Frida Kahlo fue una artista y pintora mexicana altamente polémica del siglo XX, bien reconocida por sus autorretratos y murales. Fue esposa del también pintor y muralista Diego Rivera, ambos tenían vidas llenas de actos que casi rayaban en la ilegalidad y fueron acérrimos socialistas.
Frida tuvo una vida guiada por sus impulsos rebeldes y revolucionarios hacia ideas totalitaristas; ella veía al socialismo como el camino óptimo hacia una nueva estructura social supuestamente más justa y libre. Indudablemente, la evidencia nos indica que no hay ninguna clase de libertad bajo los regímenes socialistas o comunistas. Igualmente, se rebelaba contra el modelo de la familia clásica, el poder de la Iglesia Católica y las estructuras sociales de la época, pero, en una gran contradicción ella quería precisamente esto: una familia, un esposo y unos hijos con quienes compartir su vida, su arte y su socialismo.
No vamos a negar que su vida estuvo marcada por el dolor físico y emocional con pequeños momentos de placer. Su arte refleja muy bien ello, además de su amor por su país, pero ¿cómo alguien que ama a su país quiere un sistema socialista para este? Un sistema que aplasta al individuo por el “supuesto bien común”. Me pregunto cómo alguien sensible como Frida podía apoyar un sistema que ha sido un fracaso en lo social, económico y cultural. Definitivamente, Frida no es el icono de la libertad como el movimiento feminista, entre otros, la venden y promocionan. Podemos decir, más bien, que Frida gustaba del totalitarismo que viene del socialismo.
Aunque Frida no pudo tener hijos, si defendía el socialismo ¿cómo esperaba criarlos? Porque los niños en un sistema socialista son tratados como productos y bienes del Estado, y no están bajo la custodia de sus padres; también es bien sabido que Frida tuvo varios abortos espontáneos debido a sus lesiones físicas.
Otra característica del matrimonio Rivera-Kahlo fue su promiscuidad. Si bien Diego lo hacía por placer, Frida lo hacía por su impulso de mostrarse como una rebelde. También debemos recordar que tanto Frida como Diego fueron parte del Partido Comunista Mexicano, fundado en 1919 por José Allen y que incluso Diego visitó la URSS personalmente. También defendieron la mexicanidad, un movimiento posrevolucionario que pidió despojar al país del predominio colonial y reemplazarlo con los ornamentos de la cultura indígena.
Luego, en enero de 1937, León Trotsky, uno de los bolcheviques originales y líder sanguinario que logró la revolución rusa en 1917 junto con Lenin y Stalin, llega al puerto de Tampico en México al lado de su esposa Natalia Sedova. Allí, Frida Kahlo lo estaba esperando, pues ellos estaban huyendo del sádico dictador soviético, Stalin, su antiguo compañero revolucionario y ahora líder indisputable de la Unión Soviética que hacia el año de 1929 lo había expulsado.
Que Trotsky llegara a México no es casualidad. Diego Rivera, que tenía cierta fama en el medio artístico mexicano, había intervenido ante el presidente Lázaro Cárdenas para que este brindara asilo político al revolucionario ruso. Muchos en esa época –alrededor de 1930– veían a Stalin como una especie de superhombre y a la Unión Soviética como un Estado superior, ergo, Trotsky era algo así como un “paria” que estaba afectando esto, pues a los ojos de muchos, Stalin hacía lo correcto por defender su revolución marxista-leninista.
Frida y Trotsky se enamoraron profundamente. Ella admiraba el pensamiento intelectual de Trotsky y él admiraba su fuerza para emprender proyectos a pesar de sus enfermedades y problemas con su esposo. Trotsky vivió con su esposa en la casa de los artistas y así, con la cercanía y sus puntos de vista comunes respecto al socialismo, tuvieron un tórrido romance que fue un hit en la cultura de Ciudad de México.
La pareja de la artista y el revolucionario fue un romance de amor y odio; Diego Rivera se enteró solo hasta un año después de tales acontecimientos, cuando ya ellos habían decidido terminarlo. Ante esto, Rivera en una señal intimidante le entregó a Trotsky una calavera el 2 de noviembre de 1938 –fecha de la celebración del “día de los muertos”– la calavera tenía el nombre de “Stalin” escrito en la frente, lo cual, como era de esperarse, marcó el fin de la amistad con él.
Trotsky y su esposa, que si estaba al tanto de la relación de su marido con Frida, se mudaron de la casa de los artistas a una mansión cercana. Natalia Sedova, a pesar de la traición, jamás dejó de amarlo.
Cerca del 21 de agosto de 1940, Stalin logra lo que había deseado desde hace más de una década: deshacerse de Trotsky, quien fue gravemente herido en la cabeza con un picahielos. Frida no se inmutó ante tal acto y recientes evidencias sugieren que tal vez pudo estar incriminada en el plan para matar a su antiguo amante.
Frida continua con su arte y por el 4 de noviembre 1952, ella escribe en su diario:
“Hoy como nunca estoy acompañada.
Desde hace 25 años soy un ser yo comunista.
Sé los orígenes centrales.
Se unen en raíces antiguas. He leído la historia de mi país y de casi todos los pueblos.
Conozco sus conflictos de clase y económicos.
Comprendo claramente la dialéctica materialista de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao Tse-Tung.
Los amos como a los pilares del nuevo mundo comunista.
Ya comprendí el error de Trotsky desde que llego a México. Yo jamás fui trotskista.”
Aquí podemos evidenciar que Frida despreciaba a Trotsky y admiraba a tiranos y sádicos como Mao, quien fuera el responsable de la muerte de más de 70 millones de chinos en tiempos de paz. Así, en 1954, Frida pintó algunos controvertidos cuadros con prédicas y odas al marxismo y al socialismo como la supuesta esperanza para todos los pueblos. Algunos de estos son:
Las anteriores obras, actualmente se encuentran en el Museo de Frida Kahlo en Coyoacán (México).
Antes de su muerte, Frida y Diego se vuelven a casar, pero la salud de la pintora se deteriora demasiado y muere el 13 de julio de 1954. Sus cenizas se conservan en la Casa Azul que ahora es un museo público. En su funeral, fue puesta encima de su ataúd una bandera con la hoz y el martillo, símbolos netamente comunistas. Aún así, Frida es considerada un símbolo de la libertad, pese a que en vida abogó por el sistema que justamente destruye toda libertad posible: contradicciones, que llaman.
Actualmente, Frida Kahlo es idolatrada por los movimientos feministas y admirada en todo el mundo como símbolo de la libertad y la individualidad. La verdad es que admirarla o tomarla como modelo a seguir es muy aborrecible desde el punto de vista político y moral. Se reconoce que fue una mujer peculiar y su arte tiene gran relevancia, pero debemos ver a Frida en su conjunto: la artista y la mujer que apoyaba y fomentaba el totalitarismo.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro portal aliado El Bastión.
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