Colombia ha sido un laboratorio de guerras para nuestro continente, dado que, después de Francisco de Paula Santander hasta Iván Duque, los gobernantes que padecimos entregaron la patria a los intereses bélicos de los EEUU; pero hoy, Colombia es un laboratorio de paz, porque llegó a la presidencia, Gustavo Petro (y un dato no menor, al lado de la espada de Simón Bolívar).
Al Estado colombiano se lo han robado tanto, y acá está tan enquistado el burocratismo y la mafia que, era obvio que el cambio no iba ser fácil; para la derecha “Petro es el demonio comunista, que va a llevar a Colombia por un abismo” y para otros enceguecidos o llenos de envidia irracional, -una vaina ya patológica-, como el caso de Robledo, “haga lo que haga Petro eso está mal hecho u oculta un engaño”.
No se trata de endiosar a Petro, ni más faltaba, pero el hombre tiene una trayectoria y un acumulado de historia política que lo hace un líder indudable ya no solo de Colombia. Es un hombre de cultura y acción. Manejar un Estado no es fácil, más si es el Estado colombiano que lleva dos siglos de entuertos y torcidos. Con mala voluntad o no, algunos sectores de la derecha desean que en Colombia no se dé el cambio político que se ha iniciado.
Petro, además, no pertenece a esos políticos de una mirada estrecha nacionalista que solo ven de sus fronteras para adentro, que solo les interesa sus haciendas, sus dogmas o sus feudos. Petro, también está propiciando una agenda global sobre la defensa de la Naturaleza, que como es obvio trasciende la política local. Su decálogo presentado en la COP27 es una contunde y breve muestra de una apuesta política global, como pocos son capaces de sintetizar, vale la pena volver a leer este decálogo, amigo lector; leerlo sin prejuicios, para entender lo que sigue.
“1. Es la hora de la movilización de la humanidad toda para enfrentar la Crisis Climática. / 2. El mercado y la acumulación de capital no son el mecanismo para superar la Crisis Climática. / 3. Solo la planificación pública, global y multilateral permite pasar a una economía descarbonizada. / 4. El rumbo será corregido por la política y la movilización humana, no por el mercado del carbón y del petróleo. / 5. Esperamos el aporte mundial para salvar la Selva Amazónica. / 6. Es hora de desvalorizar la economía de los hidrocarburos y valorizar las ramas de la economía descarbonizada. / 7. Los tratados constitutivos de la OMC y del FMI deben seguir los acuerdos de la COP y no al revés. / 8. El FMI debe iniciar el programa de cambio de deuda por inversión en la adaptación y mitigación del Cambio Climático en países en desarrollo. / 9. La banca privada y multilateral debe dejar de financiar economías de hidrocarburos. / 10. Evitar la guerra e iniciar negociaciones de Paz para no restarle tiempo de vida a la humanidad”[1].
Indudablemente este decálogo para proteger la vida en la tierra requiere de voluntades políticas globales para hacerse realidad, pero, ya es un avance su formulación y su discusión en un escenario mundial.
No sé, si Gustavo Petro, ha leído el libro “El contrato natural” de Michel Serres publicado en el año 1990. Seguramente, Petro, ya lo ha leído, porque afortunadamente, ahora tenemos un presidente también intelectual.
Yo me atrevo a decir hoy: el decálogo que presentó Petro en COP27- Egipto 2022, es un Contrato Natural tal cual lo pensaba Michel Serres:
Mire, un párrafo de esta obra, amable lector y juzgue usted:
“¡Retorno a la naturaleza! Eso significa: añadir al contrato exclusivamente social el establecimiento de un contrato natural de simbiosis y de reciprocidad, en el que nuestra relación con las cosas abandonaría dominio y posesión por la escucha admirativa, la reciprocidad, la contemplación y el respeto, en el que el conocimiento ya no supondría la propiedad, ni la acción el dominio, ni éstas sus resultados o condiciones estercolares. Contrato de armisticio en la guerra objetiva, contrato de simbiosis: el simbionte admite el derecho del anfitrión, mientras que el parásito -nuestro estatuto actual- condena a muerte a aquel que saquea y que habita sin tomar conciencia de que en un plazo determinado él mismo se condena a desaparecer… En qué lenguaje hablan las cosas del mundo para que podamos entendemos con ellas, ¿por contrato? Después de todo, también el viejo contrato social continuaba siendo implícito y no escrito: nadie ha leído jamás ni el original ni siquiera una copia… En efecto, la Tierra nos habla en términos de fuerzas, de lazos y de interacciones, y eso es suficiente para hacer un contrato. Así pues, cada uno de los miembros en simbiosis debe al otro, de derecho, la vida, so pena de muerte. Todo esto seguiría siendo letra muerta si no se inventara un nuevo hombre político”[2]
Efectivamente para una puesta en marcha de la política global que propuso Petro, en su decálogo que es un “Contrato Natural”, se requiere un nuevo hombre político, en Colombia y en el mundo.
Falta la conciencia política, muchos de mis compatriotas no estarán de acuerdo conmigo, porque así estén bajo torrenciales lluvias e inundados hasta el cuello, por un invierno que ya no es normal, así tengan lodo hasta en las rodillas, su preocupación actual, es que, “por culpa de Petro el dólar ya va en cinco mil”.
O un vecino: “Frank ¿y quién es ese Michel Serres? Seguro, que es otro guerrillero izquierdista”.
O uno de mis amigos robledistas: -“Frank, Petro está arrodillado al imperio porque votó a favor del ingreso de Colombia a la OCDE”
Y yo, mejor me quedo en silencio… ¿Qué diría Mao, qué diría Lenin? Sonrío al pensar… Yo, un nuevo petrista, siempre bolivariano y también discípulo de Michel Serres.
Otras columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/frankdbedoya/
[1] Gustavo Petro, presidente de la República de Colombia, intervención COP27– Egipto 2022
[2] Michel Serres, El contrato natural, 1990.
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