Gestión de crisis y legitimidad en el presidencialismo colombiano

“El presidencialismo en Colombia ha sido incapaz de generar coaliciones duraderas entre los diferentes actores políticos y sociales. Adicionalmente, la concentración de poder genera falta de legitimidad debido a que las crisis siempre las debe asumir el jefe de Estado y Gobierno. Por ende, es más probable transitar de una crisis de gobierno que tiene cierto margen de maniobra a una crisis de Estado que tiene un mayor nivel de complejidad”.


Introducción

En la literatura especializada relacionada al sistema de gobierno presidencial encontraremos conceptos como presidential hegemony, veto players o presidencialismo transaccional. Sin embargo, es importante girar la discusión sobre la gestión de crisis (gobernabilidad) y la legitimidad que debe generar este formato político-institucional. Ahora bien, la finalidad de este artículo está en demostrar como el presidencialismo colombiano no ha sido capaz de gestionar crisis (coyunturales o estructurales) y de generar legitimidad frente a los ciudadanos y la sociedad civil. La tesis central partirá de que el presidencialismo en Colombia ha sido incapaz de generar coaliciones duraderas entre los diferentes actores políticos y sociales. Adicionalmente, la concentración de poder genera falta de legitimidad debido a que las crisis siempre las debe asumir el jefe de Estado y Gobierno. Por ende, es más probable transitar de una crisis de gobierno que tiene cierto margen de maniobra a una crisis de Estado que tiene un mayor nivel de complejidad.

Gestión de crisis

La gestión de crisis ha estado ausente dentro del sistema de gobierno presidencial en Colombia donde ciertas figuras como los estados de sitio (que comenzó a regularse con la promulgación de la constitución de 1991) han sido una constante en la institucionalidad. Cada vez que se presentan situaciones que alteran el orden público el ejecutivo tiene a su disposición facultades o poderes donde puede intervenir (claramente en un periodo estipulado). No obstante, esto ha resultado insuficiente cuando se ha tratado de solventar problemas estructurales donde actores políticos y sociales no se sienten involucrados en la toma de decisiones. Desde el paro cívico del año 1977 hasta el paro nacional del 2021 podemos contrastar como los gobiernos no han sido capaces de gestionar adecuadamente dichas problemáticas. Por lo tanto, no es suficiente con que el ejecutivo tenga mayorías “aseguradas” en el legislativo, sino que por el contrario debe construir consensos con otros actores sociales y económicos. De allí que otros formatos político-institucionales como el parlamentarismo, el semi-presidencialismo y el semi-parlamentarismo puedan tener mayores ventajas en este sentido. 

Falta de legitimidad

El presidencialismo se ha asociado a la concentración de poder lo cual se traduce en que exista una mayor probabilidad (me atrevería a decir que de un 90%) en que se transite de una crisis de gobierno a una de Estado. Por el contrario, en un parlamentarismo[1] se cuenta con un ejecutivo bicéfalo (un jefe de Estado y un jefe de gobierno) así como también se puede perder una mayoría en el parlamento. Con relación al sistema semi-presidencial (o mixto) vemos que el jefe de Estado es elegido popularmente y el jefe de gobierno se escoge al interior del parlamento. De allí que este pueda experimentar también una pérdida de confianza o investidura en ciertos casos (corrupción, incompetencia, clientelismo, entre otros). Ahora bien, volviendo al presidencialismo lo que genera una falta de legitimidad es que concentra en el ejecutivo tanto la figura del jefe de Estado, el jefe de gobierno, jefe de la Fuerzas Armadas y a su vez es la suprema autoridad administrativa (al menos así lo es en el caso colombiano). Es mucha responsabilidad que debe asumir un solo individuo lo cual se traduce en un mayor poder y también en un alto riesgo de que se pueda experimentar un quiebre democrático (democratic breakdown en inglés).

¿Cómo puede verse en el caso concreto de Petro?

En el caso concreto de Petro vemos cada vez más la necesidad de reformar el actual sistema de gobierno presidencial. Seguramente es un tema que lleva muchísimos años, pero vale la pena que tengamos un debate que involucre tanto a tomadores de decisiones y académicos para que las instituciones vuelvan a ser un tema importante en la agenda política. La emergencia económica, el control sobre los servicios públicos yendo en contra de los conceptos de la CREG, “sugerir” lo que debe hacer el Banco de la República con la emisión monetaria, la perdida de una mayoría en el congreso y su posterior ataque con sus discursos es de lo que deberíamos estar hablando. De allí que el presidencialismo colombiano esta llegando a un punto en que las crisis de gobernabilidad serán insostenibles y se pase a una crisis de Estado. Se requiere entonces contemplar otros sistemas de gobierno donde se den facultades y herramientas para generar una adecuada gestión de crisis (a nivel coyuntural y estructural), mayor legitimidad y popularidad entre diferentes actores sociales y políticos.


Todas las columnas del autor en este enlace: https://alponiente.com/author/arcilacarlosjose/

[1] Esto depende del parlamentarismo al cual nos refiramos. Si hablamos del modelo británico (o Westminster) el jefe de Estado sería el monarca (poder imponente) y el jefe de gobierno sería el premier o primer ministro (poder eficiente).

Carlos José Arcila Cortés

Soy Politólogo de la Pontificia Universidad Javeriana Cali y estudiante de Economía de la Corporación Universitaria Asturias. Dentro de mis intereses de investigación se encuentran las instituciones, los sistemas electorales y de partidos, el comportamiento político, los regímenes políticos, la microeconomía, la macroeconomía, la teoría de la elección racional, entre otros.

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