Iusnaturalismo y revolución

“el iusnaturalismo como la revolución, todo lo que hace es hallar un punto de partida seguro en una serie de axiomas indiscutiblemente verdaderos y evidentes”


Si nos remontamos tres siglos atrás, donde la revolución tuvo su lugar más protagónico, dado por la Francia oprimida y ansiosa de ver hecha realidad sus ideas de un gobierno más para el pueblo que para sí mismos, notamos como dijo Hegel: que la revolución tuvo su origen desde la filosofía, donde los libros se trasladaron a la realidad.

Y es que las revoluciones de las almas siempre se originan desde las ideas más universales del derecho. Por supuesto todo empieza desde una abstracta y embrionaria idea de humanidad más civilizada y armoniosa, todos estamos ligados a la necesidad de querer ver el bienestar y el desarrollo de nosotros mismos y los demás, en la sinergia subconsciente del universo, la necesidad de seguridad, autonomía, libertad e igualdad, convergen  en un amplio y numeroso sector de la población humana, pues es la expresión del derecho de la razón que por medio de la filosofía nos da el alumbramiento del iusnaturalismo que no solo se eleva como una bandera del fundamentalismo de la moral, sino que a partir de ella podemos estudiar y postular una metodología del conocimiento de la humanidad y la moral que nos establezca mayores razones para la expresión de los principios morales de la persona individual y colectiva.

La importancia del iusnaturalismo para contener y moderar la secularización nada homogénea y rendidora del culto de la subjetivación y la relatividad que como cáncer pretende causar una pérdida de valor a los fundamentos del derecho universal del ser humano, bajo las premisas de libertad y revolución, que como una copia caricaturesca de la verdadera revolución se presentan limitados de filosofía y de las  ciencias más duras y observables, de esta manera  pretenden ignorar la base del principio del iusnaturalismo.

Sin embargo, tenemos que afirmar la independencia y autonomía de la razón humana frente a la razón teológica, no por un asunto de escepticismo sino como elemento de cosmovisión de alcance como un concepto unitario del derecho natural aceptado por todos los hombres sean cuales fuesen sus ideas o creencias.

Un espíritu renovado con vocación de guía para tiempos nuevos y hasta revolucionarios, es lo que esperamos para de la filosofía iusnaturalista dentro del fundamento y objeto del derecho natural, es decir la naturaleza humana y acá cabe resaltar el desafío que en la modernidad secularizada debe enfrentar a los problemas de como deducir sus principios en la modernidad que como lo dije anteriormente es altamente ritualista de la subjetividad y de la pérdida del valor moral.

Pues el iusnaturalismo como la revolución, todo lo que hace es hallar un punto de partida seguro en una serie de axiomas indiscutiblemente verdaderos y evidentes, el resto solo será lógica y deducción, tal como lo hacen hoy las matemáticas que son una deducción de un sistema de axiomas.

Concluir entonces que el iusnaturalismo universal  nos da a través de la filosofía un origen desde los principios de absoluta claridad y evidencia, captados a través de la meditación sobre la naturaleza del hombre y el establecimiento de un sistema leyes completo que honran y dan esperanza al ser humano en la construcción de una ética social universal sin negar las diferencias culturales y religiosas separada como mencionamos anteriormente de la teología capaz de garantizar la universalidad de los principios de la conducta humana, precisamente porque está basada frente el análisis y una crítica racional de los fundamentos, mucho más que de la teología en sus contrastes pero sin perder el valor del autor del iusnaturalismo en el diseño inteligente del universo.

Alvaro Jorge Acosta Peña

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