Álvaro Leyva dijo que le «complacía informar que, tras 100 días de gestión», el 40%» de los embajadores provenían de la carrera diplomática, superando el mínimo 20% que establece el decreto 274 de 2000, norma que regula el servicio exterior y la carrera diplomática.
Se atribuye méritos que no son suyos. En realidad, este gobierno solo ha designado funcionarios de carrera para tres embajadas, Azerbaiyán, Canadá y Líbano. Cuando llegó al poder, paró los nombramientos de diplomáticos de carrera que había hecho Duque en cinco embajadas, Alemania, Guatemala, Panamá, Suiza y Uruguay. Duque también designó a una diplomática muy destacada, Sonia Pereira, como embajadora alterna en Naciones Unidas. Petro y Leyva también intentaron echar para atrás su nombramiento. Ante las protestas de los funcionarios de Cancillería y los conatos de escándalo, no tuvieron alternativa distinta a seguir con las designaciones de los seis.
Además, Duque ya había nombrado diplomáticos en catorce embajadas, Argelia, Austria, El Salvador, Filipinas, Finlandia, Honduras, Israel, Marruecos, Polonia, Rusia, Singapur, Tailandia, Trinidad y Tobago y Vietnam.
Dos funcionarios más de carrera, designados por Santos, ocupan las embajadas de Hungría e Irlanda.
En total, funcionarios de carrera ocupan hoy veinticinco de las sesenta y seis embajadas, el 37,8%. De esos, el 30,3% son de Duque, 3% vienen de Santos y solo el 4,5% de Petro. El que hizo un esfuerzo por fortalecer la participación de los funcionarios de carrera en las embajadas fue Duque.
Lo de Leyva no es solo tratar de sacar pecho con méritos ajenos. En realidad trata de esconder las designaciones vergonzosas en el servicio exterior que han hecho con Petro. Tres embajadas son ocupadas por personajes imputadas penalmente, las de Argentina (acusado por cinco delitos relacionados con corrupción), Nicaragua (imputado por narcotráfico) y Venezuela (lavado de activos). En una, Estados Unidos, nombró a un condenado por peculado, también destituido de su cargo de gobernador por el Consejo de Estado.
En la embajada de la ONU en Nueva York designó una persona que no habla inglés. El español es uno de los idiomas del sistema de Naciones Unidas. Y en las sesiones formales hay traducción. Pero el inglés es el idioma universal, fundamental para el trabajo diplomático. No hablarlo limita y aísla y hace casi imposible que la tarea en la ONU sea buena y eficiente. Me dicen, pero me niego a creer que es cierto, que el embajador nombrado en la otra sede de Naciones Unidas, la de Ginebra, tampoco habla inglés.
La cosa es más grave. En las embajadas de Bolivia y México, Petro nombró personas que ni siquiera son universitarios. El bachiller de México solo muestra que hizo parte de la unidad de trabajo legislativo de Gustavo Bolívar, que en la oposición atacaba los nombramientos políticos en el servicio exterior pero hoy se excusa diciendo que los cargos de embajadores son de libre nombramiento y remoción.
Y en España e Italia se nombraron personas cuyo «mérito» es ser amigas de Verónica Alcocer. La embajadora en Italia asumo que renunció a su doble nacionalidad, como tuvo que hacerlo Murillo, designado en Washington. En Francia intentaron nombrar a una mujer que tiene por único destacable ser la esposa de un abogado condenado por soborno en procesos judiciales, muy cercano a Petro. Aunque los franceses le negaron el beneplácito, el gobierno sigue insistiendo. Algo le deberá Petro.
Los nombramientos de amigotes, sin méritos pero además sin capacidades, que no son bilingües y a veces solo bachilleres, no se limitan a los cargos de embajadores. Se extienden por decenas en todas las embajadas y consulados, como secretarios y funcionarios de todos los niveles, desplazando en muchas ocasiones al personal de carrera.
Los diplomáticos de carrera y los sindicatos de la Cancillería, con razón, han puesto el grito en el cielo. El trino de Leyva intenta ser una respuesta a esas quejas. Inevitablemente resultó mentiroso.
«Le vamos a dar preferencia a la carrera diplomática, esto no es para la clase política, esto no es para regalarlo», dijo Leyva. «Nos proponemos que nuestro equipo diplomático sea mucho más profesional y capaz de lo que es hoy. Todos sabemos que la diplomacia colombiana falla, que es incompetente e incapaz» y no será para «hijos de presidentes, amigos y amigas […] incluso muchos incursos en corrupción», sostuvo Petro.
Puro bla, bla, bla, puras mentiras.
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