“Debemos entender al Estado como una unión entre idea y realidad”
Estamos inmersos en el orden político. Nos encontramos adscritos a un Estado, pagamos impuestos, votamos en las elecciones, tenemos derechos y deberes, etc. Sin embargo, pasamos por alto la definición de un concepto clave a la hora de entender la realidad del orden político: el Estado. Creemos conocer el significado de esta palabra, pero cuando nos preguntan qué significa, nos damos cuenta que poco sabemos de ella. Me ha pasado varias veces, que me preguntan qué entiendo por Estado, con la pretensión de que tengo el conocimiento porque estudio Ciencias Políticas. Aunque respondo de acuerdo con las bases teóricas que he leído, siempre me doy cuenta que lo defino por medio características o con funciones, divagando en el significado como tal. Quise tornar el papel y, en lugar de ser la que responde, me puse la tarea de ser la que pregunta. Por esto le pregunté a 6 personas, lejanas a los estudios de política, qué piensan que es el Estado y qué funciones tiene. Esto con el objetivo de entender cuál es el problema que tenemos con la definición de esta noción que parece tan complicada.
Por un lado, noté dos diferencias a la hora de conceptualizar al Estado: unos lo denominaron como una comunidad o aparato que se rige y domina por medio de un conjunto de reglas; otros lo relacionaron con sus funciones y la estructura gubernamental. Por otro lado, observé dos similitudes: la primera es, que una vez expuesta la primera pregunta (la definición del Estado), todos dejaron claro que no estaban seguros de su respuesta, utilizando expresiones como “por lo que sé”, “me imagino”, “es como”, etc.; la segunda es la rapidez y certeza con la que todos respondieron las funciones del Estado.
Teniendo en cuenta la última diferencia, infiero las personas confundieron la especificación de las funciones del Estado con la definición del mismo, es decir, igualaron la definición a la función. Además, la primera similitud me permitió visibilizar la inseguridad de los entrevistados cuando respondieron lo que es el Estado. Considero que en estos dos puntos se fundamenta la debilidad conceptual que tenemos del Estado. El problema está en la dificultad de definir la idea del Estado. Dado esto, la noción resulta siendo entendida como una cosa abstracta y oculta, esto es lo que Abrams llama la “cosificación del Estado” (2015), lo quiere decir que, como no podemos expresar qué es, le atribuimos definiciones ambiguas que poco nos hablan de su verdadera naturaleza.
Pienso que debemos entender al Estado como una unión entre idea y realidad. Por tanto, si desprendemos la idea, de la definición del Estado, con la pretensión de poderlo definir como algo real, estaríamos sustrayendo una parte conceptual primordial para entenderlo. Todas las respuestas caen en este error; en definir al Estado como lo real, lo práctico, lo que ejerce como función, desligándolo de su sentido ideológico. Tenemos que distinguir, entonces, las funciones estatales del Estado como idea, es decir, lo material de lo formal; eso sí, teniendo en cuenta que ambas caras del Estado son necesarias para su conceptualización puesto que el Estado como idea, sin una aproximación a la práctica, queda abstraído, a lo que Easton (2015) llama “una esencia indefinible, un fantasma en la máquina” (como se citó en Mitchell, 2015, p. 163).
Sin embargo, cómo estar certeros en cuanto a la definición del Estado, esto es, quién puede delimitar una noción de Estado que enmarque la idea y la realidad del mismo y sea entendida por todos. En mi opinión, la esperanza yace en dos ciencias sociales: la Ciencia Política y la Sociología política. Hemos hablado de la dualidad del Estado: su noción teórica y su noción práctica, ambas necesarias para expresar su significado. Me parece, entonces, que la Ciencia Política debe sentar las bases del Estado como idea, por medio del estudio del poder y las fuerzas ocultas del Estado; ayudándose de la Sociología política, la cual debe explicar la relación entre esa idea de Estado y su expresión en la realidad, en la sociedad. De esta forma, creo que con la ayuda de ambas ciencias se puede completar ambas dimensiones de la definición del Estado.
En modo de conclusión, asevero la importancia que tienen la Ciencia Política y la Sociología a la hora de captar al Estado, entendido, según Engels, como el primer poder ideológico sobre el hombre (como se citó en Abrams, 2015, p. 28) y, además, como un sistema que afecta a la sociedad. Me parece que es deber de los politólogos y los sociólogos fusionar sus estudios (del poder y la sociedad, consecutivamente), para lograr una conceptualización clara de lo que es, lo que comprende y lo que hace el Estado. Son ellos, los que, tomando estos tres factores como puntos primordiales, deben entablar una definición completa del Estado, sin reducirlo a uno solo uno de estos. Es preciso aclarar, que si estas ciencias no adscriben un trabajo en conjunto que complemente la definición del Estado, seguiremos cayendo en el mismo problema una y otra vez, redundando entre el concepto y la función de este. Por esto es más que necesario que los politólogos y los sociólogos encuentren un espacio en común dentro de la academia, llamado el estudio del Estado.