Lo que le pasó anoche a Ariadna, más conocida como “la miss universo que no duró nada” me obligó a cambiar el escrito que tenía preparado para hoy. Por supuesto, no hablaré del concurso de belleza, no es mi fuerte opinar sobre este tipo de certámenes, sólo diré que me parece un despropósito tanto el error, como el grado de indignación que causa el hecho. En Colombia se han robado la salud, la educación, nos han arrebatado el derecho a participar, han callado a los opositores, desaparecido y asesinado a quienes estorban al sistema, pero eso parece no indignarnos tanto como el amague de coronación.
Hace algunos meses fuimos convocados al proceso de elección y coronación de mandatarios locales, algunos simularon ser independientes buscando firmas, otros frenteros acudieron a los partidos, y otro más avispado que Gerente de Plaza Mayor, buscó una mezcla de firmas y partidos para alcanzar la anhelada corona.
Publicidad iba y venía, comerciales costosos, vallas, mini vallas, pasacalles y mini pasacalles; unas elecciones al parecer muy participativas sobre todo para el GEA, de hecho dieron para que alguno se autoproclamara el “acalde de la gente”.
Pero las acciones para la elección no parecen hoy tener punto de encuentro a punto de darse la coronación. Mientras en el concurso caminaban, miraban a los ojos como todo fajardista que se respete, y en la efervescencia repartían volantes para decir “gracias”, hoy, a escasos días de recibir el cetro y la corona, el discurso y las acciones no conversan:
En primer lugar las designaciones hasta el momento están compuestas por personas del sector privado, muchos cercanos a empresarios que seguramente aportaron desinteresadamente en la campaña.
No hemos visto el primer video de presentación que represente el eslogan “de la gente”, de fondo están muros y carros, a excepción del video del concejal Luis Bernardo Vélez, un poco sobreactuado, pues Inclusión Social es más que habitantes de calle.
Segundo, negarse a debatir sobre la designación de Gustavo Villegas en la Secretaría de Seguridad, da a pensar que al alcalde “de la gente” le gusta imponer su gente.
Tercero, no es consecuente un discurso de cercanía a los sectores «más humildes» de la ciudad y una coronación en Ciudad de Río, no es consecuente un discurso del centro de Medellín como prioridad y una coronación en el sur de esta.
Parece algo normal, sin importancia, de hecho cuando escribo pienso que le exijo mucho al “muchacho de la gente”, pero qué más hago si en el exterior habla con tanta propiedad, si es experto en gobernar sin haber gobernado y administrar sin haber administrado.
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