Futuro en tránsito o cómo construir una nueva sociedad en Colombia

Hace algunos años, el filósofo y escritor colombiano Oscar Guardiola Rivera, residente en el Reino Unido, publicó un libro titulado Cómo construir sociedades. Diez cosas que nunca nos dicen sobre la paz y la guerra. Pues bien, una nueva publicación de la Comisión de la verdad puede complementar ejemplarmente este texto, sobre todo porque los textos que contiene, los conceptos que se resignifican, las ideas que se exponen, son verdaderos pilares para pensar y construir sociedades alternativas, diferentes, nuevas, sociedades para el posacuerdo.

En un proyecto con apoyo de la Unión Europea titulado “Futuros en tránsito”, la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No repetición, invitó a 39 autores, entre periodistas, escritores, filósofos, historiadores, abogados, artistas, en fin, intelectuales, para que, desde la multiplicidad de voces, percepciones, experiencias, saberes, reflexionaran sobre 13 conceptos fundamentales relacionados con el conflicto. El proyecto, dirigido por el reconocido escritor y periodista Alonso Sánchez Baute, tiene como objetivo “generar un diálogo que dé luces, provoque, estimule el pensamiento crítico y lleve a la reflexión individual y al debate público para entendernos mejor como sociedad, nos ayude a avanzar en este complejo proceso de superar nuestro pasado y presente de violencia y construir ciudadanía”. Se trata de generar una nueva narrativa “que nos permita encontrar matices y así acercarnos y comprendernos”.  De esta manera avizorar maneras de construir nuevas sociedades.

En este sentido, autores como Sandra Borda, Francia Márquez, Camila Zuluaga, Laura Quintana, Damián Pachón, Rodrigo Uprimny, Carolina Sanín, Moisés Wasserman, Camilo Hoyos, Brigitte Baptise, Juan Cárdenas, Miguel Rueda, Patricia Ariza, entre muchos otros, reflexionan sobre conceptos como acuerdo, perdón, fanatismo, diversidad, territorio, solidaridad, resiliencia, incertidumbre, confianza, dignidad, responsabilidad, comunicación y respeto. Esta constelación conceptual, plenamente relacionada, es resignificada por los autores, buscando abrir nuevas comprensiones, nuevos horizontes de significación, buscando que los conceptos generen identificaciones y modulen afectos y singularidades para generar aperturas de mundo, de cosmovisiones y, finalmente, que ojalá produzcan cambios en las subjetividades y en los comportamientos para hacer vivible este golpeado país.

El proyecto es, entonces, una apuesta por el poder de la palabra, de los conceptos; una apuesta por el poder que tiene el lenguaje de dar cuenta de la experiencia, de la realidad, de movilizar en pro de utopías y porvenires. Implica, también, la convicción de que las palabras y su significado se disputan en la esfera pública, en diálogo; en que hay que renovar el sentido común y la manera como nos acercamos y concebimos los contenidos que depositamos en ellas, en esos significantes vacíos que pueden re-semantizarse para que originen nuevas identificaciones y praxis individuales y colectivas.

En cada librito, que no pasa de las 60 páginas, tres autores reflexionan sobre uno de los conceptos señalados, dejando en cada ensayo su mejor esfuerzo por resignificarlo, de manera clara y concisa, de tal forma que cada texto puede ser comprendido fácilmente por cualquier lector, por cualquier público. Así, los trece libros conforman, puede decirse, un pequeño diccionario de la emancipación que ilumina senderos posibles de comprensión y existencia.

Por ejemplo, la politóloga Sandra Borda pone de presente la importancia del acuerdo para la vida en común, para el logro de los objetivos individuales y colectivos, resaltando que cuando se ha roto la confianza en el mismo en una sociedad, tal como sucede en Colombia, la manera de restablecer esa confianza es escuchando al otro, y no concebir el acuerdo como una manifestación de debilidad, pues en realidad, “no podemos vivir sin acordar”. En el primer caso, es necesario tener presente que “escuchar implica evitar ponerse a sí mismo en lugares de superioridad moral que resultan de creer que las ideas que uno defiende son mejores que las de los otros”; en el segundo, se trata de tener presente que “gestar acuerdos es una forma de poder mucho más significativa y mucho más elocuente que el poder de oprimir a los demás”.

La convivencia no es posible sin acuerdos mínimos. Ahora, esa convivencia exige, comporta, la diversidad. Al respecto, la filósofa Laura Quintana sostiene “la diversidad atraviesa los cuerpos, las memorias, los ordenamientos, las relaciones, las cosas, los imaginarios. Y donde hay multiplicidad, hay disenso, y con este, conflicto”. Un denominador común en los 13 libritos es la re-significación que se hace del conflicto, el cual es ineliminable de las sociedades. Al respecto sostiene Quintana: “Los conflictos, además, son importantes pues dejan ver inconformidades, malestares y padecimientos que no se reconocen; así como actores sociales y formas de vida…que no se sienten igualmente acogidas”.

