El álbum de Panini perdió parte de su encanto

Buenos días, saludo a los lectores del periódico Al Poniente desde la acera de Junín con Ayacucho en la ciudad de Medellín, donde decenas de aficionados están intercambiando láminas de los equipos del mundial de fútbol de su álbum Panini.

Como las cosas cambian con el transcurrir del mundo, me propuse hacer una lectura sobre el ejercicio de llenar el álbum Panini con los jugadores de las selecciones que participarán en el mundial de Brasil. El primer álbum Panini salió a la venta con motivo del mundial de México, donde la generación de Pelé y Carlos Alberto deslumbró al mundo con un equipo que nos hacía creer que jugar al fútbol era algo muy fácil.

Siento nostalgia de haber llenado varios de estos álbumes Panini, un ejercicio lleno de emociones e incertidumbre frente a la posibilidad de encontrar las láminas más escasas.

Aún recuerdo cuando yo compraba los sobres del álbum con los ahorros que lograba hacer de mi mesada semanal, y cuando mi padre me hacía un regalo especial los viernes en la noche al llevarme de sorpresa unos dos o tres sobres con las maravillosas laminitas. También mi madrina querendona me daba, a escondidas de mis hermanos, porque yo era su preferido, otro tanto de sobres para que pudiera ir completando mi álbum.

El álbum se llenaba poco a poco y una de las actividades más amenas era cuando uno se juntaba con mis amigos a intercambiar láminas, y jugar montadito, en un ejercicio que recuerdo con alegría y nostalgia. Una de las cosas más interesantes de llenar el álbum era el tiempo que uno se tardaba en completarlo. Pudiera afirmar que parte del placer de llenar el álbum era que este era un proceso lento y sin afanes.

El sabor de cocinar las cosas lentamente es una de los aspectos lindos de la vida que se están perdiendo las nuevas generaciones, acostumbradas en el mundo del internet a tener resultados rápidamente y sin dar tiempo a la pausa y a la espera.

Según los investigadores de la Universidad de Ginebra, (1), Sylvain Sardy e Yvan Velenik, para llenar un álbum Panini de 640 láminas, sería necesario comprar 931 paquetes, de cinco láminas cada uno, bajo el supuesto de que la empresa promotora imprime el mismo número de láminas y las distribuye aleatoriamente.

La distribuidora de las láminas vende al por mayor cajas de 100 sobres, con lo cual se puede inferir que comprando cinco cajas un aficionado hipotéticamente llenaría el álbum “en una sentada”. Pude observar que varios padres de mi entorno social les compran una o dos cajas semanales a sus hijos para que llenen lo más pronto posible sus álbumes. Y cuando un muchacho tiene el álbum lleno en un noventa por ciento o más, el papá lo acompaña a un sitio de venta de láminas individuales y le compra todos los cromos faltantes.

Creo que la vida tan rápida, con resultados on line, pierde parte de la gracia. En una mirada psicológica me pregunto si esta tendencia es sana socialmente, o si lo que estamos haciendo es alimentar una neurosis social en las nuevas generaciones.

Emulando al italiano Carlo Petrini, fundador del movimiento Slow food (comida lenta) en la provincia de Cuneo, Italia, quiero matricularme en la defensa de la vida lenta, como una especie de ejercicio preventivo frente a la inminente neurosis social.

La vida lenta implica darle tiempo al tiempo para que pasen las cosas que nos van marcando la vida, como enamorarse y construir una relación, formar una familia y poco a poco ver crecer a sus hijos, comprar un apartamento a cuotas eternas para convertirlo en su nido de vida, estudiar una carrera profesional y tal vez luego un posgrado, ascender un su actividad laboral y profesional, etc.

Recuerdo que mi abuelo me decía en la época en que los ascensores eran algo escaso y de lujo: no te apures, para llegar al quinto piso hay que ir pasando poco a poco por los cuatro anteriores, y a veces hay que hacer una pausa a la mitad del camino.

Antes de terminar quiero contarles a los lectores que mi álbum está a medio llenar, por lo cual espero donaciones de aquellos que ya llenaron el suyo y se quedaron con láminas repetidas.

@ViajeroReal

[author] [author_image timthumb=’on’]https://scontent-b-mia.xx.fbcdn.net/hphotos-ash3/t1.0-9/1512389_1429197034004824_2448223768463337392_n.jpg[/author_image] [author_info]Diego Germán Arango Muñoz Ingeniero Administrador de la Universidad Nacional de Colombia Psicólogo, de la Universidad de Antioquia Administrador Turístico, del Colegio Mayor de Antioquia. Especialista en Mercadeo, de le Universidad Eafit. Especialista en Investigación Social, de la Universidad de Antioquia. Profesor de la Universidad nacional de Colombia desde 1977. Profesor invitado a 35 universidades hispanoparlantes. Consultor en Marketing para más de 350 compañías. Director de más de 3,500 investigaciones empresariales en el campo del Marketing. Leer sus columnas.[/author_info] [/author]

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