A la publicación de un video del Sacerdote Carlos Yepes en el que hacía una defensa propia y de la iglesia católica frente a lo que ha sido un trabajo periodístico de Juan Pablo Barrientos -muy publicitado por cierto- le seguía una respuesta de una internauta cualesquiera así: ¿por qué será que no le creo? Uno cree lo que quiera creer, uno ve lo que quiera ver. Es tan generoso el libre albedrío, que el ser humano puede escoger y eso no tiene ninguna connotación legal que le represente problemas.
Me aparto de la discusión medio filosófica para adentrarme en ese caso, el del religioso antioqueño separado últimamente desde Roma para «oficiar». En redes sociales tiene por mitades, defensores y detractores, solo que casi nadie tiene todos, absolútamente todos los insumos para juzgar (y sancionar), o absolver. Muchos, apurados más por la emoción, piden linchamiento físico del acusado, olvidando que la pena de muerte aún no hace parte de nuestra legislación, y que el derecho a la defensa aún no está agotado.
Bien nos valdría a todos dejar a la vida que haga lo que a ella le corresponda. Por ahí está la justicia humana hurgando…también a ella tenemos que dar un compás de espera para que entregue resultados, pues por más y que muchos -yo uno- seamos escépticos sobre su sapiencia e infalibilidad, eso es lo que tenemos para mantener un regular equilibrio social.
Aquella escena de un Jesús haciendo rayitas con su dedo sobre la arena, retando a que los acusadores de María Magdalena tiraran sobre ella la primera piedra por encontrarse libres de culpa, es la que me ha venido dando vueltas en la cabeza. Pregunté a muchos de los que pedían a gritos esa “rara justicia”, quién de ellos estaba moralmente habilitado para hacerlo, y lo que se vino fue una andanada de insultos salidos de razón…sentí que con eso estaba, como aquel Cirineo, ayudándole a Yepes con esa cruz, pues ya los dedos acusadores cambiaron de dirección y en vez de seguirlo martirizando en esa discusión virtual, apuntaron hacia mí.
Fuera de charla: ¿quién, que no sea uno de los que acusan en primera persona al Padre Yepes, quién que no sea el propio religioso, quién que no sea un Ser Superior en todo y por todo, está tan lleno de datos sobre el asunto para fungir como verdadero juez en este caso?
No clamo por impunidad, no señores…es más, soy partidario de que Sacerdotes y miembros de cualquier iglesia, respondan antes la justicia civil, en el entendido de que todos somos ciudadanos sin categoría especial para ello, y que si cárcel merecen, cárcel paguen en condiciones normales, pero de ahí a que la justicia ordinaria se sobreactúe por la opinión pública manifiesta en redes sociales, no me parece correcto.
Como católico confeso, deseo que el Padre Carlos salga victorioso en esta lucha legal y social…desearía también que la Iglesia corrigiera algunas actitudes de amparo con el delito de pederastia. Ya la historia no se puede cambiar, pero el presente y futuro sí, así que va llegado la hora en que desde el vaticano canten conmigo: “o cambiamos, o nos cambian”.