Los golpes contundentes que ha recibido el gobierno de Iván Duque en los `últimos días es una clara demostración de la las enormes dificultades políticas y económicas que tienen el mandatario colombiano para gobernar, ante lo cual reconocidas voces en el campo gubernamental se atreven a decir que este será un gobierno que se tendrá que dedicar única y exclusivamente a administrar dejando en entre dicho las grandes reformas que se propuso en el camino electoral. Hagamos un repaso de los desaciertos de este gobierno.
Las objeciones al JEP, los planteamientos de Duque y los de su partido Centro democrático con respecto a la Justicia Especial para la Paz, quedaron sin sustento ante las votaciones mayoritarias de las dos cámaras del órgano legislativo colombiano; con lo cual la imposibilidad de hacer coalición por parte del gobierno demostró la improcedencia política y jurídica de una de las que fue una de sus banderas políticas: el sabotaje al proceso de paz.
En segundo lugar la recesión económica que atraviesa el país según el gerente del Banco de la República por la misma polarización política que han desatados las decisiones del ejecutivo, elementos como el incremento del desempleo, poca credibilidad de los consumidores con respecto a los procesos económicos y una fundamental para el desarrollo económico, la poca inversión extranjera en el país, lo que también vuelve y abre las puertas a las fugas financieras que impactan directamente el PIB.
En tercer lugar el informe presentado por el New York Times, prestigioso diario norteamericano, que puso en evidencia la reincorporación de estrategias militares que van de la mano con operaciones basadas en resultados sin importar si estas vulneran Derechos Humanos de la población civil, situación que hace recordar la escalada llevada a cabo entre las fuerzas militares y grupos paramilitares en años anteriores denominadas falsos positivos. La respuesta en pos del desprestigio de la prensa norteamericana por parte de congresistas del Centro Democrático, es una clara demostración de la inaceptabilidad de críticas por parte de esta bancada hacia el nefasto accionar del gobierno, elemento que nos acerca más a un gobierno que pone en el epicentro de su acción los fines por encima de la improcedencia de los medios.
Por último los enfrentamientos constantes entre el gobierno y varias comisiones garantes del proceso de paz de la ONU, derivadas de las críticas de este órgano internacional ante lo que denominan acciones por parte del gobierno para boicotear el proceso de paz firmado en el año 2016, lo que demuestra las dos caras de Duque ante este proceso, afable en el extranjero para recibir ayudas que garanticen la implementación del mismo y recio al interior del país con medidas que impiden avanzar en la consolidación del mismo.
Ya lo había advertido el caricaturita Vlado, si el gobierno Duque no cambia el sentido gubernamental reemplazará a Andrés Pastrana como uno de los peores mandatarios en la historia colombiana. El superar el pasado trágico de su mentor Uribe es el principal paso que deberá dar este gobierno para desmarcar sus políticas agresivas, poco impactantes y fracasadas. La pregunta que se deberá hacer Duque como presidente de Colombia es ¿sus políticas deberán virar en torno a las realidades y necesidades del grueso poblacional? O deberán seguir testarudamente ¿siguiendo las líneas de un partido que asume como bandera política la ingobernabilidad, el desprestigio institucional y la guerra como medida para enfrentar lo que denominan periodo de deslegitimación de las instituciones judiciales colombianas?