Hace dos meses se publicó el libro Sin Timón. Antología de cuento, microrrelato y poesía. Esta antología cuenta con la obra de cinco autores: Diana Nava, Antonio Pérez, Aleixandre de la Rosa, Sergio Bañuelos y yo.
La premisa bajo la que se ideó el libro fue publicar un libro con obras de autores que escaparan de las convencionalidades del mercado. Textos sinceros sin importar el género, pero sí buscando una buena calidad. La reflexión por la que comenzó todo esto fue que las editoriales siempre tienen un objetivo principal para publicar: que el libro se venda. En mi caso como coordinador y editor, mi objetivo era algo parecido a lo contrario de eso. El libro da la apariencia de no tener tema, no tener objetivo, andar sin timón. La variedad de plumas es tal que no se podría ajustar la obra a un solo género, más que en el genérico “antología de cuento, microrrelato y poesía”, lo que me parece fantástico, porque eso es lo que ha logrado encontrar un público mucho más amplio.
Publiqué la convocatoria buscando esos textos, que vinieran desde el “sin timón” en mayo de este año. Recibí cerca de veinte correos con propuestas para su publicación. Ahí esta el gran reto: poder seleccionar de esas propuestas, con una visión crítica, los textos que integrarían la antología. En un primer momento la antología sería solo de cuento y poesía, pero al recibir microrrelato, me regresó esa pregunta que nunca he podido resolver, y que veo es más o menos generalizada ¿Dónde empieza el cuento y termina el microrrelato? La diferencia más clara es la extensión, pero ¿qué tan corto es un microrrelato y qué tan largo un cuento? Para evitar distinciones y confusiones, se agregaron los microrrelatos (o lo que pienso es un microrrelato).
Como también participe como autor, el reto fue el mismo, solo que siendo más exigente conmigo mismo: qué textos seleccionar para publicarlos en el libro. Pienso que escogí de los mejores que he escrito (el lector siempre es mejor juez para esos juicios). No es soberbia, si no lo pensará, no los habría seleccionado. Como se suele decir: “Las cosas bien hechas, bien parecen”.
El libro estuvo terminado, relativamente, pronto. Se comenzó a comercializar desde mediados de junio y ha tenido buenas ventas, en el país (México) en el que se leen 3.4 libros, en promedio, por año. Todo esto en el marco de ser un libro de autopublicación, que no por eso una edición descuidada y sin registro legal.
Al final, fue todo un reto hacer un libro (convocar a los autores, maquetarlo, corrección de estilo, registro legal, etc.) pero muy placentero, porque no hay nada para mí, como trabajar con las letras, ya sea leyendo, escribiendo, editando…
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