El socialismo contemporáneo ha debido crear su sujeto

La única forma de llegar al paraíso, si la hubiera, es conocer
los caminos que conducen al infierno para evitarlos.
Al menos sabemos un camino seguro que conduce
al infierno, los caminos del paraíso están
en construcción y el propio paraíso está
en permanente y profunda reforma y discusión.
Maquiavelo


No hay fatalidad ni determinismo económico y menos político que imponga el socialismo o cualquier otro sistema.  Cualquier sistema será sometido a la prueba inexorable de su superioridad económica, de su supremacía cultural y a su cada día más complejas relaciones.

Karl Marx


Partamos por el principio. El 9 de noviembre de 1989, las germanías se reunifican derribando el Muro de Berlín, que dividió por casi tres décadas su capital, simbolizando con ello, el fin de la Guerra Fría y la construcción de un nuevo orden mundial.

En el bloque oriental de Europa, los movimientos sociales dieron fin a la Unión Soviética, es decir al comunismo y supusieron una transición hacía sistemas liberales y un sistema económico de Mercado.

De tal manera que, el fin de la Unión Soviética, producía el fin de los socialismos reales o científicos.

Ya en el año 1985, Mijael Gorbachov, el primer presidente que no vivió la revolución de 1917, intentó sacar adelante la URSS mediante un plan de reformas internas; la Perestroika y la Glasnost, permitirían una política exterior de distensión, y que permitirían definitivamente poner fin a la bipolaridad ideológica en gran parte de occidente en Guerra Fría.

A partir, más menos, de estas fechas los socialismos “reales” o científicos como los llamaba Marx quedan sin sujetos que gobernar; pues, el mismo cabezón Marx, aquel que predijo gran parte del futuro económico y político de la modernidad, es ignorado por la deslealtad de los mismos que le aseguraran llevar a cabo su doctrina filosófico-social, con Manifiesto Comunista y todo. Marx, siempre pensó en una dictadura transitoria del proletariado, pero de ninguna manera en una dictadura particular de un individuo.  Sin embargo, Stalin llevó a cabo en la URSS una dictadura de estado personal, de carácter feroz y destructivo (La dictadura es un método de gobierno en el cual el poder pertenece exclusivamente a un individuo o un grupo limitado de individuos, y fuera de la constitución). Bueno, no importa, esto es historia. Lo que importa es desentrañar como el socialismo queda sin sujeto proletario y debe crearlo.

La concepción filosófica de Marx tiene raíz en la Dialéctica del Amo y del Esclavo de Hegel, en donde plantea Hegel, que como el amo manda al esclavo, hacerlo todo y que le sirva, mientras él no se esfuerza, se dedica al ocio, se divierte, come y bebe, engorda y se enferma, deja de hacer la historia, en consecuencia, el esclavo esforzándose en la humildad, ocupando el tiempo para planificar y trabajar duro, construyendo, también empieza a construir, literal, la nueva historia, desplazando al amo de su condición privilegiada. Marx la toma para sí, para hacer de esta idea su propia concepción filosófico-sociológica, pero centrada en la sociedad y en la historia: reinos y oligarquía son derrotados por la burguesía industrial generadora de mercancías y capital (la burguesía es la clase social dueña de los medios de producción y distribución, que controla la actividad industrial) , y por consecuencias, finalmente, se alza de modo revolucionario el pueblo proletario, haciéndose del poder total (proletariado: aquella clase social que no posee mayores bienes que su capacidad de trabajo, y por lo tanto constituye la base de la sociedad capitalista), conduciendo al pueblo socialista “¡de un reino de las necesidades a uno de la abundancia!” (Dialéctica y mesianismo histórico de Marx).

Sin embargo, en honor a la verdad, nada de esta concepción marxista de la historia a resultado en occidente; pues, de modo caricaturesco, “el amo” sigue comiendo y “el esclavo” sigue resignado solamente a saciar sus necesidades básicas; la burguesía mantiene su status, poseedora de los medios de producción y distribución, mientras el “proleta” debe trabajar, de la madrugada al ocaso, para  solucionar sus requerimientos; en nuestro mundo occidental el capitalismo predomina, en donde la acumulación sigue haciendo ricos a los burgueses y más precaria la vida de las clases medias y pobres.

La otra cuestión que la teoría de su tiempo no supuso que (finales del siglo XIX y comienzos del XX) el rápido progreso técnico-industrial, especialmente de las américas, el auge de la educación como medio emancipador de las masas, la individuación de la modernidad, la migración campo-ciudad, las Guerras Mundiales, y otros procesos sociológicos, producirían una nueva clase social, más democrática y autosuficiente, la mal llamada, pero admirable Clase Media, muchas veces carenciada, no obstante, dueña de sí misma, consciente de su singularidad y responsable de sus méritos.

Estimados lectores, Marx, fue una mente sobresaliente, un hombre moderno, pero en esto de su dialéctica histórica se equivocó rotundamente. ¡Pienso que si existiera hoy Marx, sería un precursor fiel del capitalismo liberal!

Ahora bien, después de este largo preámbulo sobre el sueño de Marx, que según mi punto de vista fue necesario hacer, para entender que el socialismo clásico perdió su sujeto social y político, cabe preguntarnos dónde está el pueblo proletario, la clase menesterosa que organizadamente debía llevar a cabo la “lucha de clases”; hoy no existe, desapareció del mapa político occidental, porque, todos los sujetos han sido avasallados por “las virtudes” del capitalismo neoliberal, e incluso el mismo pensamiento socialista se ha visto obligado a crear un nuevo paradigma de pensamiento, también capitalista, aburguesado, democrático, anhelante de la multiplicidad de mercancías e intercambios, progresista… (Michel Foucault). Incluso, por ello ya no existe un socialismo, éste se ha fragmentado en una variedad considerable de corrientes, que van desde los más conservadores a los más reformistas, desde los más genuinos a los puramente sucedáneos. 

En definitiva, el socialismo, por perder su sujeto proletario ha debido crearlo, capitalizando todas las minorías desplazadas, desadaptadas o precarizadas por la sociedad actual, lo que la sociología llama “grupos sociales anómicos”: feministas, diversidades sexuales, indigenistas, grupos postaborto, pro divorcio y pro eutanasia, sectas de todo tipo, migrantes, culturas urbanas, modas y formas de vivir, excéntricos, grupos carenciados, jóvenes idealistas, animalistas y ecologistas, intelectuales disconformes, grupos radicalizados perseguidos o abandonados, anarquistas conversos, disidencias, clase media empobrecida, y suma y sigue…

Reflexiono positivamente. ¡De acuerdo que los socialismos de hoy sumen a sus filas a estos grupos!, les den un espacio de protección y participación a sus sujetos. No obstante, no deja de ser paradójico que muchos de estos individuos fueran antes tenazmente perseguidos por los estados socialistas reales.

En política también opera lícitamente el oportunismo.


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Víctor Henríquez Bustamante

Profesor de Estado en Castellano y Filosofía

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