El gobierno también se apaga

“Pero como Noboa no está solo en su cruzada contra la democracia y la ética, varios líderes de opinión pusieron a circular el rumor de que la represa Mazar fue vaciada deliberadamente. Y como en Carondelet escasean las ideas tanto como los escrúpulos, decidieron hacerse eco de la ridícula teoría”.


Escribo estas líneas algo apresurado y bastante indignado. Apresurado porque en menos de una hora me quedaré sin energía eléctrica. Indignado porque el gobierno piensa que los ecuatorianos somos idiotas.

La crisis energética que me tiene un jueves en feriado forzado, comenzó en los últimos meses del gobierno de Lasso, y su gestión de la misma fue tan mala como podría esperarse. Su sucesor, Daniel Noboa, prometió en campaña poner fin a los apagones, y con la entrada en vigencia de la Ley de Competitividad Energética en enero de este año, aseguró haber cumplido su promesa. Cuatro meses después, sin embargo, suspende durante dos días la jornada laboral para ahorrar energía.

Primero, el presidente trató de ocultar el problema energético evitando anunciar los apagones. Habrá pensado que, si los ecuatorianos fuimos tan estúpidos para elegirlo a él como presidente, también lo seríamos para no notar que llevamos varias horas sin electricidad. Cuando se generalizó el malestar por los apagones repentinos, Noboa decidió publicar los horarios de las “desconexiones temporales” de la manera más ineficiente posible: a través páginas gubernamentales caídas. Finalmente, cuando la crisis ya no podía ocultarse más, utilizó una carta que, no por original, deja de ser perversa; en lugar de aceptar que haber colocado a una politóloga al frente del Ministerio de Energía fue una torpeza de parte suya, prefirió acusarla de sabotaje.

Uno puede prevenirse de tomar decisiones absurdas si se informa adecuadamente, pero contra la traición —muletilla bien conocida por los ecuatorianos— no hay cálculo posible, parece haber razonado nuestro presidente.

El mismo día que ponía a circular el cuento del sabotaje, la policía se apersonó en la sede del Ministerio de Energía para requisar a los funcionarios, no vaya a ser que se estuvieran llevando los megavatios en sus mochilas.

Que el presidente Daniel Noboa haya llenado su gobierno de personas incompetentes sin ninguna experiencia en la gestión de lo público es una enorme irresponsabilidad. Que persiga judicialmente a una de sus ministras —igual que ha hecho con su vicepresidenta— y a veinte funcionarios más para ocultar su propia ineptitud y tratar de salvar una consulta popular inútil es, además de una cobardía, un sensible ataque a la democracia y a la función pública.

Suficientes problemas enfrentan los empleados públicos con una Contraloría corrupta e ineficiente como para que ahora tengan que preocuparse también de que el presidente no decida acusarlos de “traición a la patria” como estrategia comunicacional.

Pero como Noboa no está solo en su cruzada contra la democracia y la ética, varios líderes de opinión pusieron a circular el rumor de que la represa Mazar fue vaciada deliberadamente. Y como en Carondelet escasean las ideas tanto como los escrúpulos, decidieron hacerse eco de la ridícula teoría.

Lastimosamente para el gobierno y sus influencers, en el Ecuador existen ingenieros que saben dos o tres cosas sobre el funcionamiento de una central hidroeléctrica. En primer lugar, vaciar el embalse de Mazar no tomaría las 12 horas que asegura el gobierno, sino 14 días. Pero lo más importante es que, si se abrieron las compuertas de Mazar, no fue para sabotear la consulta de Noboa, sino para abastecer al embalse Amaluza, ubicado río abajo, donde fue utilizada para la generación eléctrica de las centrales Paute-Molino y Sopladora.

Lo que ocurre con las centrales hidroeléctricas en el Ecuador no es producto del sabotaje, sino de la ineptitud del gobierno. Desde que era candidato a la presidencia, el Colegio de Ingenieros Eléctricos de Pichincha había advertido a Daniel Noboa sobre la necesidad de tomar medidas para evitar una crisis energética, pero el presidente nunca le dio importancia al tema. Demasiado ocupado estaría en otros menesteres, como invadir embajadas extranjeras o visitar su ciudad natal, Miami.

Hoy los ecuatorianos sufrimos hasta ocho horas de apagones diarios —en medio de una crisis de inseguridad— por la inoperancia de un niño rico jugando a ser presidente. La obsesión por una consulta popular superflua y su reelección en 2025 distrajo a Daniel Noboa de lo único que habría garantizado su estadía en Carondelet hasta 2029: ejercer el cargo para el que fue elegido.


Todas las columnas del autor en este enlace: Juan Sebastián Vera

Juan Sebastián Vera

Sociólogo por la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Estudiante de Política Comparada en FLACSO, Ecuador.

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