Gran comienzo ¿Para quién?

Las agentes educativas no son un adorno más, no son una herramienta artística para armonizar espacios, son seres esenciales en la ejecución del programa por la primera infancia de la ciudad de Medellín.”


Como si de un programa de concursos de televisión se tratara, en vez de un programa de primera infancia, de esos que se transmiten los sábados o domingos por canales típicos colombianos, donde se aplauden los sucesos preparados y las risas fingidas, así mismo transcurría el VII Congreso Internacional Buen Comienzo. Un gran montaje con una imponente tarima, rodeada por más de 4.500 agentes educativas, que no por voluntad propia asistieron, una tarima por donde desfilarían los modelos encargados de mostrar los premios de consolación que serían anunciados más tarde, en medio del transcurrir del concurso… o el congreso.

Promesas de contrataciones rápidas, duraderas y estables, un viaje a Finlandia para 5 agentes educativas, si, 5 de 4.500, historias sentimentales sobre igualdad social por parte de las élites de la ciudad, refrigerios, un cantante a la altura de la feria de las flores, y la promesa de un Gran Comienzo.

Al frente y alrededor de la tarima, la realidad, 4.500 almas, en las que el cansancio y los sueños luchan por permanecer en sus miradas, exhaustas, emocionadas, intrigadas, con la duda de los rumores de la contratación, opinando entre dientes sobre cuáles operadores seguirían y bajo qué costo, escuchando las incoherencias y las falsas promesas de una administración que ha decidido seguir deshumanizando la labor más digna, más pura y con la carga de llevar a sus espaldas la responsabilidad de la formación de los primeros años de vida, de aquellos a quienes nos referimos como nuestro futuro. La realidad de preguntarse ¿Quién necesita un Gran Comienzo?, palabras con las que el Alcalde Daniel Quintero se ha referido para dar a conocer el revolcón administrativo y operacional del programa Buen Comienzo.

No existe motivo de orgullo alguno para hablar sobre un gran comienzo, mientras este no se inspire en la labor de cada agente educativa, mientras la razón de ser de dichos cambios, no sea mejorar la calidad de vida personal y laboral de estas personas, reconociendo las falencias desde la dirección del programa. No, la realidad es que nadie necesita un gran comienzo como fachada populista, nadie necesita nombres innovadores ni promesas entusiastas. No obstante, y evidentemente, si existe la necesidad, la prioridad de alzar la voz por quienes no son escuchadas, aunque se debe reconocer el esfuerzo por fingir a la perfección, la escucha de las necesidades y deseos del personal de cada centro y cada jardín infantil, de cada “sede” donde opera la modalidad buen comienzo y a los cuales llega todo un equipo a la altura de dicho programa, con sus chalecos azules que destacan donde quiera que se encuentren, con el logo de buen comienzo que lleva con orgullo cada agente educativa, y emprenden un recorrido para cerrar con broche de oro con una sentida reunión, donde de manera pedagógica se ejecutan algunas actividades para recolectar las propuestas que lleven a mejorar el modus operandi de la administración del programa, propuestas que serán puestas sobre la mesa en reuniones periódicas con representantes de cada lugar, bonito gesto, parecen incluso convencer.

Las agentes educativas no son un adorno más, no son una herramienta artística para armonizar espacios, son seres esenciales en la ejecución del programa por la primera infancia de la ciudad de Medellín, y por ese solo motivo, es deber de la administración municipal y de los directivos de cada operador, tener la capacidad humana de inclinar el oído para escuchar las verdaderas necesidades sin monetizar los sentimientos de impotencia de cada una de ellas, es deber de los directivos reconocer que la tinta en el papel no es la prioridad, que el tiempo invertido en constantes informes, no es tiempo invertido, es tiempo mal gastado, como si no bastara una jornada completa para continuar llenando documentos en las horas de mal llamado descanso en casa, que el resultado de cada proceso se evidencia desde las vivencias, si, los directivos también deberían levantarse de sus escritorios y untarse de arcilla y vinilos, es responsabilidad social reconocer la mala remuneración que denigra cada vez más la labor de cada agente. Existe un dicho común “la necesidad tiene cara de perro” hoy la necesidad tiene cara de buen comienzo.

Es cierto, jugando se aprende, pero no jugando con las necesidades humanas, con las lágrimas derramadas de quienes hoy, luego de tantos años de entrega y esfuerzo, siguen sin garantías y confiando que llegue el día, en el que la fachada de las falsas sonrisas y los conciertos improvisados, sean sustituidos por verdaderos reconocimientos.

Mateo Hernández Medina

Soy enfermero con énfasis en urgencias y emergencias médicas, docente universitario en el área de la salud y docente de artística, ex coordinador de salud en alguna JAC de la ciudad de Medellín, perteneciente al movimiento comunal, fiel amante de la coca cola.

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