Hemos vivido días bastante difíciles en Colombia últimamente gracias a un Paro que buscaba, inicialmente, “tumbar” una reforma tributaria que más que oportuna, es necesaria por las razones más simples expuestas, pero ignoradas, o tal vez no entendidas.
Ese paro que hoy ha cobrado varias vidas por parte de la fuerza pública, así como por parte del vandalismo, y antes que salgan a malentender todo, me refiero a esas vidas de uniformados que se perdieron también, se ha extendido logrando tocar la rabia contenida del pueblo colombiano, y cuando hablo del pueblo no me refiero sólo a protestantes, sino a los trabajadores, campesinos, pequeños y medianos productores, empresarios que día a día construyen país y que hoy los tenemos represados en la incertidumbre de lo que pueda pasar, y en especial, por el miedo de cómo los vándalos puedan reaccionar.
Los líderes y muchos manifestantes han perdido esa empatía que tanto reclaman, pues pareciera entenderse que el descontento es sólo de ellos, y no.
Según cifras reportadas, al día domingo, los comerciantes habían perdido más de $300.000 millones, sin contar las nuevas pérdidas, ahora sumando la afectación de los bloqueos que han dificultado el abastecimiento de las principales ciudades, permitiendo así que haya escasez y, por ende, un aumento en los precios de los productos existentes y lo más peligroso en tiempos de pandemia: aglomeraciones. La situación no está fácil, más cuando subía la expectativa por reactivación económica, que en meses atrás, había tenido resultados de recuperación, leves, pero ya con impulso.
Uno de los sectores más golpeados por los bloqueos es, sin duda alguna, el agropecuario, pues al no permitirse el tránsito de alimentos, estarían perdiendo el trabajo no de días, sino de meses, incluso, existen vídeos de campesinos y productores rogando el posible tránsito de sus productos, ya que muchos se están dañando, y esto está poniendo en riesgo la seguridad alimentaria del país. No olvidemos que fue justo el sector rural el que menos aportó pobreza al país, aunque claramente existen razones.
Por otro lado, están los trabajadores, que en redes también expresan su derecho al trabajo y el cual se ha visto afectado por las manifestaciones que terminan en violencia.
Colombia tiene un reto grande y es el de construir confianza, sé muy bien que las instituciones han perdido de tal valor, pero el caos está dividiéndonos más y hoy su protesta se pone en entredicho al romper con la coherencia de ciertos discursos.
A los protestantes que salen a las calles de manera pacífica, gracias, y a los vándalos que entorpecen las mismas, serán sometidos por la autoridad como se debe. No permitamos que el país que hemos construido durante años sea destruido en cuestión de días.
No sólo hay un grupo de afectados, hay muchos, de los cuales piden un mínimo de comprensión. Hoy tenemos ese reto de unir, construir y no destruir.
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