El encuentro

Santiago Narváez Lombana

El día anterior a su graduación recibió una noticia que lo dejaba frío, que cambió su vida para siempre.

Era el año de 1989 las sirenas sonaban por toda la ciudad, hacía algunos minutos se había escuchado una explosión que parecía que viniera del mismísimo infierno; explotaba una bomba más en Medellín, era el año del terror, la violencia no daba tregua, nadie podía sentirse seguro incluso en su casa. La guerra no daba tregua, no respetaba ni los colegios o iglesias.

Samuel cursaba octavo de bachillerato, era un estudiante brillante en matemáticas y ciencias, su personalidad amable, graciosa y conversadora lo hacía caer en gracia con los demás. Sus ojos verdes como una esmeralda también ayudaban a aquel joven, en especial con las mujeres. Un día de junio mientras iba camino a casa vio aquel grupo de mujeres que se encontraba habitualmente en el camino, y como siempre, se quedaba mirando aquella niña de pelo negro, su piel blanca como las nubes, y su sonrisa brillante como sol, esa niña ruidosa que lo hacía soñar, ese día decidió que la iba conocer.

La mañana siguiente, Samuel por primera vez planchaba su camisa de colegio, se ponía gel en su cabello y su mejor loción; el día en el colegio fue una tortura, las horas pasaban mas lentas, las clases se le hacían tediosas, los compañeros le molestaban porque el solo quería que sonará la campana para ver aquella niña que le había quitado su paz. Por fin sonaba el timbre, y la velocidad al salir por la puerta lo hizo tropezar con un escalón más adelante, su camisa perfectamente planchada en la mañana, no era mas que una pasa: arrugada y oscura por la suciedad. Sin embargo, aquel desliz no iba frenar su determinación de salir a buscar aquella niña que su sonrisa no podía sacar de la cabeza, siguió su camino, sus manos sudaban, su mente daba vueltas y sus nervios le decían que abandonara, pero cuando vio al grupo de mujeres que se encontraba habitualmente su corazón se quería salir de su pecho, tomó aire y decidió soltar un tímido:

-Hola chicas ¿Cómo están?

– ¿Dónde puedo encontrar la iglesia del Cristo redentor?

Para fortuna de Samuel, aquel grupo femenino respondió a su saludo, y Clara, una joven Pelirroja, con unos anteojos grises, su figura más desarrollada y al parecer la mayor del grupo le indico cuál era la dirección que debía seguir:

-Continúa derecho por aquella vía de la casa amarilla por 700 metros y luego gira a la derecha, desde ahí puede ver las campanas de la iglesia y te será más fácil llegar.

El joven dio las gracias y se presentó:

-Soy Samuel Navarro, estudio en el Colegio Toledo de la Mancha, un gusto conocerlas.

El grupo de mujeres respondió con un formalismo y sin dar mayor importancia, continúo su camino en medio de risas ruidosas, que el joven no sabía como interpretar. La niña de pelo negra, la mujer de sonrisa brillante, nunca lo miró o al menos eso sintió. Su corazón se fue abatido a casa, el que siempre causaba una gran impresión, el que con sus ojos se ganaba los corazones de sus allegados no pudo conocer aquella chica.

Ese domingo se aventuró a ir a la iglesia del Cristo redentor, un palpito en su joven corazón no lo dejaba estar tranquilo, tomó su camisa, su jean, sus tenis y salió en su bicicleta de cross, no sabía si a rezar o con la esperanza de encontrarse a alguien. Llegó puntual a la misa de 12m, todo transcurría con normalidad y en sus oraciones pedía a Dios por su familia, sus amigos y por aquella niña de pelo negro que ni su nombre sabía; de momento cayó en cuenta que estaban repartiendo la comunión, el tiempo había volado y resolvió ir a tomarla. De repente miro sobre su izquierda y vio en la segunda banca aquella mujer que lo estaba volviendo loco…Continuará.


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Santiago Narváez Lombana

Ingeniero de Producción-Universidad EAFIT, MBA, lector y deportista.

3 Comments

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  • Santiago y cuando podemos continuar leyendo esta «sencilla, deliciosa, romantica y de mucha intriga», con la que nos has dejado….Por favor? Gracias y felicitaciones, por ser quien eres!!

  • Super lindo el cuento solo que hasta el final.de el seguria siendo una niña que Samuel perseguía en sus sueños.