Disentidos

Abrupta conmoción ignómina, hace un año desbordaron los ríos de sangre por los que nadie se sonroja, ad portas del cinismo que en el poder la sensatez aborta, crisálida historia en la que, por comprender, te destrozan.

Congojas a lecciones, tránsito de resiliencia en la patria que por fratricida se fractura en una guerra hija de la soberbia y la incompetente zozobra. Carta de ángeles para conmemorar las voces que, por costumbre, son irrelevantes cuando se lloran.

La pesadez que ignora, brutal sistema en que el dispositivo son nuestras compartidas memorias, reproche insano del otro, gafas que observan doble una moral rota. Matando abonan la maldición de un cementerio que yace en basura intelectual por la diversa vida que se extermina banalmente, y con ella parte hasta la vela de sus sombras.

Cobarde aquel que muere tras el ego en el pulmón del mundo, ante dos mares y los andes clamando la razón armónica; en el caos humano de esta pluriculturalidad en la que germinan las primaveras juntas de la gran rotonda, a pesar del rocío veneno de algunos cuantos que, en tal maldad, las evoluciones civilizatorias deshonran.

Observar lo que recorta, castración social que puentes del pensamiento desmoronan, aferrados a una idea en que lo diferente odia, solo hay luz en el amor, pero la república se corrompe con los seres que nunca lo logran. De la relevancia superflua, la envidia y la discordia.

Escuchar atónita, balbuceos de ninfa que a un feroz pueblo apasiona; observar con la lógica, el etnocidio, pueblos entre los que estuve atravesando, raíces de bombas. Mal saber lo que ya no se sabrá ahora.

Confronta, radical cambio, instituirse para avanzar sin hacer(se) tanto daño, en la cloaca de un imperio debilitado por hipócrita, bravucón desprestigiado; proyecto de máquinas en un juego horrorosamente premeditado, manipulación que oculta el prefijo des en este salvaje encanto.

En política, la ciudadanía se instruye y si se quiere democracia, se enseña con suma responsabilidad de cuidado. Mientras un espíritu sediento por conocer grite, nadie se ha callado, como consolidación de total tiránico; claro está, ningún fanatismo es grato. Los alumnos deben superar al maestro o sino aprenderán a tener amos.

El tiempo y sus adagios, nada mejor que devele y determine lo que es la persona que encarnamos. Carnada es la aceptación del rebaño; pacto de criminales, sin juzgar, es mejor estudiarlo. La superioridad es el fantasma que toda convicción termina adorando, la cortesía es más simple y requiere de mayor coraje para lograrlo, por la eficacia de la humildad para como individuos en conjunto mejorarnos.

 

Qué paradójico,

nos hacen creer que tenemos alas

para luego actuar como si nos cortaran algo.

Cielos de Libertad.

María Mercedes Frank

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