El campo

Benjamín Herrera, uno de los dos grandes Jefes del Partido Liberal en la Guerra de los Mil Días que afrontó Colombia entre 1899 y 1902, quien auspicio las ideas del Partido Republicano después de la Dictadura de Rafael Reyes, dirigido por Carlos E. Restrepo (nuestro primer Presidente Antioqueño), fue designado en el gobierno siguiente, el de José Vicente Concha, como Ministro de Agricultura (1915). Herrera, el fundador de la Universidad Libre, era un gran conocedor del campo: tuvo fincas en Aracataca, Departamento del Magdalena, a la que llamó Colombia, y en su natal Santander.

Catón, célebre romano de la época republicana de los Escipiones, tenía su finca, y estudio el campo a profundidad, al punto de determinar el área perfecta de la misma y la cantidad y clase de ganados al igual que los productos que debían sembrarse. Su libre De Natura, es lectura obligada para los que veneran el campo.

En las memorias de Gorvachov, el gran Presidente Ruso en 1990, el autor de la Perestroika y el Glasnost, explica que, cuando visitó una granja en Canadá y preguntó al Primer Ministro sobre la razón del éxito, éste la manifestó que la única forma de que el campo fuese viable es a través de los subsidios.

Escuché una vez en una conferencia en Cervecería Unión de Itagüí al Profesor universitario e ingeniero Francisco Restrepo (Pacho Cohetes), advirtiendo que el mercado que siempre crecería es el de los alimentos, en razón de las bocas que lo requieren.

El campo en Medellín ha sido abandonado. La voracidad de la administración de Quintero Calle lo acabó con el impuesto predial. El campesino de Medellín: Santa Helena, San Cristobal, Palmitas, San Antonio de Prado y Belén Altavista, no sólo no recibe subsidios, ni instrucción, sino que la Administración pretende gravarlo como si su única alternativa fuese el cemento y la construcción.

Las guerras sociales siempre tienen como origen el campo y el campo tiene que renacer. Los campesinos al verse a merced de los terratenientes y los bandoleros, lo abandonan y se van a la ciudad engrosando los cinturones de miseria sirviendo de pasto para las llamas revolucionarias.

La gran reforma agraria es posible, pues la tierra la tienen las mafias de los grupos al margen de la ley. Las mejores tierras están a nombre de los mafiosos o testaferros de éstos. No puede tolerarse la famosa “Paz Total” de Petro que lo único que ofrece es impunidad. A quienes han agredido al campesino, al ganadero, al agricultor, debe declarárseles la extinción del dominio y con esas tierras hacer la gran reforma social agraria que requiere el Pais.

Es inaceptable que esta triste “Paz Total”, al igual que la “Paz de Santos”, beneficie exclusivamente a los victimarios: las FARC se quedaron con el poder y con las tierras y siguen delinquiendo. Su primo, el ELN, sigue la ruta trazada por las FARC.

El campo tiene que ser recuperado por el Estado acabando con la inseguridad, quitándole la tierra a quienes dañan los recursos naturales renovables, a quienes adquirieron las fincas por el terror, y ofrecerle al campesino el regreso. Para ello el subsidio, la educación, la instrucción, es vital y responsabilidad única del estado. La seguridad es el primer paso, más no el único.

Julio González Villa

Doctor en Derecho U. Externado de Colombia; Abogado UPB; Magíster Administración de EAFIT; Especialista Derecho Ambiental U. Externado y Derecho Administrativo y Comercial.

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