En la coyuntura global de la pandemia por el COVID-19, las proyecciones macroeconómicas internacionales presentan una tendencia negativa en el primer trimestre y las estimaciones para el segundo trimestre de los índices bursátiles caerán drásticamente a comparación del año pasado.
El pronóstico de hace apenas cuatro meses atrás del S&P Dow Jones arrojaba unas ganancias por encima de los 175 dólares para el S&P 500 del presente año. Hoy vemos que se desplomaron un 16,5% traducidos en términos económicos una volatilidad enorme en tan poco tiempo.
Otro de los golpes fuertes es el desplome histórico de los precios del petróleo, en la que se conjugan algunos factores geopolíticos que ya venían por parte de Arabia Saudita –miembro OPEP- en la guerra de precios con Rusia, que no pertenece a dicha organización y en el contexto de la pandemia del coronavirus se agravó hasta registrar valores en negativo por un corto tiempo.
El panorama económico para algunos países de la región es bastante desesperanzador. Las recesiones y deudas que lastran las principales economías de Latinoamérica serán el principal problema para garantizar un crecimiento en los próximos años.
En el caso de Argentina la desaceleración económica en el primer trimestre fue de -2,2% respecto al mismo de 2019, Brasil sufrió una caída del 0,68% en el mismo periodo y Colombia se contrajo un 0,28% hasta el mes de abril frente a las estimaciones que hizo el Banco de la República.
Los desafíos de los gobiernos de América Latina y el Caribe son escabrosos, por un lado, tienen que manejar la situación de contener el virus para proteger vidas y por otro, limitar los impactos sociales, políticos y económicos post pandemia.
El debate actual gira entorno a valoraciones inexactas. Los sistemas de salud están preparados para responder a la pandemia, la economía resistirá el daño. Pero no lo es, la economía tardará años en recuperarse y salir del estancamiento que ya presentan las principales economías de Asia y Europa. Lo cierto es que el Gran Confinamiento ha mostrado efectos socioeconómicos que no han sido cifrados ni analizados. Las medidas que han optado los gobiernos de aumentar el gasto fiscal, ocasionan una pérdida del ahorro, las transferencias a los sectores menos favorecidos no deben ser a través del gasto fiscal. En el caso de los países que dependen del petróleo como Colombia, sólo ampliaría el déficit en cuenta corriente.
El camino está en levantar la cuarentena de forma progresiva. Los sistemas de salud pública deben estar listos para una tercera oleada de contagios, que por fortuna no ha sido, de acuerdo a las proyecciones de los organismos internacionales como la OMS, que basados en los modelos matemáticos proyectaba un número de contagios superior a los cuatro millones y cerca de un millón de pacientes en cuidados intensivos para el mes de abril.
La solución a mediano plazo para mitigar los efectos del Covid-19, es el fortalecimiento de los bloques comerciales en la región, (MERCOSUR, ALIANZA DEL PACÍFICO, CAN) y lograr un acercamiento con el bloque del caribe (ALBA –TCP). La experiencia ha demostrado que ser parte de estos acuerdos dinamiza el comercio intrarregional, facilitan la integración en cadenas globales de valor, asistencia técnica y financiera para las Pymes, ente otros; de lo contrario la economía entraría en una encrucijada por cuenta de la baja producción y la creciente tasa de desempleo por el déficit en cuenta corriente y el déficit fiscal que se profundizó por la caída de los precios del petróleo.