China que hoy en día continúa, e irónicamente amenaza a la hegemonía estadounidense. También es por esto que fue criticado fuertemente por la derecha: permitió y habilitó el ascenso de China, mostró debilidad ante los rivales geopolíticos de EE. UU. al acercarse e intentar llegar a acuerdos con ellos, y avaló moralmente al comunismo chino que para entonces había reclamado la vida de millones. Uno de los padres del conservatismo estadounidense contemporáneo, William F. Buckley, por ejemplo, lo crítico fuertemente por ello a pesar de ser amigo personal de Kissinger – graciosamente, Kissinger relató el pánico que sintió al ver a Buckley sentado en una rueda de prensa que tuvo con los chinos.

Estos son unos pocos puntos para entender mejor al personaje de Kissinger y sus acciones tomadas durante su período de servicio. No son exhaustivos, está claro, pues para revisar el récord de este controversial personaje, se necesita de varios tomos e incontable horas de investigación. Lo que sí, es que puede ser un primer acercamiento a la figura que revela mucho más que la narrativa clásica de Kissinger como la encarnación de Satanás.

Tampoco se debe interpretar esto como una apología a los errores graves que se pudieron cometer durante ese periodo. Sin embargo, no es correcto condenar al individuo por tomar decisiones en un momento donde todas parecen ser malas. Aquí una importante enseñanza de Kissinger: en la política exterior se trata de escoger el menor de los males.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/salomon-soltau/

 

Salomón Soltau Sánchez

Soy un estudiante de relaciones internacionales de séptimo semestre, interesado en temas de política exterior, estabilidad política y económica en el mundo, los estudios militares, asuntos marítimos y la industria militar.

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.