Distopías cotidianas

Vivimos llenos de distopías cotidianas en este mundo de utopías confusas. Ahora las minorías se imponen y aplastan a las mayorías despojadas de sus derechos. Hoy el bien común cede ante la novedad quimérica de un cambio de paradigma social”.


Queridos lectores, no me consideren un oportunista por atreverme a publicar un relato ahora que Salvatore Mancuso ha decidido contar algunas cosas ante la JEP, la mayoría de ellas ya conocidas, por cierto. Situaciones que se volvieron paisaje en una época violentísima en nuestro país. No ha dejado de ser así, aunque no lo creamos. Vivimos llenos de distopías cotidianas en este mundo de utopías confusas. Ahora las minorías se imponen y aplastan a las mayorías despojadas de sus derechos. Hoy el bien común cede ante la novedad quimérica de un cambio de paradigma social.

Ahora la política criminal protege los derechos de los malos y descuida a los buenos. Esa sensación de inseguridad y de falta de protección ha desembocado en una violencia desmedida por parte de la sociedad, con el consecuente desenfreno que lleva a la gente a tomar la justicia por sus propias manos. Basta ver los videos en redes sociales de linchamientos sangrientos. Y lo hacen rápido, para que cuando lleguen los policías no tengan que capturar a un presunto delincuente, sino hacer el levantamiento de un cadáver.

Ahora unos pocos sujetos intentan, a toda costa, hacer cambiar la lingüística del castellano simplemente por un tema de identidad de género, con la excusa de que el lenguaje debe ser más incluyente con aquellos que sienten que no encajan en una sociedad que de por sí ya está desencajada.

Ahora los animalistas discuten acaloradamente con los padres de familia el comportamiento justificando de un pitbull que mutila o mata a un niño. Parece que ahora los niños ya no pueden jugar en las calles o en los parques. Parece que ahora es a los niños a quienes hay que sacar con correa a pasear cuando baje el sol, o por qué no, cuando salga el sol para espantar el frío de la ciudades de cordillera. ¿Será que también hay que exigir la vacuna antirrábica a los menores de edad y a la gente en general, no sea que en un ataque de estos, el pitbull caiga víctima de una enfermedad prevenible?

Ahora los políticos son víctimas de sus electores. ¿Qué culpa tienen ellos de que la política sea cambiante y el lobby transforme las convicciones de las campañas? Si algo falla se puede demandar al Estado, por falta de garantías. Y si no demandan igual no pasa nada. Las curules en este país se heredan.

En Colombia pasa de todo y no pasa nada.

El siguiente relato es un ejemplo de esas distopías cotidianas que hemos vivido.

Cualquier parecido con la ficción es pura coincidencia.


Mampuján

Hace algunos años, en un remoto caserío del sur de Bolívar llamado Mampuján, un grupo de las autodefensas rodearon el pueblo con la intención de sitiar y eliminar a los supuestos colaboradores de la guerrilla. Ordenaron a todo el pueblo reunirse en la pequeña plaza. Organizaron a todos a la militar: una fila para los hombres, otra para las mujeres y una más para los niños que lloraban desconsolados. La población, bajo el argumento poderoso de las armas, sucumbió ante el terror. —¡Todos vamos a morir!—  decían las madres más pesimistas.

Pero en un momento de aparente rebeldía, la mujer que estaba al inicio de la fila decidió salirse de su sitio y ubicarse en la mitad de la misma. Cuando los violentos le preguntaron por qué se cambió de puesto, la mujer respondió: —todos vamos a morir. Si me quedo de primera en la fila voy a morir de primero, y si me voy al último puesto tendré que ver muchas cosas horribles antes de morir.

(170 palabras).

Colección de confesiones inconfesables.


Todas las columnas del autor en este enlace:  https://alponiente.com/author/sanderslozano/

Sanders Lozano Solano

Médico y Cirujano de la Universidad Surcolombiana y abogado de la Universidad Militar Nueva Granada, es Especialista en Gerencia de Servicios de Salud y actualmente es candidato a Magister en Educación. Experto en responsabilidad médica, se ha dedicado en los últimos años a su verdadera pasión: la docencia y la escritura.

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