Álvaro Gómez Hurtado le dijo alguna vez a Juan Gossaín que «las encuestas son como las morcillas. Son muy ricas pero es mejor no saber cómo las hacen». La frase, mordaz y con humor, hizo carrera. Lo cierto es que las encuestas bien hechas, no todas lo son, proporcionan información útil si se leen bien y, en particular, se pueden comparar en el tiempo. Es verdad que una encuesta es la foto del momento, pero varias sucesivas dan una visión de tendencia que es mucho más valiosa.
Ocurre que las encuestas previas a las consultas interpartidistas del 13 de marzo mostraban a uno de los candidatos muy lejos y a los demás como enanitos que no le llegaban a los talones. No es que estuvieran mal hechas o fueran manipuladas, era que comparaban a quien llevaba años en la carrera frente a quienes acababan de empezarla y a quien estaba solo en su ubicación en el espectro político y a quienes debían compartir su espacio con cuatro o cinco que le competían. Aquel tenía la intención de voto consolidada en su sector y los demás compartían el suyo entre varios.
Las consultas interpartidistas cambiaron el juego, lo depuraron. De un par de decenas de precandidatos dejaron apenas siete, tres que fueron a las consultas y cuatro que no (Betancourt, Gómez, Hernández y Rodríguez). Ahora, como ocurrió hace cuatro años, los candidatos ganadores de las consultas tomaron impulso y sacaron ventaja. Las razones son obvias: concentran el foco de los medios y de la opinión durante las semanas previas y, ya ganadores, en las siguientes, y dan la sensación de tener más apoyo en la población que aquellos que no se miden en las consultas. El resultado es que aquellos que no van a las interpartidistas se diluyen.
En esta ocasión, además, la polarización llegó más temprano. Petro y Federico Gutiérrez sacaron varios cuerpos de ventaja. Fajardo pagó carísimo su inclinación a no asumir posiciones claras, por un lado, y las peleas internas en su coalición, por el otro. En la consulta sacó doscientos mil votos menos que cuando fue gobernador de Antioquia y seis veces menos que en el 2018. Hernández, por su lado, se desinfló. Betancourt, Gómez y John Milton Rodríguez nunca despegaron. A todos ellos, Fajardo incluido, salvo un milagro, que no se ve por ningún lado, la «remontada» les será imposible.
Esa foto es la de las encuestas posteriores a las consultas. Todas muestran que nadie puede ganar en primera vuelta, que la carrera será entre Fico y Petro, que la distancia entre ambos se cerró y que para todos los efectos están en empate técnico para la segunda vuelta.
Ahora, un examen más profundo proporciona información valiosa. Entre todas las encuestas recientes, uso acá la del Centro Nacional de Consultoría porque es la más extensa en la muestra población (4.206 encuestas) y geográfica (75 municipios) y es presencial, lo que hace más confiable que las que se hacen telefónicamente.
Esa encuesta tiene datos muy interesantes. Por ejemplo, que Petro tiene diez puntos más de apoyo entre los hombres que entre las mujeres, lo que mostraría que al menos entre ellas hasta ahora no le sirvió escoger a Francia Márquez como fórmula vicepresidencial. El candidato de extrema izquierda cuenta también con un apoyo muchísimo más amplio entre los jóvenes (61,8% de 18 a 25 años y 47,3% de 26 a 40) que entre los más adultos. Y que su apoyo es bastante parejo en todos los estratos.
Fico, en cambio, tiene favorabilidad similar en ambos sexos, son los más jóvenes quienes menos lo apoyan (27,2% frente a 50,6% entre los mayores de cincuenta) y en los estratos bajos es donde cuenta con menos simpatías.
En cuanto a los apoyos regionales, Petro tiene su fortaleza en el Pacífico, donde la izquierda viene ganando consistentemente, en el Caribe y en Bogotá. Fico, en cambio, es muy fuerte en Antioquia y el eje cafetero (hace cuatro años la elección se definió en Antioquia. Allá Duque le sacó 1,3 millones de votos a Petro, más que todos los que sumó de diferencia a su favor Petro en los departamentos en que ganó y en Bogotá). Gutiérrez tiene varios desafíos: que Char y Barguil, los dos costeños, se la jueguen para que allá lo conozcan, lo que nivelaría las cargas, buscar que la diferencia en Bogotá se acorte y consolidar a los paisas. Petro viene haciendo la tarea en Antioquia y usa al alcalde de Medellín como su alfil.
Finalmente, toda la izquierda vota con Petro, algo menos de la mitad de los verdes y la tercera parte de quienes se identifican como liberales. Fico parte con apoyos ampliamente mayoritarios del CD, los conservadores, Cambio Radical y la U y, quizás sorprenda, más de la mitad de los liberales y una parte similar de los de la Coalición de la Esperanza que no son verdes.
Ninguno la tiene fácil y la elección será muy apretada. Pero Fico tiene varias ventajas: es menos conocido y, por tanto, su margen de crecimiento es mucho mayor; su negativo es muchísimo menor que el de Petro que tiene resistencias muy altas e inflexibles; y la tendencia lo muestra subiendo considerablemente y aún con margen de crecer más.
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