Esa convivencia en el acuerdo y la diversidad, implica en la sociedad colombiana restablecer el respeto, la confianza, responder por las acciones de cada sujeto; implica entender la diversidad de los territorios, de sus sujetos, sus apuestas de vida, su inter-relación profunda con la naturaleza. Por eso Francia Márquez sostiene que, desde su punto de vista, se debe tener presenta la filosofía Ubuntu donde “el soy porque somos” denota esa relacionalidad con todo lo que me rodea y me constituye. De ahí que frente a los actores armados que rompen el tejido social de las comunidades, y destrozan los territorios, se debe dejar claro que “el territorio es la dignidad y esta no tiene precio”.

Ese nuevo país no se logra si no se lucha contra el fanatismo. Al respecto, el constitucionalista Rodrigo Uprimny sostiene que para lograrlo se debe: 1) reinvindicar la moderación, la mesura, y no perseguir absolutos, 2) la importancia del humor y la curiosidad, pues “el humor corroe los dogmas y los relativiza, pues invita a que nos riamos de nosotros mismos y abandonemos nuestras pretensiones absolutistas, y la curiosidad nos lleva a explorar nuevos mundos e ideas, lo cual pone en riesgo las certezas dogmáticas que son propias de los fanáticos”. Igualmente, 3) Uprimny sostiene que se debe propiciar el diálogo entre improbables, entre quienes piensan de manera diferente más que entre quienes piensan parecido, contribuye a abrir nuevos horizontes de comprensión; y, finalmente, 4) tener una lectura positiva del conflicto, como recomendaba Estanislao Zuleta, donde se trata de aprender a tramitar las diferencias sin pretender eliminar al otro.

Sin todo esto no se aprende a convivir mejor, no se aprende a sanar, a perdonar en contextos de permanente incertidumbre. Al respecto, hay que decir que ésta no es un fenómeno nuevo, como muestra Moisés Wasserman en su texto, sino que ha acompañado al hombre permanentemente. Por eso mismo debe verse como una oportunidad y una fuente de realizaciones. Por mi parte, al respecto afirmo que en las actuales condiciones de crisis civilizatoria que vivimos, la manera de enfrentar la incertidumbre y paliar sus efectos es de manera colectiva, y no con el heroísmo individual: “se trata de emprendimientos colectivos, colaborativos, intersubjetivos, orientados por objetivos comunes que a la vez generan identidad colectiva, y ensamble de afectos. Es formando red de solidaridades afectivas como las fuerzas confluyen, como el deseo y los afectos movilizan”. En este sentido, la defensa de los bienes comunes, de la democracia, del Estado, etc., nos prepara para enfrentar los riesgos futuros. Por lo demás, no hay que tener una lectura negativa de la incertidumbre, pues ésta nos “reta a aprender a caminar sobre el abismo, sobre la cuerda tendida. Es una invitación permanente a aprender sobre la marcha. La incertidumbre nos compele a tener los oídos bien abiertos al presente, a sus retos, desajustes, tendencias. Nos preparara también para ser más abiertos, más atentos, menos facilistas. Nos enseña que la existencia es una estructura abierta, no fijada, nos invita a ser más flexibles” ante el porvenir. Y “es en ese porvenir donde se actualiza el no-ser constitutivo que es el ser humano, esa criatura que nace todos los días”.

No está demás decir, por último, que todo este pequeño diccionario de emancipación es, como su título lo indica, una invitación al futuro, a un futuro sin olvido, pero más sano, resiliente. Es una invitación a, como dice el cronista Cristian Valencia, “poder reconstruir lo humano que nos queda entre los huesos”.

Damián Pachón Soto

Profesor Escuela de Trabajo Social, Universidad Industrial de Santander. Ha sido profesor invitado en varias universidades nacionales y extranjeras, ente ellas, la Universidad Nacional de Colombia, La Universidad de Antioquia, El Instituto Cervantes de Tokio, La Universidad de Nanzan en Nagoya y la Universidad de Estudios Extranjeros de Kobe en Japón. Autor de varios libros, entre ellos: Estudios sobre el pensamiento colombiano, Vol.1, Estudios sobre el pensamiento filosófico latinoamericano, Preludios filosóficos a otro mundo posible, Crítica, psicoanálisis y emancipación. El pensamiento político de Herbert Marcuse (2a ed.).

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