Por estos días el país lastimosamente ha estado sumido en una violencia, la cual no es de ahora, en verdad viene de tiempo atrás, pero que en esta ocasión por estar en medio de una pandemia nos ha permitido concentrar nuestra atención en los hechos atroces como la masacre de 5 niños en Cali, la masacre de Samaniego – Nariño y la joya de la corona, el asesinato del abogado Javier Ordoñez a manos de dos uniformados de la policía nacional, además podría llenar todas las siguientes líneas contando uno por uno de los líderes sociales que han sido masacrados por los actores ilegales que por años han azotado este país.
Históricamente se podría hablar que Colombia se encuentra en una violencia permanente desde su independencia, pues durante aproximadamente dos siglos de historia se han vivido cuarenta guerras civiles, las cuales se han convertido en un círculo vicioso, en un principio fueron los republicanos contra monárquicos, luego los centralistas contra los federalistas, posteriormente los liberales contra conservadores y ahora los de la izquierda contra los de la derecha, donde queda más que claro que nuestro mayor pecado ha sido normalizar y creer que la única salida para que nuestros ideales tomen poder, es por medio de las armas y el miedo infundido.
Hobbes propone que el hombre por su estado natural está cargado de un impulso irracional hacia el odio y la destrucción, donde argumenta que la dinámica de la violencia procede de unas interacciones entre actores racionales y autointeresados; todo esto conlleva a pensar que la única salida viable para el hombre es enfrentar la violencia con más violencia y en este sentido surgen llamados Leviatanes, donde estos hacen uso de “Un poder común que atemorice a todos”.
Considero que Colombia debe repensar el rumbo que está tomando, creo firmemente que la revolución no es tirando piedras, destruyendo locales comerciales y atacando a nuestros iguales, la verdadera revolución está en los actos sociales, en la educación holística, en la lectura activa que nos permita tener otras visiones, y lo que es fundamental, es comenzar a tener la empatía suficiente para poder escuchar al otro. En lo personal me duelen las muertes tanto de los líderes sociales, como la de los militares muertos en combate, me duele la muerte de los jóvenes que han sido reclutados forzosamente a las filas guerrilleras y paramilitares, me duele profundamente que justifiquemos algunas muertes y recriminemos otras, esto me lleva a pensar que no aplica la frase “Nos están matando”, más bien “Nos estamos matando”, porque a pesar de tantas muertes, ellos siguen allá, como si nada y nosotros acá, odiándonos por unos ideales, que al final como tal no están contribuyendo a nada.
Es hora de unificarnos como país y que comencemos a pedir justicia a ambas caras de la moneda, no es justo que personas como “Timochenko” nieguen el reclutamiento y la violación infantil en las filas de las Farc, no es justo que Paramilitares continúen en el poder sin pagar por cada uno de sus actos delictivos, no podemos exigir justicia para uno si no lo estamos haciendo para el otro, es hora de que Colombia haga un pare, se escuche a sí misma y se dé cuenta que el camino al cual nos están conduciendo es uno bañado en más sangre, odio y muerte.
No sé quién nos hizo tanto daño para pensar que los de izquierda no pueden conversar y trabajar concertadamente con los de derecha, que defender el capital privado y la inversión privada no se puede dar demandando una equidad social y educación de calidad universal, hay factores claves como la economía, la educación, el medio ambiente y la inversión social que son innegociables, el uno necesita del otro, un estado eficiente es eficiente por ser equitativo, porque comprende que todo es un equilibrio, de lo cual por lo visto los políticos por estos días esa concepción la han perdido.
Colombia necesita reiniciarse, con nuevos ideales que estén fundamentados en las necesidades de nuestra patria, necesitamos un pacto nacional, no el ideal extremista de un político, pues al final ellos son efímeros, mientras que nuestro país será eterno, debemos recuperar la confianza en nosotros mismos para luego recuperarla en nuestros dirigentes, todo parte desde adentro, somos nosotros como sociedad quienes debemos unificarnos, escucharnos, ayudarnos y sacar nuestro nación adelante, no pongamos la esperanza en un individuo, la solución está en tus manos, en las mías, en las del pueblo.
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